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Mr. Gwyn, de Alessandro Baricco

El protagonista del último libro de Alessandro Baricco está aburrido de la pose que debe mantener frente a la prensa.

Isabel-Cristina Arenas
17 de marzo de 2013 - 09:00 p. m.
Mr. Gwyn, de Alessandro Baricco

Mr. Gwyn redactó una lista de 52 cosas que dejaría de hacer a partir de ese momento y la llevó a The Guardian, en donde solía escribir. No quería, por ejemplo: “volver a tomarse fotos con la mano en la barbilla, ser cordial con colegas que en realidad lo despreciaban o aparentar seguridad en sí mismo cuando se reunía con grupos de alumnos”. Mr. Gwyn se aburrió de ser escritor, se cansó del medio. El problema es que ser escritor no es una decisión, no se puede no serlo si realmente se es.

"Todo comienza por una interrupción", es la cita de Paul Valéry al inicio del libro. Esa interrupción es la visita del protagonista a una exposición de cuadros en el momento preciso en que ha abandonado su carrera. Jasper Gwyn ahora quiere ser copista de retratos, y busca con su nueva ocupación regresar a casa a los retratados. Por eso adecúa un estudio con características muy curiosas como las dieciocho bombillas y el loop de música de fondo, y escoge a personas dispuestas a pasar allí en forma individual treinta dos días. Para copiarlos les exige no hablar y estar con ellos mismos, mientras tanto los observa, lee sus almas a partir de cada movimiento desnudo en cualquier sentido. Cuando termina el plazo y se apaga la última bombilla, Jasper Gwym no tiene salida: escribe, es el Plan A. Para hacer este experimento en la vida real ayudaría cruzarse con algunos de los personajes del libro, por ejemplo con la becaria que se convierte en eje de la novela y es quien descubre al final otro de los secretos fundamentales de Mr. Gwyn.

He oído que sus libros son azucarados. Siempre es bueno encontrar opiniones contrarias sobre alguien a quien se admira profundamente. Puede que este precisamente sí tenga un poquito de azúcar, pero solo un poco que se puede quitar de la memoria fácilmente al recordar cualquiera de sus otras obras: Tierras de cristal (1991), Océano Mar (1993) ó City (1999), éste último, en mi opinión, es el mejor y más extraño de todos, con western incluido y muchas historias adentro. Si normalmente un libro es varios libros al tiempo, City lo es a un grado sinestésico y fue el que Alessandro Baricco escribió después de su éxito total con Seda (1996), llevado al cine por François Girard, el mismo director de El violín rojo.

Durante su presentación de Mr. Gwyn en Barcelona, a finales de 2012, el autor no pudo escapar a las preguntas sobre si su intención era dejar de escribir y lo quería manifestar por medio de su personaje, a lo cual respondió que este libro era un homenaje al oficio de escritor además de un abrebocas de su siguiente obra llamada Tres veces el amanecer, que aún no se ha traducido al español pero ya fue publicada en Italia por Feltrinelli.

El autor no ha dejado de escribir, es más, dirige desde 1994 una escuela en Torino llamada Holden, en honor a J.D Salinger (http://www.scuolaholden.it), en donde orienta a sus alumnos en su objetivo de escribir cuentos, novelas, poemas, artículos y hasta guiones de cine que afinan la vocación y la pasión de quienes solo tienen un plan A. Alessandro Baricco deja claro que Mr. Gwyn es ficción, igual que la distancia y cualquier posible Plan B que se pueda cruzar en el camino.

Por Isabel-Cristina Arenas

 

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