El Magazín Cultural
Publicidad

“La muerte sin sosiego”

Presentamos el prólogo del más reciente libro del dramaturgo y escritor Sandro Romero Rey, “Memorias de una cinefilia (Andrés Caicedo, Carlos Mayolo, Luis Ospina)”.

Sandro Romero Rey
23 de agosto de 2015 - 01:33 a. m.

El 4 de marzo de 1977, Andrés Caicedo Estela se quedó dormido para siempre sobre su máquina de escribir. Se había tomado una sobredosis de somníferos y ponía fin a sus días tras una discusión definitiva con su amiga Patricia Restrepo. Treinta años después, el 3 de febrero de 2007, el director de cine Carlos Mayolo, con quien Andrés había organizado el Cine Club de Cali y con quien había dirigido la película inacabada Angelita y Miguel Ángel, moría de un infarto en su apartamento en Bogotá. La muerte abre y cierra los ciclos. Inaugura y acaba generaciones, inicia y concluye capítulos. Los que quedamos, los testigos, tratamos de darle una razón y una explicación a lo inevitable. Pero la muerte termina triunfando. El reloj se detiene y no queda más remedio que el lamento.
 
Cuando era niño, le tenía terror a la evidencia de la muerte. Primero, no soportaba la idea de la desaparición de mis padres. Tanto, que comencé a reprocharles el hecho de haberme traído al mundo, tan sólo para ser testigo de sus huidas. Luego, descubrí el horror de mi propia muerte a los 10, 11 años, y ya no pude volver a ser el mismo. En un país como Colombia, donde la muerte perdió su dimensión metafísica, no se concibe que alguien deje de gozar porque la parca pueda pisarle los talones. Pero sí. En mi caso, la idea de mi muerte siempre ha sido exclusiva, porque es la mía y es única, y la muerte, por más que se quiera, nunca será colectiva.
 
Sin embargo, creo que la desaparición de otro que más me ha desbordado fue la de Andrés Caicedo. Todavía me afecta. Me afecta como un símbolo, como el ejemplo de la insoportable evidencia de la vida como simple antesala de la muerte. Mientras pasan los años, me doy cuenta de que he hecho de todo para preservar la memoria de Caicedo. Obras de teatro, recopilaciones, conferencias, videos, programas de radio, fiestas.
 
A comienzos del 2007 decidí organizar en un solo volumen todos los textos que tenía regados por ahí sobre él, para dejar testimonio de mi viaje submarino por su desolado inframundo. Y cuando esto se forjaba, Luis Ospina, el otro protagonista de esta saga, me llamó por teléfono para darme la noticia: Carlos Mayolo estaba muerto. De alguna manera, la historia de la vida y muerte de Andrés Caicedo está ligada a la historia de la vida y muerte de Carlos Mayolo. Ambos fueron jóvenes creadores, ambos fueron obsesivos, ambos fueron cinéfilos, ambos amaron a Patricia Restrepo, ambos tuvieron que ver con las drogas, ambos eran caleños, ambos eran autodestructivos, ambos tienen la muerte encima de sus respectivas historias. He juntado mis textos consagrados a Andrés Caicedo con los escritos que he ido garrapateando, a lo largo de mis insomnios, acerca de mi complicidad con Carlos Mayolo.
 
Cuatro años después, el director de cine Luis Ospina decidió filmar la historia de nuestra generación en un ajuste de cuentas titulado Todo comenzó por el fin (2015). Una frase que ya habíamos usado en el guión de un largometraje (El pobre Lara o las exigencias del delirio), el cual nunca se rodó. La frase aparece también, por ahí escondida, en una de mis obras de teatro.
 
Durante la realización del documental, Ospina cayó gravemente enfermo y se decidió que, en caso de que desapareciese, el director, Rubén Mendoza, y el que firma este libro terminarían su largometraje. Por fortuna, santa Verónica, la santa del cine, no permitió que Ospina se fuera tan pronto y toda su tragedia terminó formando parte de su extenso documental de 208 minutos. En el fondo, este libro terminó siendo una suerte de apéndice de dicho documental. Un largometraje que, para todos nosotros, los caleños de otrora, resulta más que sobrecogedor. Por consiguiente, este libro ha ido evolucionando. Lo que antes se llamó Andrés Caicedo o la muerte sin sosiego (Norma, 2007) desapareció de las estanterías y finalmente fue descatalogado. Ahora, cuando la historia parece continuar, esta ave fénix generacional regresa de sus propias cenizas con el título que el lector tiene entre manos, parafraseando un subtítulo cinéfilo del autor de ¡Que viva la música! Es una vuelta al pasado, porque Caicedo sigue siendo protagonista y las preguntas sobre su gesta aún están abiertas. Por otro lado, porque no ha habido sosiego para este drama que, en última instancia, es el recuento de nuestras propias vidas. La cinefilia, por su parte, ha sido el secreto denominador común de las líneas que siguen.
 
Escribir sobre los cómplices de tu generación es un difícil ejercicio de distancia, pero, al mismo tiempo, es una manera de comprometerse con lo mejor que la vida te ha brindado. El resto es fondo musical.
 
***
 
La estructura de “Memorias de una cinefilia”
 
“Este libro se ha armado a partir de muchos textos escritos a lo largo de los años, siguiendo la idea de las ‘colecciones’ que tanto le entusiasmaban al escritor cubano Guillermo Cabrera Infante. Está dividido en cuatro grandes bloques con dos hilos conductores: la ciudad de Cali y la cinefilia de una generación. Como introito, hay cuatro capítulos en los que se hace un recorrido por la historia del ‘séptimo arte’ (¿todavía sigue siendo el cine el séptimo arte?) en la capital del Valle del Cauca, donde el autor mira su ciudad natal desde la distancia y, en dos textos coyunturales, se muestran las polémicas acerca de la crisis de la cultura en Cali y el nacimiento y consolidación de su Festival Internacional de Cine.
 
En el segundo bloque, el más extenso, a lo largo de diez capítulos recogidos bajo el título ‘Andrés Caicedo o la muerte sin sosiego’, he organizado los principales textos que he escrito, desde 1984 hasta el 2014, sobre el creador de los Angelitos empantanados. En la tercera parte se reúnen dos textos consagrados a Carlos Mayolo y otros dos sobre Luis Ospina. Por último, hay exhaustivas bibliografías y filmografías de los tres personajes que atraviesan el libro”.

Por Sandro Romero Rey

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar