El Magazín Cultural

Santiago Rivas, un presentador muy “criollo”

Con su forma de ser, espontánea y sin pelos en la lengua, lejos de ser sinónimo de timidez, este personaje se ha convertido en el referente de la televisión pública colombiana desde hace algunos años.

Catalina Bohórquez*
15 de diciembre de 2016 - 02:39 a. m.
Santiago Rivas, un presentador muy “criollo”

El presentador, ilustrador, ferviente hincha de Santa Fe, y a leguas cachaco, nació el 21 de febrero del año 1982. Un breve resumen de su vida diría que es el hijo de la diseñadora gráfica, Inés Elvira Camargo, y el crucigramista, Alejandro Rivas. Es el mayor de sus hermanos Daniel y Juan Antonio Rivas Camargo, el tío de Emilio Rivas y el novio de Viviana Londoño. Estudió en el Gimnasio Campestre y luego decidió estudiar artes plásticas en la Universidad Nacional –carrera de la que no se ha graduado-. De sus 22 a sus 26 años, fue profesor de artes en el mismo colegio del que se graduó. Ha participado en proyectos como La Franja de Señal Deportes, En Órbita, El Parodiario, El Pequeño Tirano, Zona Girante, La Recontra y que como él asegura “de pura chepa”, en el año 2009 llegó a ser el presentador del programa Los Puros Criollos de Señal Colombia.

El ilustrador

A las cinco en punto de la tarde pone su tinto de 12 onzas sobre la mesa redonda del café, pone su maleta –a plena vista pesada- en el piso, se sienta y saca un cuaderno y una bolsa para pintar.

-Empecemos - dice.

Abre su cuaderno, saca una especie de pluma negra y con una asombrosa facilidad empieza a dibujar lo que en cuestión de segundos toma la forma del rostro de un hombre con una nariz puntuda y un ojo más grande que otro. Una de sus mayores pasiones es dibujar. “Yo no dibujo como un artista plástico, aunque eso fue lo que estudié, yo dibujo como un ilustrador, dibujo lo que recuerdo o lo que me invento”. Desde que tiene memoria lo hace, incluso cuando era un niño, respondón y “solo un poco nerdo”, que se sentía como un adulto, o en sus propias palabras “un niño echado a viejo”, que no le temía a hablar frente a muchas personas.

Recuerda su niñez como una niñez feliz, y piensa que tal vez el momento más emocionante de su vida lo tuvo a los seis años. “En el 88 pensé ¡qué feliz soy! y como yo era un adultico, todo el tiempo tenía esas especies de reflexiones sobre la vida”. A sus once años ya había encontrado su vocación en las artes plásticas. A sus dieciocho no solo inició sus estudios en la Universidad Nacional, sino que además decidió irse de su casa. “Siempre me picó la casa, y tal vez la distancia es la que hace que mi relación con mi familia sea tan buena”.

Su madre y su padre que han sido los crucigramistas de varios periódicos del país, son para Santiago su forma de definirse. “Yo soy hijo de mis papás, y creo que eso es lo único realmente cierto que hay de mí”.

Siendo las cinco y siete minutos de la tarde, termina el dibujo que había empezado con los últimos retoques de color amarillo. Pasa a la siguiente hoja y con la misma pluma de color negro traza líneas en diferentes direcciones como haciendo el boceto de un vestido.

-Esto que estoy tratando de hacer ahorita es un experimento, que es hacer manchas y después ver qué se puede sacar para contrastar – dice.

El presentador

A las cinco y diez minutos pasa la hoja y esta vez empieza por lo que parece ser el cabello de una mujer.

Al menos la mayoría de las grandes historias tienen inicios poco promisorios y Santiago Rivas no es la excepción a esta premisa.

En el 2009 Néstor Oliveros, el director y guionista de Los Puros Criollos, estaba buscando un presentador para hacer el piloto del primer programa, acontecimiento que para el hijo de Inés Elvira y Alejandro, se convertiría en el inicio de todo lo que nunca imaginó.

