El Magazín Cultural

Tom Hanks no para de hacer cine

El actor estadounidense, que este año estrenó tres películas, viene con una tercera cinta de la saga “El código Da Vinci”. Entrevista desde Hollywood.

Fabián W. Waintal
30 de agosto de 2016 - 10:47 p. m.
“Inferno”, la tercera película de la saga “El código Da Vinci”, se estrenará en Colombia el próximo 13 de octubre. / Cortesía Romar Media
“Inferno”, la tercera película de la saga “El código Da Vinci”, se estrenará en Colombia el próximo 13 de octubre. / Cortesía Romar Media

En un mundo de Hollywood donde las estrellas no sobreviven al éxito, Tom Hanks supo conservar el prestigio y la fama a lo largo de tres décadas. Solo hay que mirar el presente, donde hoy mismo prepara la vuelta del “animado” rol de Woody en una cuarta película de Toy Story (para el 2018), después de haber producido también la segunda película de My big fat greek weeding, además de estrenar tres producciones de Hollywood en menos de seis meses: A hologram for the king, Sully y la continuación de Código Da Vinci con la película Inferno.

¿Cómo decidió que la actuación sería su forma de ganarse la vida?

Yo no sabía que podía ganarme la vida como actor. Cuando terminé la escuela secundaria y entré a la universidad, San Francisco era una ciudad muy buena en teatro. Tienen el Conservatorio Americano, el Teatro de Repertorio de Berkeley y la Compañía de Teatro de Berkeley. En la universidad, yo empecé a tomar unas clases sólo porque me daban crédito extra si iba al teatro. Pero hasta ese entonces pensaba que el teatro era algo que de vez en cuando se hacía en grupo para la escuela pública o algún parque. Y cuando me di cuenta de que podía ser un trabajo, empecé a estudiar teatro en la única escuela que estaba abierta: el Junior College y el State College local.

¿Se acuerda de la primera película que vio en su vida?

Sí y puedo contarte la historia, porque es una imagen que todavía me persigue al día de hoy. Con mis hermanos, nos habían dejado en el cine para ver 101 dálmatas. Yo tenía cuatro años, a lo mejor cinco… Era el momento en que mis padres se preocupaban más por darse cuenta de cómo podían ser exesposos o conseguir otra persona para casarse. Cuando entramos a la sala, nos dimos cuenta de que la proyección de 101 dálmatas se había terminado el miércoles y el sábado en la tarde daban una película de terror llamada Shriek of fear y el pequeño Tommy Hanks no paraba de gritar “¡Aaaaaaahhhh!”. Todo lo que me acuerdo es que había gente corriendo por una mansión de terror donde había una piscina con una viejita hundida en su silla, en el fondo. No era exactamente 101 dálmatas. Esa fue la primera película que me acuerdo de haber visto en un cine. La decisión de ser actor después, debe haber sido un instinto de supervivencia.

Aunque está preparando la vuelta del cine familiar con la cuarta pelicula de Toy Story, Tom Hanks también se inclina hoy por el cine adulto, con las tres películas que protagonizó en menos de un año. Ya había estrenado en el Festival de Cine de Tribeca, la película A Hologram For The King sobre un fracasado hombre de negocios norteamericano que trata de venderle al Rey de Arabia Saudita la revolucionaria idea de una moderna comunicación en realidad virtual: la otra persona aparece proyectada en la misma habitación como un 'holograma'. Con la película Sully, THanks también lleva al cine la verdadera historia del piloto de avión “Sully” Sullenberg que se había convertido en héroe cuando en enero del 2009 salvó la vida de 155 pasajeros al aterrizar un avión en el Río Hudson (incluyendo en la película la investigación que amenazó con destruir su reputación). Y con la película 'Inferno', el actor estadounidense vuelve con el mismo rol de Robert Langdon que interpretó en Código DaVinci, descifrando ahora otro rompecabezas de símbolos para salvar su vida.

¿Se aprende mejor en cine con las buenas o las peores experiencias?

Las malas experiencias siempre les ganan a las mejores, todo el tiempo. Para empezar, es muy difícil ver una película mía más de una vez, porque no hay nada que vaya a cambiar. Los tiempos son los mismos, la música llega al mismo momento y el feo corte de pelo sigue estando feo después de dos horas. Pero en todas las películas siempre vas a encontrar lo mismo: trabajo duro, suerte ciega, un compromiso amargo, frustraciones y una loca bendición que me sonríe en cierto momento. Ese es el Factor X que marca si a alguien le va a interesar ver una de mis películas realmente.

¿Algún ejemplo de una mala experiencia que terminó siendo buena?

En el rodaje de Forrest Gump, la clásica escena del principio, en verdad estábamos sentados en un banco del parque de Savannah, Georgia, tratando de ver qué íbamos a hacer después. Nos la pasamos cambiando a los actores y no sabíamos si íbamos a dejar la parte de la mujer que se sienta en el banco. Y yo le pregunté a Robert Zemeckis si a alguien le iba a interesar quién se iba a sentar en el parque y ni él tenía la respuesta. “El cine es un campo de minas”, me dijo. Y cuando algo así funciona tan bien, decimos que pudimos evitar una de las minas. Estudiar los errores también es muy duro, porque duele muchísimo. Pero cuando te aseguras de que pasen desapercibidos, sin dejar rastros, es posible ver la marca del éxito o la suerte que uno puede tener en el trabajo, con la alianza de una historia que termina funcionando.

