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"Nunca he sido cercana al poder"

A los 82 años, Elena Poniatowska habla de su vida como periodista y de los retos de la profesión en el siglo XXI.

Steven Navarrete Cardona / Ciudad de México
23 de agosto de 2014 - 02:14 p. m.
Elena Poniatowska. /AFP
Elena Poniatowska. /AFP

“Mi casa queda al lado de una iglesia, es la que tiene muchas flores”, me dice Elena Poniatowska al tratar de remediar el descuido de no precisar los números de la dirección de su casa. Luego de dar varias vueltas a pie por la colonia de Chimalistac, en Ciudad de México, decido tomar un taxi para que me lleve a la dirección, a bordo del vehículo sin saber con precisión a dónde debo dirigirme, le pregunto a un transeúnte si sabe dónde vive Elena Poniatowska. Las indicaciones del peatón fueron exactas. En la zona todos saben quién es Elena. Si no conocen su historia la han visto en la publicidad que abunda en bibliotecas, teléfonos y puntos de lectura en donde se puede encontrar una fotografía suya sosteniendo un libro.

La fachada de la casa es sencilla, sin ningún tipo de adornos pomposos, con un toque rústico que evoca la ruralidad, sumado a algunas flores que sobresalen. La puerta que conduce al interior de la casa es angosta y allí me recibe Martina, una mujer que la apoya en las labores del hogar. La acompaña un labrador negro que se abalanza para reconocerme.

—Él es Shadow. Es de mi hijo, pero me lo dejó aquí —me dice Elena en medio de risas—. Pase, ya bajo, voy a atender unas llamadas.

Mientras espero en su sencilla sala, compuesta por dos sillones y un sofá de color amarillo quemado, se oye el ruido que producen los obreros que trabajan en el cuarto contiguo. Luego de unos minutos, Elena baja por unas escaleras de madera exhibiendo un abrigo café muy elegante que contrasta con sus ojos azules y cabello blanco.

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P: ¿En que está trabajando actualmente?

R: En una novela que quiero entregar antes de fin de año sobre la segunda esposa de Diego Rivera, Lupe Marín de Rivera, que le dio dos hijas al muralista. Una de ellas, Ruth Rivera, ya murió de cáncer. Lupe fue una personalidad opacada por Frida Kahlo. Es un personaje bastante interesante, que tuve el privilegio de entrevistar antes de su muerte hace algunos años.


P: Tras leer su libro ‘Querido Diego, te abraza Quiela’ surge una inquietud ¿Por qué es tan importante la figura de Diego Rivera en el campo artístico mexicano?

R: Porque fue un gran muralista que supo plasmar la identidad y la historia de México en sus murales.

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Llaman a la puerta. Un grupo de vecinos la busca y Martina se le acerca cautelosamente para comentarle algo al oído. Elena se para y me pide que la espere unos segundos. Desde la sala se oye algo de lo que hablan. Sus vecinos acuden a ella para pedirle que firme una petición sobre un problema vecinal. “Con su firma bastaría”, anota uno de lso visitantes. Ellas responde que no los puede atender en ese momento pero que con mucho gusto pueden hablar el día siguiente. Los despide y regresa a la casa.

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P: Acaban de cumplirse 60 años sin Frida Kahlo. ¿Qué representa su figura en la actualidad?

R: Frida Kahlo ha sido un fenómeno mediático. Fue una gran pintora, y además una mujer que muchos han tomado como una bandera. Luego de su muerte se habló de que fue lesbiana y feminista, entonces esos grupos también la han reivindicado. Fue una mujer extraordinariamente valiente frente a la enfermedad que la mantuvo en cama durante tantos años, porque su columna quedó destrozada.

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Durante los pimeros minutos de la entrevista Elena Poniatowska permanece sentada en el extremo derecho del sofá. Tirita de frío y, sin que lo pida, Martina le lleva un té en un pocillo de cerámica que mantiene durante el resto de la entrevista en sus manos sin probar un sorbo.

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P: Hablemos de su faceta de periodista. ¿Qué cubría cuando trabajaba en el periódico?

R: Cuando empezaban, a las mujeres invariablemente las refundían en una sección que se llamaba “Sociales”, pero si persistían y no sólo estaban allí para casarse y se veía que tenían madera de periodistas, las cambiaban a la sección de información o de entrevistas con personajes políticos.

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La sala de la casa está adornada con centenares de libros variados: ciencias sociales, arte y especialmente literatura. Se ven desde las puertas hasta el fondo del salón. En una columna hay un dibujo de su rostro un poco más joven.

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P: ¿Qué máquina de escribir usaba?

R: Aprendí a escribir en una Remington y tenía una Olivetti portátil que quise mucho porque me la regalo mi papá.


P: ¿Y ahora desde donde envía sus trabajos a ‘La Jornada’?

R: Tengo un ordenador hechizo, una máquina reconstruida por un técnico mexicano. Ya no sabría usar uno de marca porque ya tiene sus mañas.


