En 1988, Fanny Mikey quiso organizar una muestra teatral que se tomara las calles y los teatros de Bogotá, aunque el país estuviera pasando, en ese entonces, por una de las épocas de mayor violencia. Esa primera edición, ese primer intento, se llamó “Un acto de fe en Colombia”. Al quinto día de festival, un atentado destruyó parte de la sede del evento, ubicada en el Teatro Nacional.
A pesar de las amenazas, el festival continuó y resurgió periódicamente, cada vez con más fuerza. Empezó en las calles, luego pasó a ser una integración artística de los países latinoamericanos, y hoy en día es el evento cultural de mayor transcendencia en Colombia y el festival de artes escénicas más grande del mundo. En sus ediciones anteriores ha contado con más de ochocientas funciones de cien compañías internacionales y ciento setenta compañías colombianas, reuniendo a los grupos de teatro más importantes provenientes de los cinco continentes.
Este año “Todos tenemos que ver”: este es el lema de la 14ª versión del festival, que ahora se lleva a cabo cada dos años, alternándose con el Festival de Música de Bogotá —“Bogotá es Mozart” en 2015—. Esta vez estarán presentes cinco continentes, 25 países, Brasil como invitado de honor, 39 obras internacionales de sala y 11 de calle, 36 compañías colombianas en sala, tres coproducciones, 15 grupos de teatro de calle, 24 eventos académicos, 29 salas, 11 parques, dos centros comunitarios, un corredor cultural, el Palacio de los Deportes y el coliseo El Campín, un desfile inaugural, la Carpa Cabaret, VIA: Ventana Internacional de las Artes Escénicas, una gran clausura en el parque Simón Bolívar, alrededor de 300 funciones en sala, 1.200 artistas y millones de espectadores, del 4 al 20 de abril.
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