El Magazín Cultural

Magela Baudoin: sal para la herida

En sus historias, la escritora boliviana, ganadora del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez 2015, esboza cuerpos que caminan al borde del abismo.

William Martínez
28 de noviembre de 2015 - 03:13 a. m.

Cada libro es escrito con un estado de ánimo y una búsqueda particular. ¿Cuál fue la suya en “La composición de la sal” (Plural Editores, 2014), libro ganador del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez?

La sal es un elemento químico que puede supurar una herida. Duele, pero cura. Todos los cuentos de este libro son un leitmotiv, relatan situaciones de la vida cotidiana en las que aparentemente no pasa nada, pero que por debajo están a punto de colapsar. Allí se juegan el afecto y la fricción humana, las heridas y las cicatrices, lo que se dice y no se dice.

No me queda claro por qué estaba pasando cuando decidió escribir el libro.

La composición de la sal es uno de los cuentos de la colección, lo dedico a mis padres. El cuento va de un hombre viejo que llora y no puede contener el llanto y que busca las razones. El estado de ánimo en que escribí el libro tiene que ver con esa historia.

Hay tres conceptos claves en el libro: cuerpo, afecto y memoria. ¿Cómo define cada uno de ellos?

Me interesa hablar del cuerpo como un espacio de subversión. Me interesan los afectos como un espacio de composición o de descomposición sociocultural. Me interesa la memoria como un lugar en el que guardas y luego destruyes para crear otra cosa.

¿Saldó cuentas escribiéndolo?

Sólo busco algo cuando escribo: sanarme. En Bolivia le decimos ajayu al espíritu. Cuando escribo dejo el ajayu y luego lo recupero.

Estamos en una celebración en torno al cuento, un niño feo para las editoriales. ¿Lo percibe como un género marginal?

La primera cosa es que no creo que sea un género marginal. Creo que las nuevas tecnologías le han dado un repunte al cuento. Me parece más bien que está viviendo un reflorecimiento en América Latina. A través de internet tú puedes acceder a un montón de cuentistas latinoamericanos. Hay espacios alternativos muy interesantes, como Traviesa y Escritores del Mundo. El florecimiento del que hablo está asociado al auge de internet.

Algunos novelistas toman el cuento como un género de descanso entre novela y novela. Su brevedad, además, lo hace ver sencillo. ¿Es un género bastardeado?

No es un género menor. De ninguna manera. Es un género que tiene una precisión suiza, de un montaje muy delicado. También es mucho menos intuitivo que la novela. Me parece que autores tan importantes como Raymond Carver o el propio Borges demuestran que el arte sublime puede estar en un cuento. A mí me gustan los géneros fulminantes, como el cuento y la poesía. Debe haber una concentración y una potencia humana capaz de movilizar al lector en un espacio muy corto.

Es frecuente describir el cuento con lenguaje militar: una bomba de tiempo, un cañón, un campo de guerra. ¿Cómo lo describe usted?

Puede ser una bomba de tiempo. Pero también puede ser una brújula, como en Borges, o un espejo, como en Clarice Lispector. Su fuerza evocativa es muy poderosa.

Usted dice que no representa a Bolivia. ¿Sirve de algo este premio?

Sí, no represento a ningún país. Aun así, siento que este premio le abre las puertas a la literatura boliviana. En Santa Cruz de la Sierra, la ciudad de donde vengo, sólo hay tres librerías y una facultad de literatura. Nuestros libros son poco visitados y reconocidos.

Por William Martínez

 

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