El Magazín Cultural
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Los 125 años de la Real orquesta del Concertgebouw

Una mirada a la orquesta sinfónica más prestigiosa de Holanda.

Augusto Sorzano Puyana
18 de abril de 2013 - 09:42 a. m.
Real orquesta del Concertgebouw. /Cortesía
Real orquesta del Concertgebouw. /Cortesía

Aunque de mucha tradición en la actividad cultural y musical europea, Ámsterdam sólo llegó a convertirse en verdadero centro musical, "cuando en 1883 se fundaron Sociedades de Concierto como la Wagner Vereniging, la Tookunst Organization (una sociedad para la promoción de la música coral), y el Concertgebouw (Sala de Conciertos, en idioma holandés)".

A mediados del Siglo XIX, ya existían en Ámsterdam varios grupos orquestales, el más notable de todos la Park Orkest, cuyo rápido desarrollo y crecimiento motivó a un grupo de músicos y amantes de la música, a integrarse en el Concertgebouw Gezelchap,- The Concert Building Society,- con la intención de fundar una orquesta adecuada para promover varias series de conciertos. Así las cosas, la orquesta, fundada el 11 de Abril de 1888, tomó el mismo nombre de Concertgebouworkest, y dio su primer concierto a finales de 1888, dirigida por Willem Kes, quien hizo la primera serie de conciertos de abono en el otoño de aquel año, continuando como director principal de la Sociedad hasta 1895.

Bien pronto, con la vinculación del muy prestigioso director holandés Willem Mengelberg, la orquesta se convirtió en la agrupación sinfónica 'nacional' de Holanda. "Así, a Mengelberg, con una vinculación que habría de durar 50 años (entre 1895 y 1945), se le considera como uno de los artífices del elevadísimo nivel interpretativo de la orquesta y de su creciente prestigio internacional". Gustav Mahler, Anton Bruckner y Richard Strauss, contemporáneos de Mengelberg, integraron buena parte del repertorio de la orquesta en ese período.

De aquellos días, son célebres dos memorables acontecimientos: "...una ocasión, en la cual el gran director austro-húngaro Hans Richter, como director invitado, en verdadera prueba de fuego para los instrumentistas de la orquesta, abandonó el podio e hizo que la orquesta continuara sola la ejecución de una de las obras del concierto, como demostración, al exigente público holandés, del virtuosismo de la orquesta", y otra ocasión, "...en la cual el gran compositor-director Gustav Mahler, quien esa noche dirigía la orquesta en la interpretación de su Cuarta Sinfonía, accedió, después de gran ovación, a la repetición de los últimos movimientos de la sinfonía, pero dirigiendo Mengelberg allí presente, gesto aquel que significó la gran confianza de Mahler para con la calidad interpretativa de Mengelberg y de la orquesta, pero que para aquel y para la orquesta planteó la única opción de brindar al público una ejecución idéntica a la que se había escuchado, momentos antes, dirigida por el propio compositor. Sobra decir que la ejecución del 'encore' por Mengelberg, resultó impecable".

También desde esa etapa inicial, ya es evidente la apertura que siempre ha tenido la orquesta hacia la nueva música. En ese empeño, la orquesta saboreó numerosos triunfos y le correspondieron grandes honores. "Richard Strauss, por ejemplo, en 1897 dirigió con ella su nuevo poema sinfónico 'Muerte y transfiguración', y, años más tarde, le dedicó su poema sinfónico autobiográfico 'Ein Heldenleben' ('Vida de Héroe'). Gustav Mahler la dirigió, interpretando con ella su Cuarta Sinfonía". "Otros compositores famosos como Milhaud, Honegger, Stravinsky y Berg, presentaban la première de algunas de sus más recientes composiciones con la Concertgebouw, lo cual estaba muy de acuerdo con la política de la orquesta de, conforme al talante de cada época, ofrecer también un lugar preponderante a la música de vanguardia".

Con todo, la permanencia de Mengelberg al frente de la orquesta, no estuvo exenta de controversias, de las cuales la más agria se relaciona con su actitud complaciente y con su comportamiento, frente a la ocupación nazi de Holanda y los Países Bajos entre 1940 y 1945, durante la Segunda Guerra Mundial, y en cuanto a haber contemporizado con los vetos arbitrarios impuestos por los nazis a algunos compositores y artistas de origen judío. Por tales razones, a la terminación de la guerra, Mengelberg fue removido de la dirección principal de la orquesta, debiendo también afrontar la prohibición de dirigir en el país.

