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Las muchas vidas de Ximen Nao

Ensayo sobre Mo Yan: el diálogo de algunas de sus novelas con la tradición china.

Lina Huang *
17 de noviembre de 2014 - 07:54 p. m.
Mo Yan fue premio Nobel de Literatura en 2012. / EFE
Mo Yan fue premio Nobel de Literatura en 2012. / EFE

Corre la época del triunfo del partido comunista y, en el año 1948, el terrateniente Ximen Nao recibe un disparo de muerte que lo manda al inframundo, lugar donde, lleno de rabia, protesta por el hecho de haber sido asesinado sin que se pruebe su culpabilidad. El señor del inframundo, Yama y sus sirvientes intentan todo tipo de torturas para que deje de quejarse, incluyendo el fritarlo en aceite hirviente. Como todos esos remedios siguen siendo en vano, el señor Yama, en el año 1950, decide enviar a Ximen Nao a reencarnar en el cuerpo de un burro "de pezuñas albinas con labios tiernos y blandos", según el libro. Su nuevo dueño es su antiguo hijo adoptivo, un campesino independiente que se niega a compartir sus tierras con la comuna.

Desde aquí, empieza el camino de Ximen Nao en La vida y la muerte me están desgastando, para tratar de entender por qué está ahí y perdonar a aquellos que le hicieron daño. Después de ser burro, se convierte en buey, cerdo, perro y mono; características muy propias de un autor oriental, influenciado por la idea budista del ciclo de muchas vidas en el que cada reencarnación es una purga de la anterior. El antiguo terrateniente debe purgar el odio que hay en su corazón y por eso se le inflige el castigo de reencarnar en animales. Quisiera resaltar el hecho de que el último sea un mono; aparte de ser el animal más cercano al hombre, es el protagonista de una de las obras más famosas de la literatura china, Viaje al Oeste. Su nombre es Sun Wu Kong y es un discípulo budista-taoísta, aunque rebelde.

A través de la mirada de Ximen Nao y de otros narradores secundarios, la novela refleja la inestabilidad y transformaciones de China a nivel social, pero también de la vida misma. Primero, las tierras se vuelven comunales; mas tras la muerte de Mao, queda muy poco de la antigua sociedad. Mo Yan describe a los miembros del partido llegando en sus carros de marca Audi y BMW, poniéndose joyas finas y entrando a bares lujosos. Al tiempo, la vida de la familia de Ximen pasa por toda clase de triunfos e infortunios; amor y tragedia se mezclan en los tantos cambios, propios de cualquier explicación taoísta de la vida y de la historia de China. Los que eran ricos se vuelven pobres y la rueda de la fortuna y el infortunio giran sin cesar. Se encuentra presente la idea china del Destino, de lo que es inevitable. Así, cuando finalmente Huang Hezuo perdona a la nueva mujer de su marido, le dice que a fin de cuentas su amor había sido determinado por el destino.

El terrateniente conserva parte de sus recuerdos como humano que de vez en cuando llegan a su memoria y lo llevan a sentirse triste, pero a la vez se sumerge en la experiencia propia de un animal; son muy interesantes las descripciones que hace de su enamoramiento de una burra; y luego, como buey, sus esfuerzos al arar la tierra del campesino independiente Lan Lian. Aunque personalmente, las que más llaman la atención son las de su vida como perro y el captar de los diversos olores, no muy lejana a aquellas de Suskind en El perfume. Ximen, en sus reencarnaciones, es un animal mucho más lleno de talentos y habilidades que sus compañeros; el burro es capaz de saltos mortales y el cerdo da patadas de burro y se sube a los árboles; lo que de nuevo recuerda los extraordinarios poderes del Rey Mono en Viaje al Oeste.

Todo esto indica que Mo Yan no deja de lado la magia presente en las leyendas chinas y que otorga un carácter fantástico a ciertos episodios, como aquellos en que el pelo milagroso y vivo de Huang Huzhu cura las heridas o aquel en que el cerdo salva a los niños de morir ahogados.

El humor y sarcasmo se expresa muy bien en las frases de doble sentido, pero también en el ambiente general de la obra. No más, basta leer cómo los funcionarios del partido se regodean en la crianza de cerdos a nombre de la revolución, hasta el punto de organizar una obra de teatro cuyos protagonistas son cerdos. El Ximen Nao en su vida de cerdo se siente muy orgulloso de esta obra. También hay divertidos comentarios, como éste: "A pesar de los intentos que se hicieron por salvar su vida, el presidente Mao falleció. Por supuesto, podría haber dicho nuestro Presidente Mao, pero por aquel entonces yo no era más que un cerdo y aquello podría sonar irrespetuoso" (467).

Mo Yan es un personaje más de la novela y es descrito como alguien torpe, casi estúpido y muy chismoso, además de un ambicioso con ínfulas de escritor. Ximen Nao relata que esa “ficción” de Mo Yan a veces se enreda en su propio relato y no le permite pensar claramente.

En fin, es una obra larga (757 páginas), pero creo que por estar llena de humor en medio del ir y venir de la vida de la familia Ximen, vale la pena leerla al llegar del trabajo. Creo, además, que la traducción de Carlos Ossés logra transmitir muy bien esa atmósfera china, impregnada de poesía y magia y que en cada capítulo nos saca a una sonrisa a los lectores.

La vida y la muerte me están desgastando. Mo Yan. 2006. Cailás Editorial. 757 págs. Novela.


* Periodista y tutora de mandarín

Por Lina Huang *

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