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La naturaleza aún le habla al arte

“Miradas” presenta la obra de María Lucía Gómez, Sara Rayo y Gloria Grajales, con tres técnicas distintas que exploran la naturaleza.

Juan David Torres Duarte
24 de marzo de 2015 - 01:09 a. m.
“Cascada”, de María Lucía Gómez, acrílico sobre lienzo. / Cortesía - Casa Cano
“Cascada”, de María Lucía Gómez, acrílico sobre lienzo. / Cortesía - Casa Cano

La galería Casa Cano —con sede en una casa grande, silenciosa, llena de luz blanca, en Quinta Camacho— abrió el 11 de este mes la muestra Miradas, dedicada a la obra reciente de tres artistas: María Lucía Gómez, Sara Rayo y Gloria Grajales. Son tres técnicas y perspectivas diferentes de un mismo objeto: la naturaleza. Con ese tema, que aparece de manera tan recurrente en la literatura pictórica —sobre todo como una fuente abundante de observación—, Casa Cano casi pisa la misma línea de su muestra anterior, consagrada a la obra de Gregorio Cuartas (Antioquia, 1938). En ésta, Cuartas presentó una serie de acrílicos sobre lienzo que retrataban, de una manera geométrica, exacta en sus ángulos, algunos paisajes desérticos y solitarios, de una sola y eterna dimensión. Ínsulas y paisajes, como fue titulada entonces la muestra, no sería un título inadecuado para esta nueva exposición.

Salvo que aquí existen tres miradas distintas, incluso opuestas. El título, Miradas, refiere una perspectiva, pero sobre todo señala un concepto del arte. Toda obra de arte es una tesis sobre ese arte. Las de María Lucía Gómez (egresada de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, residente en el campo) son observaciones de la geografía. El díptico Guaduales (dos acrílicos sobre lienzo) expresa esa observación como una visión periférica. Tiene detalles: los guaduales están pintados con precisión y el río al fondo tiene un brillo propio. Casi se siente el viento que contiene el acrílico. En sus cuadros, que recuerdan cierta escuela pictórica que se alimentó del viaje —la de la Comisión Corográfica, por ejemplo, y tal vez Ramón Torres Méndez— y el descubrimiento de su entorno, Gómez crea un estado de ánimo a través de una disciplinada perspectiva: sus cuadros no nacen al azar —como sucede con ciertos artistas contemporáneos—, sino de una técnica cuidada, consciente. Y demuestra, antes que nada, que la pintura y sus motivos siguen vivos en pinturas que combinan los colores y la luz de una manera vivaz: Lejanías, Salero, Marea baja y Solitaria son muestras de ello.

Sara Rayo heredó de su padre, Ómar Rayo, la fijación en la geometría. Aplicándola a la naturaleza, Rayo recoge formas de flores (o que parecen flores) para crear tres dimensiones, un relieve, sobre papel acuarela. ¿Qué hay detrás de esa geometría? Es una explosión: es posible ver el fondo de la flor, su interior. La pintura es aplicada con aparente violencia, pero permanece cierta simetría. Rayo se concentra en su aprecio de las formas y a través de ellas quiere preguntarse qué hay dentro y tal vez qué podrían decir sobre la condición de esa naturaleza. Los fondos son, por lo general, blancos. Las respuestas se escapan.

En contraste con el trabajo de Rayo y Gómez, que se refiere también a la quietud, las fotografías de Gloria Grajales expresan movimiento y tiempo. Hay agua y naturaleza: mientras una expresa movimiento, la otra permanece impasible. Power of Nature, por ejemplo, es el mar atrapado por la fotografía, quieto, en ese instante en que la ola va a enredarse de nuevo entre el mar. Blue Lagoon y Gold Floating Flower, en cambio, presentan objetos quietos, pasivos. Ambos son estadios de reflexión para Grajales, como lo fueron para los impresionistas, en otro sentido. El tema se repite, y es inevitable que se repitan los temas en el arte: la perspectiva de Grajales habla de las horas que pasan y de los objetos que permanecen. De la condición mutable de los hombres y de la condición eterna de la naturaleza. Esclusas, otra de sus fotografías, resulta muda, sin el alma propia del resto de su trabajo. Otras de ellas son retratos apreciativos de la naturaleza. Como sus dos colegas, sin embargo, Grajales muestra que la naturaleza es un tema esencial en el arte y que a partir de ella es posible preguntarse de nuevo por nuestra suerte.

 

Casa Cano está en la carrera 7A Nº 69-45. Entrada gratuita. De lunes a sábado.

Por Juan David Torres Duarte

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