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“Los murales son lugares donde se disputa la memoria”

Bill Rolston, experto en Justicia Transicional , señala que lo que vio en su visita a Colombia cambió su visión sobre sus teorías de las expresiones artísticas urbanas.

Steven Navarrete Cardona
05 de noviembre de 2015 - 01:25 a. m.

La noticia de la muerte de Bobby Sands, el 3 de mayo de 1981, al interior del centro penitenciario conocido como ‘Maze’, se difundió rápidamente despertando la simpatía de cientos de irlandeses y causando la conmoción internacional. 
 
Sands, líder del Ejército Republicano Irlandés (IRA Provisional) y diputado del Parlamento británico, llevó una huelga de hambre durante 66 días para recuperar el estatus político de los cuadros del IRA, pero la ‘Dama de Hierro’, Margaret Thatcher, no cedió a sus peticiones y mantuvo una actitud hostil. Según informó la BBC de Londres, cerca de 77.000 personas acudieron a darle el último adiós y su imagen fue plasmada en los muros de su barrio natal para inmortalizar su legado. 
 
Los espacios en blanco de Ulster, al norte de Irlanda se fueron convirtiendo en escenario también para llevar mensajes y plasmarlos en expresiones artísticas. “Los murales de los ‘Unionistas’ con imágenes beligerantes a favor del Estado británico y con soldados, mientras que los ‘Republicanos’ le están apostando a los contenidos de la paz”, señala el experto en Justicia Transicional y profesor en la Universidad de Ulster, Bill Rolston. 
 
Los muros se convirtieron en lugares de la memoria. Pero esto no ocurrió únicamente en Irlanda, sino en diversas partes del mundo. Lo que impulsó a Rolston a viajar por diversos continentes analizando las apuestas visuales y sus expresiones políticas en los murales. Entre ellos Palestina, Irán, África del sur, en el País Vasco, y Chile entre muchos otros. 
 
Con la globalización el grafiti y el muralismo han ganado una fuerza notable en latinoamérica, generando rupturas en las formas en las que se concibe el espacio público, las ciudades latinoamericanas tratan la llegada del grafiti y una nueva forma de muralismo desde diversas estrategias y perspectivas. Es por ello que Rolston visitó Colombia para analizar este fenómeno. 
 
¿Qué diferencia existe entre el mural político y el grafiti?
 
Tengo una respuesta común para esta pregunta, pero desde que llegué a Colombia tengo una distinta. La respuesta que muchos analistas usan es que los grafitis no tienen un contenido político. Por supuesto desde la sociología podrías afirmar que el grafiti es político porque normalmente son los jóvenes quienes intervienen el espacio público y como se están expresando en los muros, podría entenderse como una postura política. Pero si estás buscando afirmaciones políticas expresadas en el plano visual, normalmente se pueden encontrar en murales y no en grafitis. 
 
Desde los años noventa se ha despertado un movimiento muy fuerte del arte y grafiti en Bogotá. ¿Usted qué pudo observar?  
 
Lo que sucede en Bogotá es algo único, y ha cambiado algunas de mis concepciones teóricas. Si lo comparamos con otros países porque puedes ver la combinación de grafitis con murales políticos. Entonces hay una fuerte apuesta política. 
 
Específicamente, ¿a qué hace referencia?
 
A la presencia de la memoria en muchos murales. Es decir que los murales son lugares donde se disputa la memoria.  Es un tema recurrente. Este tema es algo clave en las expresiones artísticas y su relación con la política.  
 
Usted es experto en justicia transicional. Además, fue director del Instituto de Justicia Transicional en Ulster University. ¿Qué piensa del actual proceso de paz que se adelanta en La Habana, Cuba?
 
Pienso que se ha llegado a un punto sin retorno. Se han hecho grandes avances en los diálogos, sobre todo en el tema de justicia, que es muy complejo en estos procesos. Con estos acuerdos, el proceso es irreversible. 
 
Su investigación de los murales políticos data desde hace varios años. ¿Cuéntenos cómo han cambiado la relación entre arte y política?
 
Desafortunadamente a los murales no se les puede hacer seguimiento día tras día como a una publicación seriada. 
Algunas veces los murales hablan de lo político, pero no puedes seguir la evolución de los mismos. Puede que en una misma zona aparezcan varios murales que hagan alusión a cuestiones políticas, otros a cuestiones triviales, es decir que no se puede hacer una generalización. 
 
En los años ochenta inició la criminalización del grafiti en los Estados Unidos. ¿La prohibición ha servido para frenar el aumento de esta práctica en el mundo?
 
Aún existe la criminalización del grafiti en muchos países. Habría que señalar que en muchos casos proliferan las firmas, -lo que conocemos como ‘tag’- que en muchas ocasiones no contribuye a la escena moderna de las ciudades. La criminalización solo ha servido para mover los sitios preferidos para hacer grafitis y evitar la persecución policial. 
 
¿Qué hace que algunos murales sobrevivan años, mientras que otros no duran más de algunos días y son ocultados por nuevos grafitis?
 
Se debe a la relación con la comunidad. Si las personas que hacen un mural involucran a la comunidad, a los líderes del barrio, las personas lo van a cuidar e impedir que sea modificado. Mientras que si se llega a imponer un mural, la comunidad no se apropiará de él. Algo que muestra lo que digo es un hecho en Brístol. El ayuntamiento había empleado a diversas personas para pintar las paredes que tenían grafitis, y borraron un mural de Bansky inspirado en una obra de Vermeer. De inmediato la comunidad reprochó el hecho. 
 
¿Qué ha pasado con el mural en Irlanda en los últimos años?
 
Las apuestas artísticas muestran la transición hacia la paz. Hay dos movimientos que se reflejan en los muros; el de los Republicanos y el de los Unionistas. El primer movimiento siempre pinta murales para pedir autonomía y promover la paz con imágenes no violentas y el segundo movimiento siempre ha hecho trazos beligerantes a favor del Estado británico con soldados entre otras. 
 
 
Si tuviera que elegir entre uno de los murales que ha visto en el resto del mundo. ¿Cuál elegiría?
 
Me impactó mucho en especial, en Santiago de Chile, autoría de la brigada ‘Ramona Parra’ por sus colores y su fuerza. 
 
*Agradecimiento a Sofi Ospina por el acompañamiento en la traducción.
 

Por Steven Navarrete Cardona

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