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La pasión de la reina

Ocultas detrás de un hombre, dos mujeres libraron en el siglo XII una de las más grandes batallas de la historia por la buena salud del amor y por la verdadera fidelidad.

Alberto Medina López
04 de septiembre de 2015 - 03:30 a. m.
La pasión de la reina

En aquella época, el sexo masculino era dueño y señor del feudo. La mujer no elegía a su marido y desde los doce años los padres disponían de ella para cumplir con un pacto matrimonial, que una vez consumado incluía hasta el infame derecho a golpearla. Ese sometimiento convirtió a las dos mujeres en revolucionarias.

La reina Leonor de Aquitania, reina de Francia y después de Inglaterra, y su hija María, condesa de Champaña, lideraron la libertaria tarea bajo la pluma de un capellán de nombre Andreas. Las ideas feministas de madre e hija quedaron plasmadas en un manual que la historia conoce como el Libro del amor cortés.

El texto, que enaltece el sentimiento amoroso, habla de cómo se adquiere, mantiene, aumenta o extingue el amor e incluye preguntas de enamorados, respondidas por la condesa. “¿Puede existir el amor entre los esposos? El amor no puede imponer sus derechos entre dos esposos. Los amantes, en efecto, se dan mutua y gratuitamente todo y sin que les obligue razón alguna. Los esposos, por el contrario, quedan obligados a satisfacer sus mutuos deseos y a no negarse nada”.

Incluso plantea complejos interrogantes. Dos amantes se disputan una dama y ella les propone una alternativa: “Entrego a uno de vosotros la mitad superior de mi persona, y al otro la mitad inferior. Elegid”. El dilema: ¿Quién la ama más? Contrario a los que creen que la ama más el que escogió la parte de arriba, lean la respuesta: “De ninguna manera. Es de la parte baja de donde proceden todos los placeres que consuelan a los hombres de sus preocupaciones y no habría ningún placer en contemplar la parte de arriba si no se pensara en la de abajo”.

El libro no es elogio del adulterio, ni adulación del matrimonio porque en esa época no era una libre elección. Sólo eleva el amor y por eso es crítico de la infidelidad. “Merece ser tenido como asno impetuoso al que impulsa un deseo carnal tan grande que no puede atarse al amor de una sola mujer”.

El amor cortés nace de los trovadores enamorados de damas casadas. El flechazo los obliga a la cortesía que incluye respeto por la amada, silencio y vasallaje: el enamorado se vuelve su súbdito. Con el amor así entendido, la reina Leonor se hace protectora de trovadores para liberar a la mujer de la tiranía masculina de su época.

Por Alberto Medina López

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