Cristian Garavito - El Espectador / Juan Diego Caicedo.
Juan Diego Caicedo es comunicador social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y Magister en Arte, Dirección de Cine y T.V., de la Escuela Nacional Superior de Cine, Teatro y T.V. León Schiller de Lodz, Polonia.
Fue director de las revistas Gritos y Susurros y Cine al Patio, de la cual fueron publicados dos números. Asimismo, estuvo en la cabeza del proyecto de formación para reclusos, del mismo nombre, que se adelantó en varias cárceles colombianas durante siete años. Su trabajo le valió ganar, en dos ocasiones (2004 y 2006), las convocatorias del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, en la modalidad de formación de públicos. También ha realizado programas de radio dedicados a varios compositores clásicos y contemporáneos en las emisoras HJUT, con Bernardo Hoyos y UN Radio.
En entrevista con El Espectador habla de la experiencia dirigiendo su último documental 'Langostas, libros y cine' y de los proyectos venideros.
¿De qué trata el documental?
De todo un grupo de artistas, escritores e intelectuales que en Colombia, entre los 40 y 50, se interesó por el cine y ayudó a construir una cultura cinematográfica en el país. Estamos hablando de pintores como Alejandro Obregón y Enrique Grau, poetas como Jorge Gaitán Durán. Ensayistas como Hernando Valencia. Literatos como Gabriel García Márquez y Álvaro Cepeda Samudio , el fotógrafo Hernán Díaz, Nereo López, el arquitecto Rogelio Salmona, todos ellos hicieron parte del primer cineclub de Colombia, que fundó Luis Vicens el personaje central de mi documental, un hombre sin igual. Además muchos de ellos integraron la realización de la ‘Langosta Azul’, una película clave para el cine colombiano, dejando una huella muy profunda.
¿Cuánto tiempo tomó la realización del documental?
Dos años. Pero de Vicens y de esta generación, he leído y he escuchado hablar toda la vida.
¿Cómo empezó su pasión por el cine?
Desde niño veía mucho cine. Llegó a ser como mi novia. Veía toda clase de cine, incluso algunas veces me escape de clases para ir a cine. Mi círculo de amigos también era aficionado.
Usted tiene formación como periodista…
Ingresé a estudiar periodismo en la Universidad Tadeo Lozano. Mi papá había estudiado periodismo pero no lo ejercía. Para esa etapa de mi juventud, sentía una gran pasión por tres cosas; el fútbol, la radio y el cine. El periodismo abordaba los tres temas. En mi casa siempre recibíamos los periódicos de todas las partes del país y me encantaba leer y estar informado.
¿Cómo llega al Cine?
En la universidad Jorge Tadeo Lozano había un cineclub fundado por Margarita de la Vega, que es una crítica de cine. Uno de los integrantes del cineclub había estudiado conmigo en el colegio, en clases nos vimos y me enteré de esta apuesta. Asistí a las presentaciones, y se sorprendieron de que hubiera visto tanto cine, que fuera tan fanático,- como lo sigo siendo- y me propusieron que entrará al cineclub. Esas fueron mis primeras experiencias más sistemáticas con el cine.
Pero estaban muy jóvenes. ¿A quién acudían para formarse aún más?
Claro, yo tenía por ejemplo 18 años. Teníamos muchas carencias. Sentimos la necesidad de recurrir en muchas ocasiones a quien fuera considerado el maestro para los amantes del cine, que fue Hernando Salcedo Silva, que era el director del Cine Club de Colombia, quien remplazó en este cargo a Luis Vicens uno de los personajes claves de mi documental. Hernando se convirtió en mi mentor y en un gran amigo.
Usted ha sido crítico de cine de diversos medios. ¿En qué momento pasó de la afición a la crítica?
En el curso de la pasión me vi impulsado a exteriorizar lo que pensaba sobre las películas. Además, el grupo era prolífico y empezamos a escribir. Hicimos una revista que si bien tuvo escasos números, impactó a muchas personas, se llamó, Cineclub JTL en el año 74. Por ejemplo de ello se enteró Andrés Caicedo -quien vivía pendiente de todo lo que pasaba en el campo del cine-, un día llegó a la oficina del cineclub universitario en Bogotá, para hablar sobre la revista y sobre nuestro interés.
¿Cómo llegó a ser crítico de cine en el Espectador?
Colabora esporádicamente en El Magazín Dominical. Un día fui a la redacción y vi a Don Guillermo Cano caminando entre los escritorios, siempre atento. Entonces, sin palancas o influencias lo abordé y tenía dos textos a la mano. Le dije de mi interés por escribir crítica de Cine en El Espectador. Muy cordial me atendió, me dijo que las iba a leer y que lo llamara dentro de dos semanas porque se iba a someter a una cirugía. Efectivamente llamé y me dijo; ‘Lo estaba pensando, me gusta como escribe’, ese mismo día organizamos cómo iban a ser mis colaboraciones. Tres en las páginas interiores y un texto en el Magazín Dominical.
¿Cuál es el género que más le interesa?
Me interesa hacer ficción, pero en el país es muy difícil. Mi formación de documentalista, que adquirí en Polonia, también me ha permitido desarrollar este género.
¿Por qué hay que ver el documental 'Langostas, libros y cine'?
Porque hace parte de la historia desconocida de Colombia, evidencia aspectos que los medios de comunicación han relegado a un segundo plano. Por supuesto muestra la huella de personas que contribuyeron culturalmente al desarrollo cultural del país.
¿Qué les recomendaría a las personas que quieren estudiar cine pero se intimidan ante las dificultades?
Más que pensar en estudiar en una universidad específica, vean mucho cine, lean y aprendan de literatura, pintura, historia y política, pero no en su sentido simplificado.