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Sus obras son un reflejo de su imaginación. Esa realidad alterada e infinita era el mejor lugar para sustraer sus cuadros. Sus estados de ánimo, sus padecimientos, sus alegrías, sus angustias y sus des-esperanzas eran el punto de partida de sus pinceladas y de sus imágenes asociadas a lo más sublime de los sentimientos humanos. La figura materna, la fraternidad y la conexión que desde siempre tiene una madre con un hijo fueron fundamentales en la creación artística de Lucy Tejada. Ese poder de los sentimientos, ligado a las vivencias y los recuerdos compartidos con su madre, fue una musa que acompañó a la artista durante toda su trayectoria.
Rompiendo con la imagen conservadora y patriarcal de la mujer como ama de casa en Colombia, Lucy Tejada se alzaba en la década de 1950 como una de las artistas más prometedoras en el escenario cultural y como un símbolo de emancipación, pues si bien sus pinturas no tenían un matiz político y contestatario, sí eran una manifestación de liberación en tanto que nunca se dejó llevar a la vida doméstica que era, infortunadamente, lo habitual en las mujeres colombianas. Su paso por la Universidad Javeriana y la Escuela Nacional de Bellas Artes fueron determinantes, pues en la primera, laa artista conoció a Alejandro Obregón, pintor y profesor que halló con precisión un don particular en Tejada y la impulsó para estudiar en la Escuela de Bellas Artes y así obtener una formación más especializada y direccionada a las habilidades en las artes plásticas. De allí, Tejada afianzó sus conocimientos y empezaría a participar con gran éxito en varias exposiciones de arte. Bogotá y laa Guaijira fueron los primeros escenarios donde Tejada incursionó como artista.
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En 1952 la pintora viaja a España. Sus visitas concurrentes al Museo del Prado alimentarían su pasión e inspiración para continuar florecienco el camino de la pintura como medio para ilustrar la vida y hacer del óleo y el lienzo el mejor de los retratos posibles sobre la constante reflexión de nuestra condición. Cuatro años después, Tejada retorna a su tierra para cosechar nuevas pinturas y reforzar su identidad artística.
El Movimiento 'Insurgentes' y el Grupo Taller fueron algunos de los gremios a los que Lucy Tejada perteneció. En el primero, se generó una ruptura con la tendencia del arte en Colombia, pues los pintores se apartaron del carácter poético de la pintura y encaminaron su identidad a un lenguaje alternativo y contemporáneo. En el segundo, en el cual fue fundadora, se marcó el inicio del arte y la cultura en la ciudad de Cali, lugar al que perteneció el grupo. Alejandro Obregón, Antonio Valencia, María Negreiros y Hernando Tejada son algunos de los artistas que acompañaron a Lucy Tejada con su trasegar en la cultura y en las artes.
Países como España, Francia, Italia, Cuba, Costa Rica, Argentina, México, Colombia y Brasil fueron testigos de la ternura en la pintura. El símbolo de Lucy Tejada como mujer y como una de las artistas más importantes de la contemporaneidad en América Latina fue relevante para artistas emergentes y nuevas generaciones que veían lejana la posibilidad de vivir gracias a sus obras y de situar en una pintura el existencialismo y los padecimientos de una vida que en medio de los colores también podía hallar algo de neblina.
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Estanislao Zuleta, filósofo colombiano, aseguró una vez en un texto que llamó La fragilidad de los seres y que se encuentra en el libro Lucy Tejada: Retrospectiva 1951-1992, que la ternura que expresan sus pinturas es una "curiosa mezcla de amor y tristeza, tristeza por el desamparo y la vulnerabilidad originaria de todos los seres".
El Ministerio de Cultura de Colombia le otorgó la Medalla al Mérito Cultural en reconocimiento a su carrera de 50 años en el año 2007. Su legado, que debe pervivir a lo largo de los años, se concentra en buena parte en el Centro Cultural Lucy Tejada, ubicado en pereira, su ciudad natal. 163 piezas hacen parte del conglomerado de obras que allí se reunen y que son un patrimonio artístico para la ciudad del Eje cafetero y para el país por su espíritu vanguardista y su aporte a la construcción de la identidad cultural de Latinoamérica.
El 2 de noviembre de 2011, la artista pereirana falleció en la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica de Occidente de Cali. Una ceguera le impidió seguir pintando en este mundo en los últimos años de vida. Seguramente los pincelazos siguieron ocurriendo en el éter de su imaginación, no solo como un hábito irremediable sino como aquel elemento que la aferró a la vida y a la salvación que ofrece el arte en sus diversas manifestaciones.