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No hay nada más revitalizante y emocionante que entrar a un auditorio lleno. Ver que cada silla está ocupada por alguien que compró la boleta y que está expectante y ansioso de ver y escuchar a la banda en tarima. El pasado jueves 23, viernes 24 y sábado 25 de febrero, la agrupación colombiana Monsieur Periné realizó cuatro fechas en Bogotá, completando un promedio de 4.500 personas que fueron masivamente a ver un show en todo el sentido de la palabra.El encuentro fue en Teatro de Bellas Artes de Cafam, un escenario que se reactiva con muy buena programación artística y que por estos días celebra su noveno aniversario.
El concierto de cierre de Monsieur Periné se caracterizó por un público compuesto por adultos, adultos contemporáneos, especialmente por niños y niñas que cantaron, corearon y aplaudieron emocionados. Ahí es cuando uno dice, se están haciendo bien la tarea, y es un alivio que los más pequeños tengan este tipo de referentes artísticos. Gracias a proyectos como Periné se forman nuevas audiencias, se expanden los sonidos colombianos, se recupera la confianza en este movimiento que se construye entre todos.
“Caja de Música”, su segundo álbum y a la vez el nombre del espectáculo, arrancó con un portentoso llamado del baterista, quien desde el golpe de su instrumento, delineo la ruta rítmica y el ánimo con el que se abrió esta experiencia en vivo. “Nuestra canción” fue el primer tema que sonó, y en tarima, ocho astros estaban finamente alineados y dispuestos a demostrar por qué son hoy por hoy una de las agrupaciones que ha renovado el pop y sus fusiones en Colombia. A esta canción le siguieron: “Lloré”, su versión singular del bolero “Sabor a mí” y “La ciudad”.
“Está es nuestra ciudad”, afirmó Catalina García, vocalista y quien le imprime toda la magia y feminidad al grupo. Ella no es el centro, porque en Periné todos son protagonistas, todos están aportando, jugando a recrear ese mundo imaginario que hay dentro de la caja de música. Cabe destacar el trabajo estético y escénico, luces que colorean la atmósfera de cada canción, proyecciones que acompañan visualmente lo que se está escuchando y cada músicos concentrado en su rol, y más allá de eso, disfrutando al máximo de tocar en vivo. Eso es saber transmitir y emocionar desde un escenario. De adentro hacía afuera.
Uno de los momentos especiales en este concierto, que se extendió por más de 90 minutos, fue cuando sonó “La tienda de sombreros”, de las primeras canciones que Camilo Parra, flautista y ex integrante compuso. “En cada rincón, hubo una lección de amor, y cada vez se me fue quitando el miedo, que tenía yo y tus papás nunca supieron. Yo recuerdo que te fuiste sin ninguna explicación…”.
En esa escena del concierto, porque su puesta en tarima es muy cinematográfica, sentí que después de cinco años desde que se publicó el primer disco “Hecho a Mano”, sencillos como “La tienda de sombreros” y “Suin Romanticón”, le pertenecen a una nueva generación, son los ‘nuevos’ clásicos de la música colombiana. Lo digo, por la reacción emotiva del auditorio cuando suenan estos temas que rompieron las leyes de la industria hace media década, y gracias a esa fuerza independiente y creativa, sin necesidad de más, salvo buenas canciones, penetraron en la radio comercial.
“Es increíble cómo ha crecido la música local”, visiblemente emocionada afirmó Madame Periné, luego de cantar canciones como “Cou cou”, “La muerte”. Allí presentó a Diana Osorio, integrante de Burning Caravan, una de esas agrupaciones que van creciendo a fuego lento y a la que hay que escuchar. En el acordeón Diana acompaño a la banda con “Huracán”. “Y me voy pensando en ti, en lo mucho que yo te di. Huracán fueron mis besos en tu piel. Mi corazón olvidado el fuego muere de dolor”.
Con sabiduría los Monsieur Periné han sabido capitalizar el premio Grammy Latino obtenido en 2015. Verlos en vivo derrumba cualquier comentario o teoría sobre que son un grupo de moda. En el ruedo es que se mide el talante de un artista, y en el caso de los Periné, todos sudan, bailan, animan, disparan rayos de buena energía desde sus instrumentos.
Euforia y alegría en canciones como “Tu m´as promis”, “La playa”. Reflexión y silencio para el cierre con el Ensamble Vocal de la Universidad de los Andes y la versión de solo charango y voz en la canción “Mi libertad”. La despedida no puedo ser mejor. Salieron por el costado derecho del escenario, en una suerte de fanfarría, para mezclarse con el público en los corredores del teatro. Eso es ser un artista, no perder la perspectiva y saber que, ante todo, hay que ser una buena persona.
*Periodista musical