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Ópera en otra dimensión

El director venezolano estará al frente de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, que interpretará una obra cumbre dentro del repertorio del compositor alemán Richard Wagner (1813-1883).

Juan Carlos Piedrahíta B.
02 de julio de 2013 - 10:09 p. m.
Una aproximación al montaje escenográfico de ‘Tannhäuser’, de Richard Wagner, que se verá en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, en Bogotá. / Nicolás Boni
Una aproximación al montaje escenográfico de ‘Tannhäuser’, de Richard Wagner, que se verá en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, en Bogotá. / Nicolás Boni

Para pararse en frente de una orquesta, hay que estar muy bien preparado. La afirmación la hace Gustavo Dudamel, instantes previos al primer ensayo oficial de Tannhäuser, de Richard Wagner (1813-1883); la obra que dirigirá los días 13, 16 y 18 de julio en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, en Bogotá. Lo importante es convencer a los 50, 100, 200 o 1.000 músicos que integran la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, dependiendo de la exigencia, pues la verdad rotunda la tiene la batuta del director. Para el venezolano de 32 años, se trata de un trabajo psicológico, metafísico, y por eso las cuatro horas de duración de la pieza con intermedios y recesos se transforman en segundos emotivos para la vida tanto de los artistas como de los espectadores.

Desde que comenzó en la dirección de orquesta, Gustavo Dudamel tiene claro que la música es una interacción. Él simplemente es una guía. Su misión es cederles la importancia a los verdaderos gestores de la magia, que son el compositor y los músicos. Lo dice con conocimiento pleno, porque ha hecho el ejercicio de mover las manos sin tener en frente a los músicos y sus indicaciones no han tenido eco. No suena nada. No sucede nada a su alrededor.

“La música no la vemos, la sentimos, es un efecto físico a raíz de una armonía. En Colombia, la gente ni siquiera me va a ver de espalda, porque estaré en el foso y si acaso se me alcanzarán a ver los rulitos del pelo. La subjetividad es muy bella y puede crear alegría, nostalgia, esperanza, dependiendo de quién lo esté escuchando, así que no sé muy bien qué va a pasar con nuestra interpretación de una de las piezas más románticas de Richard Wagner”, comenta Gustavo Dudamel, quien nunca antes había dirigido alguna composición del alemán y, por fortuna, será en Colombia y en la celebración de su bicentenario.

El venezolano entiende la complejidad de Wagner como un todo. No la siente en un texto particular, porque el compositor profundizó en los conceptos de las óperas épicas, con más de cuatro horas de duración. Dudamel se formó dentro del repertorio sinfónico y más adelante personajes como Gustav Mahler (1860-1911) y Anton Bruckner (1824-1896) lo llevaron a descifrar las partituras del genio alemán. Es decir, realizó el tránsito a la inversa. El argentino Daniel Barenboim, creador de la Orquesta del Diván Este-Oeste, le insistió mucho en que él debía enfrentarse muy pronto a la dirección de una obra de Wagner. La respuesta del venezolano era que quería conocer más al autor, acercarse sin recelo, y que por eso postergaba esa deuda con la música.

“Lo que he aprendido de Richard Wagner es que fue un hombre sin miedos, porque asumió el riesgo de plasmar en la partitura todo lo que le pasaba por la cabeza. Nosotros con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y el reparto de primeras estrellas mundiales en los roles más importantes en Tannhäuser vamos a hacer la versión que no tiene la inclusión del pequeño ballet, pero dura unas cuatro horas con intermedios. Creo que hasta el mismo Wagner no quedó contento con la versión de París con el episodio del ballet, pero queríamos algo más efectivo, y por eso nos inclinamos por una versión más compacta”, dice Dudamel quien después de su serie de presentaciones en Bogotá, regresará a su país a dirigir La Octava Sinfonía, de Gustav Mahler, y preparará el equipaje para comandar la delegación del Sistema de Orquestas de Venezuela, que tendrá una agenda apretada en el Festival de Salzburgo, en Alemania.

Para el venezolano, lo más complejo de abordar en el caso de Richard Wagner es el texto, aunque la música está tan bien escrita y cada consonante va ligada a la armonía y tiene un propósito. Gustavo Dudamel cree que dirigir por primera vez una obra del autor alemán, con quien pensó que debutaría en 2018, implica un reto físico enorme, y eso que a él le toca mover solamente las manos, pues lo más exigente les corresponde a los cantantes y a los músicos. Él no sabe bien qué va a pasar durante esas tres presentaciones en Bogotá, porque hasta ahora ha habido un único ensayo, pero tiene el presentimiento de que se va a divertir, y mucho.

“Tannhäuser es un proyecto de otras dimensiones y es una locura. La idea nació el año pasado, y la misma emoción que me transmitió Gloria Zea me emocionó tanto si sin ser consciente del riesgo. Siempre quise esperar para dirigir Wagner. Lo estudié mucho con Barenboim, sobre todo Parsifal y Tristán e Isolda, y ahí comprendí que es lejano para nosotros en América Latina, pero al mismo tiempo es la base de muchas de las piezas que yo dirijo en la actualidad como obras de Mahler y Bruckner”, concluye Gustavo Dudamel, quien confiesa que siempre se toma más de dos años para dirigir una ópera, y con su elocuencia señala que en caso de sobrevivir a Wagner tiene planeadas mil locuras más.

 

 

jpiedrahita@elespectador.com

 

‘Tannhäuser’, de Richard Wagner. Dirige Gustavo Dudamel. Julio 13, 16 y 18; 7:30 p.m. Teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán, Carrera 7ª N° 22-47. Información y boletería: 5936300 y www.tuboleta.com.

Por Juan Carlos Piedrahíta B.

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