El Magazín Cultural

Sutatenza, o el recuerdo de la radio popular

La exposición “Radio Sutatenza: Una revolución cultural en el campo colombiano (1947-1994)”, se presenta en la biblioteca Luis Ángel Arango desde el 25 de mayo hasta el 25 de Julio.

Luisa Rendón Muñoz / @luisarendonm
09 de junio de 2017 - 04:21 a. m.
“La educación nos hace libres” fue la consigna de Acpo para invitar a los campesinos a participar en el movimiento radiofónico.  / Cristian Garavito
“La educación nos hace libres” fue la consigna de Acpo para invitar a los campesinos a participar en el movimiento radiofónico. / Cristian Garavito

“Caballero con los hombres. Galante con las damas. Tierno con los niños. Implacable con los malvados: Así es Kalimán, el hombre increíble”. Durante muchos años, a partir de los 40, las familias se reunían para compartir las historias que desde la radio se emitían. Kalimán era una de las más escuchadas. Los dramas se podían escuchar en esa y otras novelas radiofónicas. Ya tenían su marca y lograban que los oyentes se sentaran a esperar todas las tardes un episodio.

Antes de que se iniciara Kalimán, las programaciones radiales pasaban por las noticias, algo de música, debates y, en el caso de Radio Sutatenza, clases de todo tipo. Eran los años 40. En Latinoamérica se comenzaban a crear redes para que las emisoras no fueran siempre las mismas. Estaban las parroquiales, las estatales o las comerciales, que casi siempre eran privadas. Este era un buen medio para las denuncias, para escuchar opiniones variadas ante el mundo y distraerse por momentos de las ocupaciones. La radio llegaba a cualquier lugar. Era un acompañante permanente.

“Esta es Sutatenza Bogotá, HJ CY, 250 kilovatios de potencia en su frecuencia de 810 kilohertz onda media. Y HJGG, 50 kilovatios de potencia en su frecuencia de 5.095 kilohertz onda corta. En la banda tropical de 62 metros, Sutatenza Bogotá, emisora matriz de la cadena Sutatenza de Colombia, afiliada a Asomedios”.

Radio Sutatenza nació en 1947 como la primera radio comunitaria en Colombia. Su fundador fue el cura José Joaquín Salcedo y tenía dos objetivos principales: difundir la doctrina cristiana entre campesinos y enseñar técnicas para mejorar el desarrollo de la comunidad. Por otro lado está el ejemplo de apropiación y de control total de una emisora por parte de sus oyentes, como lo fueron las radios mineras de Bolivia, según el teórico Alfonso Gumucio.

Estas fueron establecidas a partir de 1949 y constituyeron una de las primeras experiencias de comunicación participativa en el mundo y uno de los ejemplos de comunicación popular. La importancia de lo que podría ser la radio en aquellos tiempos consistía básicamente en que las personas no la utilizaban sólo para el deleite sino para aprender y descubrir. La educación, que parecía ser sólo para algunos en aquellos tiempos, se reducía a la cantidad de dinero que se tuviera en el bolsillo o la capacidad de endeudamiento.

Luis Alberto Celis, oyente y practicante de la Radio Sutatenza en aquellos tiempos, cuenta cómo antes las personas se sentaban a escuchar las clases y cómo había auxiliares, como se denominaban en aquel entonces, que tenían conocimiento de lectoescritura y matemáticas y facilitaban el aprendizaje al ayudar a los demás oyentes. “En algunos casos tomaban la mano del adulto y lo guiaban en su escritura. Eran como los tutores”.

Después de 15 años de transmisión, ya no sólo se hacía desde la parroquia sino desde otros centros de emisión, en cinco puntos del país: Bogotá, Barranquilla, Cali, Medellín y Magangué. Pasaron de pocas horas de emisión a 19 horas diarias, en las que pensaron en complementar la educación enseñando, además del alfabeto y los números, salud, economía, trabajo y espiritualidad.

También se empezaron a implementar cursos avanzados, como conservación del suelo, mejoramiento de la vivienda, salud preventiva, nutrición, recreación y procreación responsable. Para ese entonces, la ultraderecha creía que educar a los obreros era casi un pecado. No se trataba entonces sólo de educar a los campesinos. Se trataba, además, de educar a las personas sobre la ruralidad, la importancia del campo y de quienes trabajan en él.

Por lo mismo, jerarcas de la iglesia atacaron al cura José Joaquín Salcedo tildándolo de comunista. Celis aclara: “Yo nunca fui ni he sido comunista, pero si en alguna parte me enseñaron sobre ideas políticas y me dieron la formación sobre lo que es libertad política, fue con Radio Sutatenza. Mucho amigo mío estudiante de derecho me pregunta dónde aprendí tanto de política y derecho. Yo me siento orgulloso de haber estudiado con Sutatenza”.

En 1994, como era de esperarse, Radio Sutatenza desapareció. Hubo quienes dijeron que el Gobierno de entonces, presidido por César Gaviria, había censurado la emisora. Otros aseguran que fue comprada por una empresa comercial. Lo que sí es cierto es que el movimiento encargado de la radio, Acpo (Acción Cultural Popular), retomó el proceso que venía desarrollando, pero esta vez no sólo desde la radio, sino desde los medios digitales.

Según Celis, “lo más importante es una formación integral, porque abarca todos los aspectos de la humanidad. Cuando una formación abarca todos los aspectos, la formación humana es completa y se dan unas bases para ser y comportarse en la vida como un buen ser humano. Tuve la fortuna y la bendición de haber participado de todo esto y no haber ingresado a ningún grupo armado de la época de tantos que se crearon en mi adolescencia y que muchos jóvenes, por falta de una adecuada ilustración, se dedicaron a desearle el mal al prójimo”.

Cuando se hizo la primera prueba de la radio fue para comunicar a barcos que estaban teniendo alguna dificultad en el mar. Luego se transformó para darles voz a las personas y denunciar o enseñar lo que pasaba a su alrededor. Si bien es cierto que aún existen radios con estas bases, no sobra preguntarse cuántas tienen aún este interés y, sobre todo, cuántas están dispuestas a renunciar al top 10 de las canciones más sonadas. No es necesario que se acaben, por supuesto, pero valdría la pena tener nuevas propuestas que ayuden a que la radio popular no se quede en el recuerdo de sus oyentes.

Por Luisa Rendón Muñoz / @luisarendonm

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