El Magazín Cultural
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Los murales de la discordia

A causa del carro bomba que explotó en junio de 2011 en Oslo, Noruega, cinco murales de Pablo Picasso que decoraban los edificios podrían ser trasladados.

Juan David Torres Duarte
22 de agosto de 2013 - 05:01 p. m.
Los murales de la discordia
Foto: EFE - Stian Lysberg Solum

La playa, La gaviota, El sátiro y el fauno y dos versiones de Pescadores son los cinco murales de Pablo Picasso que decoran los exteriores de los edificios gubernamentales en el centro de Oslo, Noruega. Fueron estas construcciones las que resultaron afectadas luego de que en, junio de 2011, Anders Behring Breivik activara un carro bomba. Este ataque y el tiroteo en la isla de Utoya, también a cargo de Breivik, sumaron 77 muertos. Meses después de que Breivik fuera condenado a 21 años de cárcel, la preocupación del Gobierno se desplaza a otro debate. Una comisión de expertos recomendó que, a causa del daño que propinó la explosión, los edificios debieran ser derribados y vueltos a construir. Entonces, la pregunta que hoy se hace un grupo de noruegos es: ¿qué sucederá con los murales, parte del patrimonio cultural de esa nación?

El grupo de expertos aseguró que podrían ser desplazados de la construcción e instalados en algún otro lugar. De acuerdo con información de AFP, los críticos y curadores de arte ven con duda dicha proposición: en su opinión, dicho desplazamiento no es tan factible porque las obras fueron creadas para ese espacio específico y cualquier modificación arquitectónica obligaría a cambiar su forma. Los murales, de grandes proporciones, se encuentran adheridos a los muros luego de que, entre los años 50 y 70 —el período en que Picasso experimentó con esta técnica y construyó los murales—, fueran fijados a través de chorros de arena por el artista Carl Nesjar.

La decisión, que está en manos del Gobierno de ese país, será tomada a principios de 2014. Por ahora, la sociedad noruega está dividida. Según una encuesta realizada por el diario Verdens Gang, casi el 40% de los ciudadanos apoyaba la destrucción de los edificios, mientras que el 34,3% pedía conservarlo. ¿Cuáles serían las razones para dejarlos o destruirlos? En este sentido también hubo dos opiniones encontradas. "Tenemos ahora una oportunidad de oro para librarnos de este ejemplo brutal, feo y degradante de arquitectura. El bloque recuerda a la desolación y monotonía de la Europa comunista y de la Unión Soviética", dijo el artista noruego Dag Hol. Pese a que sería posible salvar los murales, el disgusto de Hol se centra en la forma de los edificios, construcciones grisáceas de hormigón.

La respuesta de Joern Holme, jefe del Departamento de Patrimonio Cultural, siguió a las declaraciones de Hol: "No podemos demoler lo mejor de nuestra cultura solo porque pensemos que es feo ahora". Holme argumenta que en dicho lugar, incluso más allá de la herencia pictórica que dejó Picasso, se encuentra la historia política y social del país. Los edificios, diseñados por el arquitecto noruego Erling Viksjoe, se encuentran divididos en varios bloques, de los cuales dos fueron afectados por la explosión.

La discusión tiene más actores. Los murales hacen parte del patrimonio de los herederos de Picasso, quienes aseguraron que no han sido contactados por las autoridades. "Los murales de Picasso fueron pintados para este edificio concreto —dijo Claudia Andrieu, representante legal de los herederos—. No los puedes retirar sin que se nos pregunte, algo que aún no se ha producido”. La familia, sin embargo, se declaró “abierta al diálogo" para el posible traslado de las obras, que hacen parte de los primeras incursiones de Picasso en el arte mural.

Por Juan David Torres Duarte

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