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Teatros en Streaming

Una novedosa forma de enfrentarse a este arte.

Redacción Cultura
25 de febrero de 2013 - 03:50 p. m.
/AFP
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Streaming: distribución multimedia a través de una red de computadoras de manera que el usuario consume el producto al mismo tiempo que se descarga. Una corriente continua sin interrupción. Esa es la definición. Pasa con cine y con música y, ahora, pasa también con teatro. ¿Con teatro? Volvemos a las palabras de la definición: usuario/ consume/ producto/ descarga. La pelea con el teatro tradicional está casada.

Usuario: – En el teatro no hay usuarios – (dirían) – Hay espectadores –
Producto/consume: – El teatro no es un producto de consumo, es una obra de arte –
Descarga: – Descarga. ¿Eso qué tiene que ver? –

Resulta que ya sí. Ya tiene que ver. En España, desde hace un tiempo, se ha venido experimentando con una nueva forma de hacer teatro que viene de la idea de que, si dos personas se pueden hablar por internet, se puede hacer teatro – en tiempo real – de la misma manera, en muchos lugares del mundo. Los espectadores no sólo no tienen que estar en la misma sala que los actores, sino que pueden estar a kilómetros de distancia, en países con horarios y climas diferentes. Ya no hay telón que se abra y de inicio a la función, el espectáculo está a un par de clicks.
Se vuelve algo más íntimo: un actor y un espectador, ambos en la comodidad de sus casas. ¿Íntimo?

Pero hay que ir a los inicios de todo esto y no sería extraño pensar que empezó en el sector de los negocios. Las reuniones, cuando algún gerente no podía viajar y estar presente, se solucionaban con acceso a internet y una webcam. En el arte esto también se empezó a hacer, compartiendo conferencias a distancia o en otra sala alterna cuando el aforo de la principal ya estaba lleno. El Centro de Cultura Contemporanea de Barcelona (CCBB) empezó a llevar estas interacciones un poco más allá. Logró que se pintara un mural de graffiti, por tres personas, en tres lugares diferentes: sus trabajos se fusionaban en la pantalla. En danza y en performance también incursionó, al conseguir que se siguiera un guión de una pieza en común por músicos, bailarines, videoartistas y artistas performativos, que se sucedían, los unos a los otros, desde sus pantallas en España, Chile, Brasil y Colombia.

Se habla de las nuevas tendencias de las artes multimedia y el performance. ¿Qué tiene que ver el teatro ahí? Vamos entrando con calma. El pionero, según el diario El País, fue Rubén Ramos que creó Teatron, una plataforma online, con el objetivo de que fuera un espacio virtual en el que los usuarios, de manera libre y colectiva, pudieran crear nuevas formas de hacer teatro: "un Youtube de las artes escénicas" con una granja de blogs. Ese fue el primer paso. El segundo fue montar una red de televisión, TVtron, en la que se comenzaron a transmitir los eventos en directo mientras que, en una sección paralela, había listas de reproducción manejadas individualmente por artistas, críticos o teóricos. Empezaron con 6 usuarios que, con el tiempo, aumentaron a 500 y ahora cuentan con 160.000 visitas anuales, no solo desde España, sino también de Europa y de América Latina, según el mismo diario.

Cuando ese proyecto ya estaba consolidado, llegaron a la puerta de Teatron personas jóvenes, con nuevas ideas, reunidos con el nombre de PlayDramaturgia. Ellos ya no querían grabar funciones para retransmitirlas en directo sino que querían crear espectáculos que fueran solamente para eso: para ser retransmitidos en directo. De ahí nació Escenarios del Streaming, un proyecto que creaba las piezas para que fueran, exclusivamente, mostradas por Streaming. Entre estas piezas están Room Ofelia, emitida desde un apartamento a través de un celular y Mateo Morral (un suceso extraordinario) que se proyectó en vivo. Esa última consistía en dos pantallas que mostraban recorridos por Madrid que una pareja de actores iba comentando en tiempo real desde el centro cultural. El espectador, desde su casa, se enfrentaba a dos niveles de pantallas: la de su computador y las que estaban en el lugar en el que se estaban transmitiendo los recorridos.

PlayDramaturgia no cuenta con mucho presupuesto y se ve obligada a hacer las retransmisiones desde celulares o de cámaras sencillas cuya calidad es muy distinta a la que pudiera tener una superproducción. Sin embargo, para ellos, eso sigue haciendo parte de la obra: "Pero esa es en parte la gracia", dicen, "a veces hay cortes, partes pixeladas, ruido de fondo... y eso también juega a favor, porque intensifica la idea de que todo está ocurriendo en directo".

Este tipo de espectáculos también se están haciendo, de manera similar, en un hotel al otro lado del Atlántico por la compañía Pop up teatrics. En New York, algunos dramaturgos, actores y directores internacionales, en grupos de a tres, produjeron monólogos de 9 minutos que se pueden ver en tiempo real por Skype. El espectador llega al hotel y, después de pagar su entrada, se sienta en uno de los computadores de la sala, se pone sus audífonos y hace click para llamar al actor de su representación, que estará, en algún lugar del mundo, esperando su llamada. El actor o la actriz había ensayado antes, durante un mes y medio, con un director que, a su vez, se encontraba en otro lugar del mundo.

Esto, definitivamente, ha llevado el teatro a otro nivel. Es la revolución de la revolución. Ya no existe la preocupación por la ruptura de la cuarta pared, porque ya no hay paredes: los escenarios son abiertos y movibles. Y el espectador no tiene que esperar a que se acabe la función para emitir sus comentarios sobre ella. Puede hacerlo a través de chats y de Twitter. Puede, si la obra lo estipula, cambiar el curso del espectáculo con ideas para el desarrollo de la trama en tiempo real. También se cuestiona la posición de un público que, por lo general, se entiende como un grupo de personas. Ya no hay grupo. El teatro, con el streaming, se convierte en un uno a uno. Si se ha dicho, desde siempre, que este arte se construye desde la interacción de los actores con el público y que las reacciones inmediatas de este último influyen en el desarrollo del espectáculo, cabría preguntarse qué pasa en este sentido con las obras en Streaming ¿Pueden Twitter y los chats reemplazar la risa o el llanto conjunto de los espectadores en las sillas de un teatro?

Por Redacción Cultura

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