¿Por qué en pleno siglo XXI aún se cree en la magia? Es común en nuestros tiempos encontrar brujos y hechiceros por doquier, que realizan diferentes tipos de trabajos, para el amor, el dinero, la suerte o para hacerles mal a los enemigos. Personas dotadas con dones especiales que son capaces hasta de ver el futuro y comunicarse con los muertos.
Contrario a lo que muchos puedan pensar, la magia, más allá de ser un conjunto de creencias en cosas impalpables, es una cultura que ha trascendido no solo los siglos sino las fronteras y se alberga en cada rincón del mundo.
Esta es la temática del libro Embrujos de amor, del antropólogo egipcio Tobie Nathan, quien hace un recorrido histórico sobre los orígenes de la hechicería y la influencia que ha tenido en el desarrollo de los ritos sociales practicados actualmente.
Cruza psicoanálisis, psiquiatría y etnología y expone prácticas y representaciones de culturas totalmente diferentes entre sí, fórmulas del Egipto del siglo III a.C. y de Zaragoza de comienzos del siglo XVI, entre otras.
El antropólogo afirma, “que las recetas de los hechizos de amor tienen más de tres milenios, y sin embargo, han atravesado fronteras, lenguas y tiempos” y que “la similitud de las lógicas y de las recetas de fabricación a través del tiempo y del espacio demuestra perfectamente cómo los hechizos de amor se extendieron como reguero de pólvora. Probablemente se originaron en Sumeria. Y se extendieron por doquier. Se encuentran pócimas y composiciones casi idénticas en Egipto, en Grecia, en Roma y en todo Occidente, durante la Edad Media cristiana; cruzaron el Atlántico y se las puede identificar en el Nuevo Mundo”.
“Desde la historia cultural, los significados y sentidos de los objetos, prácticas y representaciones no están fijos ni son inmodificables. Son producto de la pugna cultural y cambian constantemente”, asegura Juan Pablo Bubello, doctor en historia.
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