-Néstor ya había grabado, o estaba por grabar con otra persona. Estaba buscando una segunda opción para presentar el piloto del programa, y unas amigas en común le dijeron ¿Por qué no llama a Rivas? El man me llamó y al final me prefirió a mí, y ahí quedé yo matriculado como presentador del programa.

A las cinco y cuarto termina de dibujar el rostro de una mujer. Cara larga y delgada, nuevamente un ojo más grande que el otro, nariz delgada y respingada y cabello corto de ondas. Su mirada está fija en el horizonte.

En sus inicios Los Puros Criollos no contó con un gran reconocimiento. “Fueron cuatro años, en los que aparecí en televisión sin que nadie viera esa vaina”.
Y sería hasta su segunda temporada en el año 2012 que el programa sería conocido, “gracias a que lo pusieron después de Don Chiche”.

Como lo afirmó en entrevista con la revista Rolling Stone, el director de Los Puros Criollos, Néstor Oliveros, “Santiago es el tipo”. Así que sin la belleza de Agmeth Escaf, ni la peculiaridad de Iván Lalinde, este cachaco que se describe a sí mismo como un tipo “calvo, gordo y con barba”, ha logrado ser el ganador de cuatro premios India Catalina, en la categoría de mejor presentador de entretenimiento, convirtiéndose en el referente de la televisión pública colombiana.

-Nunca me imaginé ser el referente de nada, además en un principio alguien se quejó porque yo no me veía para nada como un presentador de televisión – sentencia.

Siendo las cinco y media sostiene la pluma de color negro en su mano derecha mientras se entretiene hablando de su relación con la fama. “Mi pelea con la fama es que hay un desequilibrio de poder innecesario, así que lo mejor que he podido hacer es no tomarme la fama muy en serio”.

A las cinco y cuarenta toma un sorbo de café, pasa su mano izquierda sobre su cuaderno y continúa dibujando, el turno esta vez es para un hombre de nariz ancha, labios gruesos, cejas pobladas, orejas vistosas, piel negra y cabello rizado.

Continúa.

-Lo más loco de la fama es que haya gente que te quiera comer por ser famoso. Yo no me considero un tipo feo, pero tampoco me considero un tipo bonito, sin embargo no quiero saber cómo le va a Ricky Martin que es un tipo precioso. Es realmente precioso ¡Yo creo que yo se lo doy a Ricky Martin!

Se ríe y afirma varias veces con su cabeza.

Para Santiago, su reconocimiento no es solo de “pura chepa”, sino que además es el resultado de su fluidez al hablar, su carisma, que según él, “es lo único que tiene parado a Uribe”, su capacidad de depurar ideas y su humor, cualidades que han sido su sello desde que, en el 2009, entró a hacer parte de la pantalla de la televisión pública colombiana con un programa que según este cachaco de 34 años, “combate el arribismo de nuestra sociedad”.

Son casi las seis de la tarde, hace dos minutos terminó de dibujar a un hombre de ojos grandes, facciones muy marcadas, de cuello corto y cara larga. Ahora colorea con una pluma de color amarillo a una mujer con un abundante afro, gafas, una gran candonga en su oreja y un desalineado collar. Termina su último dibujo mientras concluye algunas ideas. “Todo lo que nos parezca popular nos da pena. Nos da vergüenza todo lo que parezca inferior”.

Cierra su cuaderno y respira profundo.

-Aun así, qué bueno que vivimos un mundo donde no todo es corrupción y estupidez, sino que a veces hay un espacio en el que finalmente termina prevaleciendo la belleza.

Concluye el presentador, ilustrador y ferviente  hincha de Santa Fe, que puso a la inteligencia como el gran sinónimo de la belleza en la televisión colombiana.

*Estudiante de la Universidad Jorge Tadeo Lozano

Por Catalina Bohórquez*

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