El Magazín Cultural

Mamatoco: Un nocaut en la historia de Colombia

El asesinato del periodista y boxeador Francisco A. Pérez, conmocionó a Colombia y fue una de las génesis de la renuncia a la presidencia de Alfonso López Pumarejo.

Diego Firmiano
15 de julio de 2014 - 07:53 p. m.
/Biblioteca virtual Luis Ángel Arango
/Biblioteca virtual Luis Ángel Arango

Se ahogan en sangre y en lágrimas. Y con ese nuevo cemento,
hecho con sangre de Mamatoco y con lágrimas presidenciales,
pretenden pegarse al poder. ¡Veinte familias «caritativas»!
¡Ánimo, atizadores de la revolución!
Fernando González
Revista Antioquia
Fogón Revolucionario

La investigación de unas de las muertes más famosas en Colombia comenzó hace más de medio siglo, con en el extinto periódico "El Siglo”, de línea conservadora, cuando todos los días a ocho columnas se preguntaba al público y a la opinión general ¿Por qué mataron a Mamatoco? Pero ésta no era una simple pregunta sobre un hecho particular, sino que Laureano Gómez, el director del periódico El Siglo, sabía que al publicar en la Manchette de primera página este interrogante social, crearía un ambiente de oposición contra el entonces presidente liberal Alfonzo López Pumarejo y su slogan de “República Liberal”.

El asunto de la extraña muerte de un boxeador costeño, apodado “Mamatoco” y que fue noticia durante muchos meses en Colombia, contenía la semilla de la discordia política entre Conservadores y Liberales de mediados del siglo pasado, y que años después germinaría con la dimisión del presidente López, la muerte de Jorge Eliecer Gaitán y posteriormente con el exilio del mismo Laureano Gómez a España, cuando Mariano Ospina Pérez asumió la presidencia Liberal. La pregunta insistente y sin respuesta de un homicidio misterioso en la capital de la República, resuena desde 1943 hasta hoy pleno 2014 sin ninguna voz que testifique o esclarezca la verdadera causa detrás del hecho que conmocionó a la nación.

Pero ¿quién fue Mamatoco y por qué su muerte dividió al país?

Hay que empezar por un informe que Edgard Hoover, el director del FBI envío al gobierno de Colombia, donde anunciaba un posible golpe de Estado contra Alfonso López Pumarejo. El comunicado interno contenía nombres de sacerdotes, militares, ciudadanos alemanes, y específicamente resaltaba las “actividades peligrosas” del periodista y boxeador Francisco A. Pérez, más conocido como Mamatoco. El mismo que en marzo de 1934 había derrotado con una contundente izquierda al boxeador Trinitario Bill Scott, en el salón Olimpia de Bogotá y que había sido la gloria del boxeo en el país.

¿Pero por qué Un boxeador era una amenaza para el gobierno nacional y para los intereses de Washington? El misterio rodeo el asunto mucho tiempo, porque en realidad Mamatoco nada o poco tenía que ver con la política. Era un ex-agente de policía y su única actividad sospechosa era una labor periodística casi que sindical, donde en una semanario titulado “La voz del pueblo” y con la ayuda del poeta Rafael Tamayo, tronaba contra la institución policial por “la escasez e inservibilidad del vestuario, la pésima alimentación, las demoras en los pagos, los bajos sueldos, el no reconocimiento de las primas, la falta de atención médica, los despidos injustos, el trato abusivo y discriminatorio con los oficiales y agentes y otros motivos”.

Estas denuncias semanales le granjearon enemistades de grueso calibre en el cuerpo policial, pero por otro lado, ganaba la simpatía de los policías que sentían que una voz estaba a favor de ellos, ya que el mismo Mamatoco había sido entrenador deportivo dentro de la institución policial. El único caso en el que se vio involucrado con un tema político (y que solo lo mencionan los historiadores Silvia Galvis y Alberto Donadío en su obra Colombia nazi) fue en 1941, dos años antes de que lo asesinaran, y ante el tenso clima político de mítines, golpes de estado y rumores, cuando junto con el general Eduardo Bonito (sospechoso de intento de Golpe de Estado) fueron interrogados sobre una presunta conspiración contra el gobierno.

Pérez fue encarcelado durante varios meses, dando motivos a la prensa para ridiculizar el asunto, y nombrar el caso como “la conspiración de Mamatoco”. La prensa conservadora encabezada por Laureano Gómez buscaba cualquier pretexto para atacar al gobierno liberal de López Pumarejo y el propio Mamatoco se burlaría de las acusaciones del gobierno que nunca fueron sustentadas y en su jovialidad compondría un poema sobre este hecho: En el recinto del Senado se oyó una voz sonora […] el ministro dijo, “es que ahí está Mamatoco que nos vuelve locos”.

