El Magazín Cultural

Alejandra Jaramillo Morales: la novelista que desafía a los lectores

Presenta la obra literaria digital “Mandala” este sábado 6 de mayo, a las 4 p. m., en el salón María Mercedes Carranza. Mañana domingo a la 1 de la tarde conversará con Catalina Holguín, directora de Manuvo, en el centro de experiencias de El Espectador, pabellón 18.

Manuela Pardo Caicedo/Especial para El Espectador
06 de mayo de 2017 - 08:13 p. m.
Con esta obra Alejandra Jaramillo ganó el premio de los ministerios de Cultura y de las tecnologías para nuevas narrativas.  / Archivo particular
Con esta obra Alejandra Jaramillo ganó el premio de los ministerios de Cultura y de las tecnologías para nuevas narrativas. / Archivo particular

Alejandra Jaramillo Morales es escritora, profesora de la Maestría en Escrituras Creativas y del departamento de Literatura de la Universidad Nacional de Colombia; ha publicado varias novelas: La ciudad sitiada, Sin remitente, Acaso la muerte y Magnolias para una infiel, publicada por Ediciones B y presentada en la actual edición de la Feria Internacional del Libro de Bogotá; sin embargo, su novela Mandala, la obra de las puertas infinitas que plantea juegos al lector que decide el camino de la historia, gracias a una plataforma digital novedosa, se está convirtiendo en un hito literario y digital en el país.

¿Cómo es el universo narrativo de Mandala?

El universo de Mandala está construido desde una primera imagen muisca: un triángulo que sale de un lado, va hacia el otro y se vuelve a cerrar. Es la idea de un mundo en el que hay un lado de acá y un lado de allá. Un homenaje a Cortázar. Entonces, todas las siete partes de la novela tienen el lado de acá, que es el mundo de Amaura, la protagonista, una mujer que ha decidido dejar su trabajo como editora para iniciar una nueva búsqueda vital. El lado de allá son historias otras que van complementando ese mundo. Cada una de las siete partes tiene un allá diferente. En la primera, una profesora ayuda a un preso en La Modelo a escribir una novela; la segunda, es una serie de entrevistas sobre sexualidad; la tercera es una pequeña novela, la cuarta, una crónica, la quinta, un diario, la sexta es un ensayo y en la séptima, el lado de allá y el lado de acá se unen en una sola historia de amor entre Amaura y un abuelo muisca de la época contemporánea.

¿Cómo surge la idea de que Mandala sea una novela digital?

Yo quería hacer una novela que pudiera llevar al extremo la idea de lo aleatorio. Que pudiera leerse en cualquier orden, pero también una novela que fuera para diversos tipos de lectores. Sentía, antes de empezar a hacer Mandala, que los lectores y lectoras se dividen entre la gente que le gusta la literatura, que cuenta historias y que es muy narrativa, y la gente que le gusta la cosa más metanarrativa, filosófica, más de pensamiento. Yo quería lograr un punto de multiplicidad donde estuvieran todas esas historias. Quería que fuera una especie de gran biblioteca donde las personas entran y van hallando lo que les gusta. El libro físico no me daba esas posibilidades. Allí surgió la idea de una plataforma diferente, digital, un mandala, en la que el lector pueda navegar libremente.

¿Cómo es para una autora construir un universo narrativo pensando en la plataforma digital? ¿La experiencia de escritura es distinta?

Sí. La experiencia es distinta porque yo no tenía que pensar una novela en términos de una unidad, de un texto que debía cerrarse en sí mismo, sino, por el contrario, abrirlo en muchas capas. Por ejemplo, la novela tiene todos los géneros narrativos. Adentro hay crónica, ensayo, diario, cuento, dos novelas, decálogos. La idea es que yo todo el tiempo sabía que estaba abriendo el universo en vez de cerrándolo. Por ejemplo, yo sabía que en cada parte debía haber momentos del pasado de la protagonista, momentos de la infancia, las tertulias donde se habla de cultura, de literatura, de amor, pero además tenía que construir el mundo que complementaba la historia. Así todo el tiempo sabía que era abrir puertas, pero al mismo tiempo las abría en un orden exacto, yo escribí la novela en un orden perfecto para que los lectores la lean en el absoluto desorden.

¿Cómo va a ser la experiencia del lector al enfrentarse a esta novela?

En esta versión digital de la novela cuando la persona entra y se inscribe, tiene tres formas de lectura. Una es el mandala: la aleatoriedad puesta desde el lector. Es decir, el lector haces clic donde quiera y lee en el orden que desee. La segunda opción son los recorridos. El lector entra y la novela sugiere veinticinco caminos distintos. Otra opción es dejarse llevar por el azar. Al terminar cada capítulo, el lector puede decidir “perderse”. En ese momento, el sistema arroja un texto distinto sin que el lector sepa en qué recorrido se encuentra. La plataforma permite un tablero guía que le muestre al caminante qué está recorriendo, qué ha hecho, por dónde se ha metido, mientras ilumina los diferentes mandalas. Además, cada siete capítulos, existe la posibilidad de leer un oráculo que hemos hecho con el abuelo Tigua Nika Sua y que serían las pequeñas respuestas oraculares que la novela también le deja a los lectores.

¿Cuáles son las obsesiones de Alejandra Jaramillo Morales, como escritora, en esta novela en particular?

Son esencialmente dos obsesiones. La primera era hacer un libro no total, pero si un libro de una gran acumulación de textos, de voces, de momentos. Es totalmente colombiano, es un libro que sucede en Bogotá principalmente, y es un universo muy colombiano y muy contemporáneo. Yo quería poder acumular historias, reflexiones, diálogos y experiencias. La otra gran obsesión era entregar la posibilidad de una lectura libre en que la gente lea la en el orden que quiera de acuerdo a lo que le interese frente a la novela.

Frente a lo digital, ¿cómo dialoga o se enfrenta Mandala con otras plataformas digitales como el e-book, el pdf o incluso el mismo libro impreso?

No tienen nada que ver. Las otras plataformas, como el eBook, solo traducen el libro impreso en una plataforma digital, eso no es lo que pasa con Mandala, Mandala es completamente diferente. Fue pensada para ser leída y tener una experiencia distina. En la red hay otras novelas colombianas, como Gabriella infinita de Jaime Alejandro Rodríguez, que están montadas en la red pero que no fueron pensadas directamente como libro. Cuando Mandala ganó el premio Crea Digital, los jurados apuntaron a que fue construida desde el principio como una novela digital, con todos los recursos que ofrece estas plataformas para lograr una experiencia diferente. Entonces es una novela absolutamente pensada en este contexto digital, no podría ser de otra manera. Hubo un momento en que se pensó que los libros impresos iban a desaparecer. Un absurdo porque los libros impresos no desaparecerán unca. Lo que sí ocurrirá, es que aparecerán nuevas formas de escribir, de crear, de entregar contenidos y creo que el libro digital es uno de ellos. No sé si estará creciendo, si va a crecer pero me parece que es un terreno interesante porque los lectores pasan mucho tiempo en esta época pegados a un celular, a una tablet, a un computador y yo creo que este tipo de textos que les permiten el juego digital serán tan importantes como otros referentes de lectura y no para suplantar al libro impreso.

Mandala es una novela que dialoga con lo contemporáneo, no sólo desde la historia sino desde la forma en que se presenta, y que plantea en Colombia nuevos retos tanto para los creadores como para los lectores. Y mientras Alejandra disfruta del amor de Matías y Libertad, sus hijos, piensa en cuál será el próximo desafío que planteará a sus lectores.

Por Manuela Pardo Caicedo/Especial para El Espectador

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