Entre 1945 y 1959, durante 18 años, estuvo al frente de la orquesta el famoso director holandés Eduard van Beinum. Como asistente de Mengelberg desde 1931, van Beinum dirigió la orquesta durante los años de la ocupación de los nazis en la Segunda Guerra Mundial, "si bien nunca estuvo de acuerdo con la orientación que le dieron a la institución, logrando mantener cierta distancia de ellos". Después de la guerra, van Beinum remplazó a Mengelberg en la titularidad de la orquesta y tuvo además destacadísimas y frecuentes actuaciones en Inglaterra y en los Estados Unidos, para regresar en 1956 a la dirección de la Concertgebouw , al cumplir los 25 años de su vinculación a la orquesta. Eduard van Beinum falleció repentinamente en 1959, en el podio de la orquesta, en plena ejecución de un ensayo de la 1ª Sinfonía de Brahms.

El gran director holandés Bernard Haitink fue quien remplazó, junto con otro de los grandes, el alemán Eugen Jochum, a van Beinum. Con la titularidad, a partir de 1963 hasta 1988, Haitink, nombrado en 1999 Director Laureado de la Concertgebouw, ha sido también director invitado en las más prestigiosas orquestas del mundo, teniendo además una prolongada y destacadísima vinculación (1967-1979) con la Orquesta Filarmónica de Londres, con el Festival de Glyndebourne y con la Dirección Musical del Royal Opera House Covent Garden.

"En los 125 años de existencia de la Concertgebouw , los más connotados directores siempre fueron atraídos por la oportunidad de dirigirla: Richter, Richard Strauss,Gustav Mahler, Beecham, Walter, Furtwängler, Klemperer, Szell, Monteux, Ravel, von Karajan, Davis y Dorati, entre otros, apreciación ésta igualmente válida para los grandes de la batuta en nuestros días". Con todo, la orquesta posee en este aspecto un distintivo que pocas agrupaciones sinfónicas han tenido: "a lo largo de tan prolongado período de tiempo, sólo seis directores (Willem Kes, Willem Mengelberg, Eduard van Beinum, Bernard Haitink, Riccardo Chailly y Mariss Janson), han conservado, con distinta duración, la titularidad en su dirección", lo cual le ha permitido asimilar la impronta que el estilo de cada uno quiso dejar en ella. El italiano Riccardo Chailly, por ejemplo, el único gran director principal y permanente no holandés, estuvo con la orquesta entre 1985 y 2004. En la actualidad, desde 2004 su conductor principal es otro gran director, también no holandés, el letón Mariss Jansons.

Y, para insistir en eso de la comunión orquesta-director, la Concertgebouw tiene otro ejemplo aún más elocuente: el del gran compositor-director austríaco Gustav Mahler y su cercanía con la orquesta, cuando era su director. "Además del 'Primer Festival Mahler', organizado por Mengelberg en 1920 para celebrar los 25 años de la orquesta y que convirtió a Ámsterdam en la 'Capital Cultural de Europa’ en aquellos días, al congregar a lo más destacado de la música, otras grandes fechas de aniversario de la agrupación, los 50, los 75 y los 85 años, han sido conmemorados con presentaciones y con grabaciones de sinfonías de Mahler, en especial de la Primera Sinfonía 'Titán', por el hecho de haber sido compuesta aquella en 1888, el año de la fundación de la orquesta".

Así, pues, Mahler supo imprimir su talante en la orquesta que tanto apoyó y difundió su música.
En 1988, al cumplir 100 años, la agrupación recibió, de la Reina Beatrix de Holanda, el título de 'Real Orquesta', (en holandés, Koniklijk Concertgebouworkest), agregado al nombre con el cual siempre se la ha conocido.

La Concertgebouw, siempre ha sido considerada como una de las mejores agrupaciones sinfónicas del mundo. Hoy en día, la crítica especializada la pone a disputarse el primer lugar con La Filarmónica de Berlín y con la Filarmónica de Viena. Múltiples son los factores que contribuyen a su elevadísimo nivel de excelencia, además del virtuosismo de sus instrumentistas, predominando, por una parte, la continuidad, como ya se dijo, en la acción orientadora y tutelar de directores con larga permanencia en sus cargos, y por otra, la legendaria acústica, también considerada entre las dos mejores del mundo, de la Sala Principal (la Grote Zaal), del auditorio. En el edificio, de estilo neoclásico, el diseño de la Grote Zaal, su geometría interior y acabados, se inspiraron en la gran sala del destruido Neue Gewandhaus de Leipzig, otro de los íconos en acústica de salas de concierto. "En alguna ocasión, Bernard Haitink describió el Concertgebouw como el mejor instrumento de la orquesta que alberga".

Entonces, en las orquestas del mundo, la Real Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam, auténtico tulipán negro de Holanda, la tierra de los tulipanes, estructurada por Mahler, Mengelberg y van Beinum, más que centenaria ya con sus 125 años recién cumplidos, continúa con ese carácter que ellos quisieron y lograron imprimirle, y con aquella tradición de perfección que reafirma su posición de siempre, hoy entre las tres más virtuosas y finas agrupaciones sinfónicas del orbe.

Por Augusto Sorzano Puyana

 

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