Fue con el pasar del tiempo, (aunque el auge y la caída de Mamatoco fueron rápidos), que las denuncias que parecían una simple inconformidad con el estado de la institución policial, evolucionaron a publicaciones semanales más puntuales como la corrupción, apropiación indebida de fondos y otras ilegalidades del gobierno. Su descontento personal se convirtió en uno general y sus actividades se asociaban con los rumores de que pertenecía a un grupo de conspiradores que actuarían en cualquier momento en contra del gobierno. Fue tildado de fascista, junto con Gaitán, porque afirmaba: “Yo soy un predestinado, que quiere redimir al pueblo de la coyunda de los oligarcas del dinero” y “Yo propongo luchar por el pueblo y para el pueblo”.


La caída del predestinado

Y cuando Mamatoco empezaba a crear ola política en Colombia, el 15 de julio de 1943 fue encontrado asesinado en el parque Santos Chocano del barrio la Magdalena, hoy calle 39 con carrera 15 en Bogotá. Primero se pensó que su deceso había sido causada por una riña de cantina, pero después se comprobó que había recibido 19 puñaladas por la espalda. La consternación fue general, pero inmediatamente se contrató al reconocido juez, Enrique Vargas Orjuela, que había resuelto otros casos con éxito y por quien se había popularizado el adagio de Averígüelo, Vargas, pero tiempo después fue reemplazado por un nuevo investigador, comisionado por el gobierno bajo la resolución No. 722 de 1943, que concluyó con el resultado positivo de que tres miembros de la policía nacional, teniente Santiago Silva, y agentes Oliverio Ayala Azuero y Rubén Bohórquez, confesaran puntualmente su crimen.

Ante investigaciones más a fondo no se pudieron establecer los verdaderos autores intelectuales del asesinato, empero los autores materiales fueron condenados y un par de años después, se fugaron de prisión en el famoso evento del 9 de abril, más conocido como “El Bogotazo”. El FBI intentando calmar los ánimos, notificó en un informe del Departamento de Estado en julio 22 y agosto 19 de 1943 que los policías implicados actuaron por decisión propia para granjearse el aprecio de sus superiores, y que tras infiltrase en una de sus reuniones, decidieron citarlo en un parque y asesinarlo.

Sin que nadie quedara satisfecho con la investigación, (por la reinante tensión entre godos y liberales) y al no establecerse el porqué del asesinato, se crearon especulaciones de las más diversas. El periódico El Siglo, la principal tribuna periodística de opinión de los conservadores, afirmó que lo habían matado para silenciar la voz de uno que estaba destapando la podredumbre del régimen y de la familia presidencial. De aquí surgió el interés del periódico por afirmar que tal asesinato no era un hecho aislado ni casual, sino un crimen de estado. Y por eso Laureano Gómez, como redactor en jefe, ordenó que diariamente apareciera la famosa pregunta ¿Quién mató a Mamatoco?

Sobre toda la historia criminal que involucra el polémico caso, hay por lo menos cinco hipótesis sobre la muerte del periodista y boxeador costeño:

1- Se habló de la muerte de un carabinero en el Parque Nacional, muerte ocurrida al este sorprender al hijo del presidente –el que también fuera luego presidente, Alfonso López Michelsen– con una dama dentro de un automóvil. Supuestamente enterado de este hecho, “Mamatoco” habría sido asesinado para evitar que lo divulgara.
2- Que uno de los hijos del Presidente mandó a matarlo porque éste lo hizo objeto de chantaje exigiéndole dinero a cambio de guardar silencio y no denunciar en su periódico una aventura amorosa en la que se sorprendió al hijo del Presidente con una distinguida señora, esposa de un alto funcionario”.
3- Que Mamatoco fue asesinado porque planeaba denunciar en una futura edición de su periódico, La Voz del Pueblo, algunas anomalías internas en el gobierno de López Pumarejo.
4- Que altos oficiales mandaron a matarlo porque estaban incómodos con las denuncias de irregularidades institucionales que Francisco A. Pérez hacía en su hoja semanal “La Voz del Pueblo”.
5- Que Mamatoco simpatizaba con los alemanes nazis asentados en la costa colombiana y en la capital para un posible golpe de estado junto con las inconformidades del general Eduardo Bonito y el FBI anticipando todo, lo mandó a asesinar, pero el caso se salió de las manos del gobierno.

Que cada uno saque pues, su propio camino de investigación, y deducción, porque si algo nos enseña la Historia es que esta se compone de historias y que si removemos una tilde o una coma, toda ella enloquece. Además de que en Colombia la historia se reescribe cada día. El caso del asesinato del periodista y deportista Francisco A. Pérez es un evento de nuestra historia nacional, que da indicios sobre una posible génesis de impunidad e injusticia que se da desde las instituciones políticas y entre los juegos de poder en el país. Su muerte como periodista no es de las primeras registradas en Colombia, pero sí es significativa en cuanto cumplía con el requisito de comunicar la verdad, es decir, prender la luz que desvelaba los lugares oscuros de la administración de su tiempo.
 

Por Diego Firmiano

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