El Magazín Cultural
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Que Les Luthiers no dejen de unir canto con humor

Carlos Núnez Cortés sorprendió a los seguidores del colectivo argentino con la noticia de su retiro el 4 de septiembre de 2017, cuando el quinteto celebre medio siglo de existencia.

Juan Carlos Piedrahíta B.
18 de agosto de 2015 - 02:25 a. m.

A primera vista podría parecer que Les Luthiers son cinco tipos con un ingenio tan particular como sus instrumentos. Una segunda mirada, característica gemela del empleo del humor bien utilizado, no sólo ratificaría la apreciación inicial sino que haría pensar que son vecinos de la genialidad. La razón se centra en que estos personajes de nacionalidad argentina, además de abordar sonoridades cercanas a lo que se conoce como música erudita, pueden realizar un recorrido por las manifestaciones folclóricas de América Latina.

Ejemplos hay muchos y de cada uno de sus desarrollos discográficos podrían extractarse piezas que abarcan elementos melódicos que repasan con facilidad sorprendente aires autóctonos desde México hasta la Patagonia. Lo han hecho con suficiencia en su célebre Cantata de Don Rodrigo Díaz de Carrera, de sus hazañas en tierras de Indias, de los singulares acontecimientos en los que se vio envuelto, y de cómo se desenvolvió, el título o la sinopsis (como quiera tomarse) de uno de los sketches más solicitados de Les Luthiers, colectivo que es noticia hoy a raíz del anuncio de uno de sus líderes, Carlos Núñez Cortés, de que abandonará el grupo el 4 de septiembre de 2017, cuando celebren sus bodas de oro.

Este quinteto, que comenzó como septeto a mediados de la década de los sesenta bajo el nombre de I Musicisti y que luego se transformó en sexteto hasta 1986, cuando Ernesto Acher decidió abandonarlo para explorar (¿seriamente?) el jazz, empezó siendo un juego de universitarios que lo único que pretendían era hacer públicos comentarios, opiniones y chistes creados por los artistas tras bambalinas, en los camerinos o durante los intermedios.

Después de más de cuatro décadas de colaborar en la evolución de esa premisa de unir canto con humor, el experimento sigue siendo un juego, pero con todas las de la ley. Con sus cabezas más despejadas, con las canas (aunque Carlos López Puccio siempre ha sido canoso) y con la tranquilidad de reinventarse en cada rutina, Les Luthiers han asumido el arte con la seriedad de veteranos pero con las ganas de aprendices. En esta temporada, Daniel Rabinovich ha tenido complicaciones de salud y en su lugar, dependiendo de la pieza, brincan al escenario Tato Turano o Martín O’Connor, quienes están en la capacidad de asumir los roles de cualquiera de los titulares.

El grupo de instrumentos informales ya no tiene la orientación de su fundador Gerardo Masana, ni cuenta con la asesoría creativa de Roberto Fontanarrosa, ni dispone de la participación de su lutier de cabecera, Carlos Iraldi, pero sus cinco integrantes (y los dos personajes contratados para reemplazarlos en caso de alguna urgencia médica, cada vez más frecuentes en Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich y ahora Carlos Núñez Cortés) empujan para el mismo lado.

Incluso cuando alguien se atreve a decir que es el más fanático del grupo, los cinco responden que los más fieles seguidores de esta iniciativa, sin duda, han sido ellos mismos. Creer en lo que se hace y amar su apuesta profundamente ha sido su fórmula para gestar espectáculos tan contundentes como Mastropiero que nunca, Viejos fracasos, Todo por que rías, Bromato de armonio, Do-Re-Mi-Ja, y sus más recientes Lutherapia, Chist y el proyecto en pleno desarrollo, Viejos hazmerreíres.

“La tentación de retomar obras muy reideras es grande. Te diría que a lo sumo habrá algún estreno, pero chiquito. Cuando armamos Viejos hazmerreíres sumamos una obra que se llama Receta postrera, que cantan dos viejitas. Es un vals culinario en el que ellas dan una receta para hacer panqueques, con un instrumento informal que construimos con ollas y sartenes. La estrenamos con la antología, y ojalá sigan saliendo esas chispitas para nuevas antologías”, aseguró Núñez Cortés en declaración reciente al medio argentino La Voz.

En 2007, el registro más agudo de Les Luthiers y el responsable del piano y de los teclados dentro del colectivo escribió el libro Los juegos de Mastropiero, un examen exhaustivo sobre acrósticos, trabalenguas, contrapiés, palíndromos, anagramas y muchos otros artificios de la lengua extraídos de los textos y las canciones que integran sus espectáculos. Durante su lanzamiento, Núñez Cortés dijo que no concebía su vida sin pertenecer a este grupo tan increíble como inclasificable. Sin embargo, parece haber cambiando de opinión.

“Ahora me gusta más jugar sentado que sobre el escenario. La verdad, y esto es absolutamente personal, el único que piensa en una jubilación soy yo. Mis otros compañeros tienen ideas distintas. Personalmente creo que el 4 de septiembre de 2017, cuando cumplamos 50 años, le voy a decir adiós al grupo. Quién sabe, quizás podría replanteármelo dentro de un año y medio y ver cómo sigue mi máquina, si las articulaciones me siguen sosteniendo en pie”, comentó el músico y humorista.

Más allá del cariño que se pueda sentir por uno o por otro show, las creaciones de Les Luthiers tienen ese algo inconfundible, inimitable, irrepetible y genuino. Eso que hace que a primera vista se especule con su genialidad y que con una segunda mirada simplemente se corrobore su virtuosismo. Ojalá y por muchos años sigan uniendo canto con humor.

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

 

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