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Relato de ultratumba

En mayo de 1992, Todd McFarlane publicó el primer número de esta historieta, un cómic con un héroe venido del infierno. La narración cambió el rumbo de la industria y afectó a una generación de músicos y dibujantes.

Santiago La Rotta
12 de mayo de 2012 - 09:01 p. m.

Al regresar a su casa, cinco años después de haber muerto, Al Simmons descubrió que su esposa se había casado con su mejor amigo. “Morí por ti/Me engañé por amor/Amor, incondicional/Ahora sólo por ver su rostro/Lo he perdido todo. El trato estaba amañado/Hay oscuridad en mi alma/Quiero morir de nuevo”, dice una canción que canta su pena.

Cinco años atrás, Simmons fue asesinado a traición por uno de sus compañeros. Su alma, como agente de la CIA, condenada inexorablemente al infierno, cayó en las manos de una entidad llamada Malebolgia. El soldado estrella, torturado por sus recuerdos, acepta el trato que le ofrecen: servir como general de los ejércitos del abismo a cambio de ver a su esposa una vez más. “Soy tu padre, destructor de la luz/He tomado tu alma y así te he dado vida/Maldito, condenado por mi mano/Mi hijo, criatura de la noche”.

Spawn surge sobre el cuerpo de Al Simmons como un engendro maldito y vengativo que regresa, engañado, para ver cómo ha perdido a su gran amor. En medio de la ira y la violencia decide rebelarse en contra de su amo. Así nace el héroe y el cómic.

Para 1991, Todd McFarlane se encontraba al borde de su propia aventura: dejaba Marvel Comics para fundar, con seis compañeros más, Image Comics, un sello independiente en el que daría rienda suelta a ‘Spawn’, una historia que había ideado casi 10 años atrás. En mayo de 1992, el primer número de la historieta llegó a las tiendas y vendió 1,7 millones de copias, la cifra más alta para un cómic independiente hasta hoy.

Spawn, comandante del mal, señor de la destrucción, es una industria que, en 35 países y 10 idiomas, habla de la batalla entre el cielo y el infierno a través de una criatura quebrada por un amor que ya no será.

Cada cuadro es denso, pleno de sombras y oscuridad, Spawn mismo es una colección de negro adornada sugestivamente por espinas de metal, taches y una capa roja, rasgada, que ondea con vida propia. El dibujo y la historia proponían otra cosa. La guerra entre los grandes poderes, estaba en manos de un asesino, mitad vivo, mitad muerto, que se debatía entre la nostalgia, la venganza y la redención. Este no era el héroe con superpoderes nacido en un planeta distante o el paladín de la justicia con una tía bonachona. Acá se trataba de las vísceras de la humanidad vertidas en una criatura deformada y con mal temperamento: un hombre plagado por la duda, el hombre moderno.

“El personaje era raro, misterioso; la capa le daba un aire de solemnidad. Fue el primer cómic que compré con mi propio dinero. Ahorré y fui al centro a conseguirlo. Tenía como 14 años”. Miguel Bustos es dibujante y, como otros varios, llegó a Spawn en la adolescencia atraído por el pulso entre el bien y el mal, además de los detallados dibujos de McFarlane. Para Bustos, el cómic fue un momento de quiebre en la industria y, personalmente, se convirtió en la puerta de entrada a novelas gráficas como ‘Sin City’, inmersas en un mundo en el que la bondad y la justicia son monedas escasas.

Cuando ‘Spawn’ llegó al mercado, el muro de Berlín había caído. El comunismo era una referencia histórica desagradable y el capitalismo bienhechor había ganado la partida. Todo era mejor y el mundo vivía en el perfecto equilibrio del mercado. Aún había pequeños problemas, como la recientemente finalizada Guerra del Golfo, el auge del sida, el narcotráfico, las masacres en los Balcanes, las recesiones económicas de comienzos de aquella década…

“Spawn encarnó la agonía de los años noventa. Todo el dolor que venía contenido después de la perfección de los ochenta comenzó a salir con este cómic”. Santiago Rivas, uno de los colaboradores del ‘Pequeño Tirano’, también asegura que la historia de McFarlane arrancó el motor de una escuela que se nutría del sufrimiento y que trascendió los límites de las historietas en general para insertarse en el discurso musical de toda una década: “A mí ‘Spawn’ me lleva de vuelta a estar escuchando bandas como Fear Factory, Nine Inch Nails, cosas con ese nivel de angustia”.

En 1996, la banda de metal Iced Earth publicó su cuarto álbum, titulado Dark Saga. La portada era una ilustración de Todd McFarlane y todas las letras contaban la historia de Simmons y su paso por los infiernos mediante una música cuidadosamente pensada, sombría, pero no lúgubre, dolida: la banda sonora para ir al más allá. Matthew Barlow, entonces vocalista de la agrupación, cantó en ese disco: “Señor, elevó mi puño hacia ti/¿Por qué no me dejas morir?/¿No sufriría lo suficiente?”.

Además de inspirar a dibujantes y músicos, ‘Spawn’ fue llevado al cine en 1997 en una adaptación bastante floja, aunque con una banda sonora en la que figuran nombres como Prodigy, Metallica, Incubus, Korn, Tom Morello, Slayer, entre otros. Ese mismo año, HBO dio comienzo a una serie animada (muy superior a la película) que se alargaría hasta 1999. El mismo McFarlane ha colaborado en la producción de videos para bandas como Korn y Pearl Jam (para esta última hizo el videoclip de la canción Do the evolution).

Veinte años después de su nacimiento, ‘Spawn’, más allá de ser un emporio del entretenimiento, que incluye la fabricación de juguetes de la saga, se estableció como una parada obligada a la hora de hablar de la historia del cómic, además de ser una influencia para una parte de la cultura popular de una década que desde varios oficios exploró la profundidad del infierno de la mano de Al Simmons.

Por Santiago La Rotta

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