Réquiem para guitarra en saxofón

Gentil Montaña nació en Ibagué en 1942 y con la guitarra logró conectar la tradición con la formalidad. / Archivo

Cuando ensayaba en su habitación, Gentil Montaña (1942-2011) se cubría con una buena dotación de cobijas para mitigar el sonido. Esa preocupación por las horas de sueño de los demás hablaba muy bien del guitarrista, pero muy mal del oído de sus vecinos. A beneficio de terceros habría que decir que los músicos, incluso los talentosos y virtuosos como Montaña, realizan ejercicios rutinarios y pocas veces ensayan interpretando piezas completas, así que ellos nunca tuvieron la oportunidad de escucharlo en un concierto privado desarrollando su faceta como bolerista –con la que comenzó antes de que Andrés Segovia se metiera en su cabeza–, ni en sus aproximaciones a los clásicos, ni mucho menos en sus arreglos a partir de la música tradicional colombiana.

El violín de su padre le ayudó a comprometerse con el arte. Tenía siete años y la fidelidad con el instrumento le duró hasta los 13, cuando encontró en la guitarra una acompañante más afín a sus expectativas y mucho más cómoda en su forma de interpretación. Fue integrante del trío Los Trisónicos, con el que se encargó de telonear las presentaciones privadas de Pedro Vargas, Los Tres Reyes y Víctor Hugo Ayala. Ese periplo a ritmo de bolero por algunos de los clubes más importantes de la capital duró hasta que escuchó a Andrés Segovia, el precursor de la guitarra clásica, interpretando un recital completo. Su oído lo engañó. Pensó que ese sonido estaba amortiguado por más de un instrumento y se sorprendió al saber que era una sola guitarra, tal vez igual a la que él tocaba todos los días
Montaña, cuyo verdadero nombre era Julio Gentil Albarracín Montaña, estudió en el Conservatorio de Música del Tolima y se preparó en Europa en tiempos en los que muy pocas personas apostaban por la unión fructífera entre la guitarra académica y el folclor. Algunos experimentos de la música criolla llevada al terreno sinfónico hacían pensar que el resultado podía ser brillante en cuestión de sonido pero limitada en matices, sabor, herencia y tierra. Sin embargo, el maestro nacido en Ibagué en 1942 logró conectar la tradición con la formalidad y lo hizo con conocimiento pero también con respeto y amor. Sintió propios las guabinas, los bambucos y torbellinos, pero de la misma manera asimiló las cumbias de José Barros y los porros de Lucho Bermúdez.

Por la influencia del guitarrista en el desarrollo del instrumento en Colombia y por su aporte a las diversas manifestaciones tradicionales, el Cuarteto de Saxofones de Bogotá quiso rendirle un homenaje organizando un concierto en el que se abordan algunas de sus interpretaciones más populares.
El cuarteto, integrado por Luis Eduardo Aguilar, Gerardo Chitiva, Cristhian Danilo Amado y Jhoanny Cagua, surgió en el año 2000 y desde entonces ha recibido dos menciones otorgadas en la tribuna Trimalka (Paraguay) por la interpretación de las obras musicales El año viejo y El gallo tuerto. De igual manera, en sus trabajos discográficos (tres en total) ha contado con la participación de los maestros José del Carmen “Cheíto” Guerra, Efraín “Payito” Herrera, Guillermo Navas, Carlos D. Piña, Ramón D. Benítez y el maestro Justo Almario.

Más que en la composición, escenario en el que se destacó Gentil Montaña, más que en los arreglos, con los que se diferenció de muchos otros intérpretes que se quedaron en eso, el maestro se hizo fuerte en la música colombiana, el único haber que siempre defendió. Por eso logró hacer todo lo que hizo por ella y tal vez por ella ensayaba hasta la madrugada con un bloque de cobijas encima.
 

Cuarteto de Saxofones de Bogotá. Homenaje al Maestro Gentil Montaña. Jueves 23 de marzo de 2017, 7:00 p.m. Auditorio Mario Laserna, Calle 19A # 1-82 Este (Bogotá). Entrada gratuita con inscripción.