El Magazín Cultural
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Sin pudor a ser pintura

La exhibición, curada por Érika Martínez, se pregunta por los espacios del arte y los artistas en la contemporaneidad.

David Otero Nieto
14 de febrero de 2014 - 04:52 a. m.
 Rueca (2013), de Andrés Matías Pinilla, describe la pasión del artista por las formas geométricas. / Liz Durán.
Rueca (2013), de Andrés Matías Pinilla, describe la pasión del artista por las formas geométricas. / Liz Durán.
Foto: LIZ DURAN/EL ESPECTADOR - LIZ DURAN

“Lo pictórico”, concepto abordado desde la visión curatorial de Érika Martínez como todo aquello que se desprende de los marcos propios que delimitan la pintura, adquiere vitalidad, voz y representación en la exposición Sin pudor a ser pintura, dedicada a visibilizar el trabajo de artistas jóvenes (menores de 30 años) enfocados en la experimentación y las nuevas subjetividades de las artes plásticas.

Según Martínez, “mucha gente habla de que la pintura ya no tiene un lugar. Lo interesante es preguntarse cómo aparece la pintura en la actualidad en términos de arte contemporáneo”. Es precisamente este el cuestionamiento que guía las exploraciones sobre el espacio de la pintura y, por antonomasia, del arte, en nuestro entorno diario y vivencial como humanos.

Sin pudor a ser pintura, abierta hasta el próximo sábado 15 de febrero en uno de los salones artísticos de la Cámara de Comercio de Bogotá (Artecámara), se encarga directamente de responder esta pregunta con el trabajo de artistas que buscan la creación de nuevas formas e interpretaciones a partir de la ubicación de elementos cotidianos fuera de las fronteras de su utilización habitual.

Este es el ejemplo de obras como Rueca, de Andrés Matías Pinilla (Bogotá, 1988), e Insostenible, de Julián León (Bogotá, 1984). La primera, una muestra viva de la labor del artista como pensador lógico y constructor de piezas arquitectónicas que desbordan lo doméstico; la segunda, una intervención del espacio que debate las nociones convencionales del artista mimetizado con su entorno como una nueva forma de ubicar su obra en el espacio urbano.

Para Sergio Páez Calvo (Bogotá, 1986), que presenta su obra El pintor de la vida moderna, a partir de esta exhibición se presenta también la oportunidad de guiar la atención a uno de los debates centrales del arte contemporáneo: “la presencia del pintor, la figura del artista”.

Abrir las dubitaciones en torno a la función creadora del artista, que se vale de la intertextualidad y la narrativa visual contemporánea para brindar nuevas interpretaciones sobre su propia labor, permite, de acuerdo con la visión de Páez, “cuestionar al observador sobre qué es lo que considera como pintura. ¿Es una superficie de tela con óleo, con acrílicos, o podemos considerar eso que vemos en un televisor como una superficie, como una pintura también?”.

Esta intervención del artista cuando funge como creador permanece vigente en los Emsamblajes , de Gustavo Niño (Bogotá, 1988), quien crea composiciones con basura y objetos encontrados, una demostración de la expresividad artística de los objetos, que pueden ser recopilados y adquirir nuevos significados gracias a la selección de un artista que observa en cada pieza una narrativa que merece ser contada y divulgada.

“Alrededor de mi taller había mucho desperdicio y pinturas viejas que podía usar. Desde el año 2008 comencé a crear estos ensamblajes, más o menos una constante durante dos años, y a medida que he desarrollado otros proyectos permanecen ahí los ensambles de madera”, cuenta Gustavo Niño con respecto a su obra.

Junto a las piezas mencionadas se ubica también el trabajo de Juana Anzelini (Bogotá, 1985), la única mujer en este grupo de artistas y autora de la única obra que retrata directamente la anatomía humana, con rostros de personas afectadas por la ceguera, una serie cargada de tonalidades oscuras con trazos marcados que recuerdan el volumen y la textura de la pintura expresionista.

El sexto participante de la muestra es Nicolás Gómez Echeverri (Bogotá, 1984), encargado de desarrollar una visión completamente cenital de los paisajes como se observan desde la distancia, una cartografía imaginaria de lugares que exceden las cuadrículas de la representación geográfica tradicional.

La apuesta de Artecámara, la rama artística de la Cámara de Comercio de Bogotá, parte de la motivación de convertirse en una vitrina, tanto para los artistas jóvenes que necesitan un espacio de reconocimiento como para los curadores que brindan ideas innovadores en cuanto a la selección y exhibición de obras agrupadas bajo un concepto base.

Julie Cangrand, encargada de la selección de propuestas para Artecámara, asegura que “hacía muchos años que se había pensado una exposición en torno a lo pictórico y esa fue una de las razones para escoger esta exhibición. La mayoría de las piezas fueron creadas para la misma y nos permitió tener grandes sorpresas con artistas que no han circulado tanto en el último año”.

La labor curatorial no es un elemento que pasa inadvertido en este trabajo. Érika Martínez, becaria del Intensivo de Curaduría de Buenos Aires realizado por el ICI de Nueva York, desarrolla en esta, su primera exposición independiente, un quehacer que la lleva a compartir el espacio creativo con los expositores, a adentrarse en el taller, hábitat natural del artista.

Este taller también se convierte en un espacio difuso, ya que, tratándose de una exhibición de obras, en su mayoría inéditas, la sala de la Cámara de Comercio en Chapinero se convirtió, durante el montaje, en una extensión del lugar en el cual el artista desarrolla y plantea el contenido de su obra.

Sin pudor a ser pintura: abierta hasta el 15 de febrero de 2014.Lunes a sábado 8:00 a.m. a 5:00 p.m.Cámara de Comercio de Bogotá, sede Chapinero, calle 67 Nº 8-32, piso 1. Entrada libre. Parqueadero disponible.

 

koastska@hotmail.com

@lacostamalvada

Por David Otero Nieto

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