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Ríe como una niña y no teme comentar ese detalle. Mientras hablamos, sus dos gatos se trepan a mis piernas.

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P: ¿Le gustan mucho los gatos?

R: Esos son recogidos de la calle, son Monsi y Vais, así se llaman. El que trata de sentarse en tus piernas es Monsi, el hombre, y la hembra es Vais. Viví mucho con perros, entonces me siento más afín a los perros, pero quiero a todos los animales.


P: ¿Qué recuerda de estar en una sala de redacción?

R: El ruido de las máquinas de escribir Remington. Fue muy aleccionador trabajar allí, pertenecer a un equipo. Se lograba mayor cercanía y lograbas conocer mucho más a las personas. Ahora sólo envías mensajes electrónicos y se acabó la relación, no bajas con tus compañeros de la redacción a tomar café ni tampoco ‘platicas’ sobre lo que vas a hacer. Antes había más camaradería, ahora cada uno es un lobo solitario.


P: ¿Los periodistas siempre dicen la verdad?

R: Los periodistas, en general, si dicen una falsedad tienen al entrevistado que los desmienta y tienen a sus compañeros y colegas que pueden decir si está mintiendo o no. Un periodista siempre está expuesto a la luz pública. Es difícil falsear la verdad. Asimismo es muy complicado que un entrevistado diga que dijo algo y luego se desdiga si ya quedó grabado. Antes era muy fácil que alguien se echara para atrás, pero ahora es muy difícil porque en general los periodistas conservan la grabación, en especial cuando se trata de asuntos políticos.


P: La década de los ochenta fue una época muy difícil para el periodismo en Colombia, muchos periodistas murieron entre ellos don Guillermo Cano, en defensa de la libertad de prensa. ¿Qué piensa del ejercicio del periodismo en una situación como la que vive México hoy?

R: Lo que se ha dicho y se ha repetido: México es el país más peligroso para los periodistas. Aquí se juegan la vida, porque muchos han sido asesinados y desaparecidos.


P: ¿Cuál es la fuente más peligrosa de cubrir?

R: La que está ligada al narcotráfico. Los periodistas que corren más riesgos son aquellos que están en la frontera con Estados Unidos y que viven en Tijuana.


P: ¿Qué es para usted la libertad de prensa?

R: Un órgano donde no existan la censura política, ni la censura social, ni la censura que se podría llamar moral. Los periódicos deben ser cooperativas donde todos apoyan y no que los periodistas respondan al interés de los dueños. En general, los dueños de los periódicos suelen ser hombres multimillonarios y tienen un periódico para defender sus intereses, además de sus otros negocios.


P: ¿Cuál es su género preferido en el periodismo?

R: La crónica, pero también he realizado un montón de entrevistas. Me gusta la primera porque


P: En ‘La noche de Tlatelolco’ hace uso de diversas herramientas periodísticas para contar una historia. ¿Por qué hacerlo en la literatura?

R: Porque a la final todo es escritura. Muchos novelistas se basan en la realidad, en entrevistas, en preguntas, y obtienen respuestas. Recuerdo cuando salíamos a comer con Carlos Fuentes: él preguntaba cómo se preparaba lo que comía, qué ingredientes contenía y después incorporaba lo que le decían a una novela.


P: ¿A quién quiso entrevistar y nunca pudo?

R: Me hubiera encantado entrevistar a Nelson Mandela. Considero que es uno de los grandes de esta época. Era amable con los periodistas y una excelente persona. Habíamos quedado con otro amigo en ir a Johannesburgo, pero no pudimos.


P: Me percato del libro Fábrica de Santos de Álvaro Mutis y por supuesto hay que preguntar: aparte de Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis, ¿con qué otros escritores colombianos construyó una amistad?

R: Los quise mucho. Hay que mencionar a Laura Restrepo, que es una gran novelista, y a una mujer muy especial que es Albalucía Ángel, que también quiero y admiro mucho, así que tengo muchos amigos y amigas escritores y escritoras colombianas.


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Buscando libros con la mirada encuentro varios objetos llamativos junto a una inmensa ventana que mira al patio. Se pueden ver varias materas, una porcelana de un tigre y la figura de un conejito que parece perdido entre el conjunto de plantas domésticas. Hacia el otro lado se ve un dibujo que muestra a la Virgen de Guadalupe en medio de un hombre enmascarado y otro con prendas que lo identifican como integrante del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

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P: ¿Por qué nunca militó en un partido político?

R: Porque siempre he pensado que no es mi camino. Ante todo soy periodista y quiero conservar una capacidad crítica.


P: ¿Cómo es su relación con el poder?

R: Nunca he sido cercana al poder, ni ahora ni nunca, y no creo que los políticos me quieran.


P: ¿Y no ha querido participar en política?

No, pero me han ofrecido ser diputada.


P: ¿Por qué los políticos no la quieren?

R: Porque siempre he sido muy crítica del régimen, ellos quieren a quienes los lambisconean, no a quienes los ponen en evidencia.

Por Steven Navarrete Cardona / Ciudad de México

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