El Magazín Cultural
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Un caso de censura

El Tribunal Administrativo de Cundinamarca ordenó la suspensión del lanzamiento y la apertura de la muestra en el Museo Santa Clara.

Sara Malagón Llano
29 de agosto de 2014 - 04:11 a. m.
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“La obra de María Eugenia Trujillo se basa en la alegoría —una figura retórica que, según la Real Academia Española, ‘consiste en hacer patentes en el discurso, por medio de varias metáforas consecutivas, un sentido recto y otro figurado, ambos completos, a fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente’—. Esto quiere decir que la artista produce objetos artísticos ensamblados por ella misma, que hacen referencia a las custodias religiosas, sin serlo. Entender esta diferenciación es muy importante para comprender que en el universo simbólico de las representaciones estéticas se puede aludir a un objeto para comunicar otra cosa diferente a la lectura literal de ese mismo objeto”. Así se pronunció Constanza Toquica, directora del Museo Santa Clara, en un concepto que le abrió las puertas a la exposición Mujeres ocultas, de la artista María Eugenia Trujillo, la cual se inauguraba ayer en aquel antiguo espacio de culto, desacralizado en 1968 y luego consagrado al estudio e interpretación de los símbolos religiosos y su lectura como signos bajo la libertad que garantiza un estado laico.

A pesar de ser un lugar que, en teoría, debería poder recibir cualquier tipo de exposición artística, ayer en la tarde el Tribunal Administrativo de Cundinamarca ordenó suspender temporalmente la exposición de Trujillo después de que se interpusieran alrededor de 65 tutelas que alegan que “la exposición emplea las imágenes religiosas y elementos del culto católico y las combina con sugestivas representaciones de partes del cuerpo femenino. Se ridiculizan e irrespetan las creencias de la población católica del país”. Dos magistrados estuvieron de acuerdo con la suspensión y el fallo anunció que la muestra será aplazada mientras se estudian a fondo las piezas para determinar si violan o no los derechos fundamentales de las personas que presentaron las demandas.

“Los objetos que evocan custodias, pero no son realmente custodias, los elaboro yo misma con trozos de lámparas y candelabros. El objetivo es sacralizar la idea de lo que es la mujer. En la forma central de algunas piezas bordo figuras que pueden aludir a vaginas u otras partes del cuerpo como el corazón, las venas, entre otras. Al hilar juego con la idea de la división de las artes en menores y mayores, elevando las primeras”, le dijo a este diario María Eugenia Trujillo. En definitiva, la muestra reflexiona sobre la posición de la mujer en el arte, su condición como trabajadora y el valor de su trabajo. Pero todo, absolutamente, se mueve en un nivel simbólico. “El mensaje figurado de la obra está reforzado con la palabra con que Trujillo denomina cada uno de sus objetos, la palabra ‘custodia’, para significar la forma como la mujer ha sido custodiada, enclaustrada y sometida. Este es el núcleo de su propuesta estética”, continúa Toquica.

No sólo ella como artista, sino también el museo y el Ministerio de Cultura, el cual, como le dijo a este diario Ibón Munévar, su jefa de prensa, ahora se prepara para responder a las tutelas, debatir el proceso en defensa de la exposición, la artista y el museo, y demostrar que no se pretende vulnerar los derechos de nadie. “Desde que la ministra Mariana Garcés ha hablado sobre el tema ha dejado muy clara la posición del ministerio. Esta mañana le dijo a Blu Radio que ella cree que sí se trata de un caso de censura, que llegaron casi 60 tutelas en contra de la exposición, todas con el mismo contenido. Es decir, están haciendo una tutelatón, como en el caso del alcalde Gustavo Petro. El ministerio acata la decisión, pero está en desacuerdo”, dijo Munévar.

La organización Voto Católico Colombia fue la que se pronunció en contra de la exposición: “La operación administrativa conformada por los actos administrativos del Museo Santa Clara, y sus comités, ignoran que con dicha autorización se estaba vulnerando los derechos de muchas personas a la libertad de cultos, y que como autoridades deben amparar estos derechos, y no pueden prestar las instalaciones oficiales para que allí se ofenda y cause agravio injustificado a la población católica, y las religiosas que viven su vocación en los monasterios y que tienen también creencias que deben ser amparadas por las autoridades. Los símbolos religiosos deben ser respetados por las autoridades de Cultura”.

Sin embargo, como bien se pregunta la artista, “¿dónde queda el derecho a la libre expresión?”.

¿Se justifica impedir la apertura de una exposición artística bajo el argumento de que, por lo que las piezas evocan, se están vulnerando la fe y los objetos de culto católicos? ¿Es el cuerpo femenino, en su totalidad, algo grotesco, indigno? ¿Está el arte religioso (de todos los tiempos) acaso exento de un erotismo sugerido? ¿Y qué hay de todos esos retratos que atentan violentamente contra el cuerpo de la mujer y que todavía, sin mayores objeciones, permanecen colgados en las iglesias?

Este es un debate que trasciende lo religioso para entrar en el terreno de lo político y lo social. Como dice Trujillo, cabe preguntarse si la censura se debe a que el artista que expone es una mujer que se permite a sí misma hablar de su propio cuerpo y presentar su reflexión mediante el arte.

“Ellos están ofendidos con ellos mismos, el problema es de ellos, no mío. Es muy impactante saber que ni una sola persona de las que demandaron conoce las piezas de la exposición. No las han visto, y las están criticando. Les diría que reflexionen y que piensen en su fe. Si fe se reduce sólo a un objeto, qué pobre fe. Sé que esa gente no habla por todos los creyentes”, dijo Trujillo. En efecto, la organización Católicas por el Derecho a Decidir se pronunció en contra del fallo del Tribunal: “Rechazamos censura de la exposición Mujeres Ocultas, propuesta artística de María Eugenia Trujillo, que recrea diferentes partes del cuerpo femenino en objetos artísticos que hacen referencia a objetos religiosos, que retoma de la cultura conventual para representar la subyugación y maltrato histórico del que ha sido objeto la mujer durante siglos. Esta exposición hace una invitación a la reflexión en torno al significado del cuerpo, que debe ser hoy respetado, protegido y custodiado como algo sagrado”.

 

 

saramalagonllano@gmail.com

@saramala17

Por Sara Malagón Llano

 

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