¿Y cómo hace para no repetir el mismo error?

Lo importante es entrar en un rodaje cuestionando lo suficiente como para no afirmar con toda confianza y sin ninguna duda lo que va a pasar en cada escena. Hay que tener confianza en el proceso, con la esperanza de que funcionen las alianzas que uno acuerda con el material que cambia constantemente. Cuando se pierde esa confianza, estás perdido.

¿Qué lo mantuvo en aquellos días, al principio de su carrera, cuando las cosas no funcionaba tan bien como hoy?

Este mundo nos divide en dos grupos muy distintos entre aquellos que son muy conscientes de lo que hacen y nunca van a ser actores y aquellos que pudieron vencer a la conciencia y que pueden llegar a ser actores. Esa mitad del mundo también se puede dividir con aquellos que perseveran en lo que quieren hacer y aquellos que no soportan el rechazo y abandonan la actuación. Por eso es tan importante insistir, porque en algún momento alguien te va a llamar y te dirá: “Sé que solo es un restaurante teatro y queda en Chatsworth, pero creo que estarías perfecto en este rol. ¿Vendrías a interpretar uno de las palomas de Extraña pareja por 75 dólares a la semana?”. Y cuando entras, aunque no hayas ganado lo suficiente, a lo mejor en la sala hay alguien que trabaja con Steven Spielberg, que a lo mejor lo llevaron a la fuerza hasta Chatsworth, pero a lo mejor al día siguiente le dice a Spielberg: “Vi a alguien en el rol de una paloma que sería perfecto para uno de los roles chiquitos de Zorro”... Y justo cuando estabas a punto de renunciar a todo, cuando querías buscar otro trabajo con una entrada mucho más estable, a la semana siguiente podrías estar probándote el vestuario para un personaje del Zorro. Es duro. Las estadísticas nunca favorecen a los actores, de ninguna manera. Pero para aquellos que logran mantener la creatividad, hoy existen medios como internet, donde si alguien es lo suficientemente bueno, siempre va a hab er alguien que lo llame. Hay que ser perseverante. Y honestamente, en ciertas ocasiones hay que entender que no siempre vas a ganar lo suficiente como para arreglar el auto. Pero no hay nada que puedas hacer en ese sentido.

Entre todos los personajes que interpretó, ¿con cuál le gustaría salir a tomar una cerveza?

Me gustaría dar una vuelta con Charlie Wilson, seguro. Era la persona más fabulosa para salir de fiesta. Era un senador de Estados Unidos que se metía desnudo en un spa con strippers de Las Vegas. Yo incluso le pregunté si en ese momento estaba borracho y me confesó que probablemente había tomado todo el día. Y cuando le pregunté si también había consumido cocaína, me dijo: “Tom, dejame darte mi respuesta. Yo vi la cocaína que me pasó por la nariz en las uñas de una hermosa jovencita, pero no me acuerdo de haber inhalado”.

¿Qué factores toma en cuenta en el momento de elegir un nuevo personaje?

Me tiene que encantar y yo también tengo que querer ver la película. Cuando lees un guion, en cierta forma estás viendo la película en tu cabeza, juzgando si es o no es algo fascinante. A los 30 años, hice muchas películas pésimas. Para ese entonces yo ya estaba casado, tenía hijos, había experimentado las partes difíciles de la vida y tengo que decir que entonces me di cuenta de que tenía que empezar a utilizar, la dificíl palabra “no”. Aunque sea la gente más talentosa y tenga que filmar en Francia, a tiempo para que vuelvan a casa mis hijos, si una película no tiene el fuego suficiente como para quemarme, tengo que decir que no. La extraña lección es que así es como también terminé eligiendo con quién iba a trabajar. Después de decir que sí, solo hay que trabajar, pero decir “no” significa que elijo la clase del estilo de historia que quiero contar y el estilo de personaje que quiero interpretar. Eso es lo que hago.

¿Y disfruta cuando tiene que filmar en un escenario lejos de Los Ángeles, como Italia con “Inferno” o el Medio Oriente con “A hologram for the king”?

Lo mejor de viajar es el plato glamoroso que te entregan. Te dan lo que llaman per diem: 800 dólares en efectivo, que te dan en un sobrecito para gastar en una semana. En las dos primeras películas que filmé en Nueva York, Toronto y Atlanta, llegué a poner en fila los billetes de 20 dólares en mi cama gritando “Mira, mira, es dinero gratis”, hasta que por supuesto me enteré de que tenía que pagar la habitación del hotel. No era para nada gratis, después de todo.

¿El trabajo que más lo enorgullece?

Todos son muy difíciles de ver. Si aparecen en HBO o algo parecido, cambio muy rápido de canal, porque todo lo que me acuerdo es lo que pasó el día del rodaje. Pero si tengo que elegir una película que me gusta desde el principio al fin, porque toda mi familia también estaba involucrada, es una que hice llamada That thing you do, que fue fabulosa. La escena donde la banda escucha su canción en la radio por primera vez... es algo que hasta Bruce Springsteen llego a decirme “A nosotros nos pasó lo mismo. Estábamos en el auto y paramos a un costado de la calle para escucharlo”. ¿Qué más puedo pedir?

Por Fabián W. Waintal

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