Los espacios se adecuan y moldean de acuerdo con el cuerpo. Las estructuras que fueron diseñadas, construidas y modificadas, se han convertido en una segunda piel para el hombre, quien, en busca de su transformación, las ha hecho sensibles a la mirada y al tacto. Un edificio, aunque inerte, adquiere en sí mismo la posibilidad de expresar su historia.
“Lo que hago es tener una conversación con un edificio. Es con el cuerpo en movimiento con el que dialogo, con el que converso con ese edificio en diferentes espacios”, explica Sonia Gómez sobre su performance Composición animada, que presenta en la sexta edición de la Feria de Arte Contemporáneo Odeón.
Durante la puesta en escena, que dura entre veinte y treinta minutos, en ningún momento se ve el rostro de Gómez; su cuerpo está totalmente cubierto por una malla de licra, que logra camuflarla con el mismo edificio. Es como, si al no ver su expresión, se perdiera su identidad y el espectador sintiera cierto misterio al ver cómo se vuelven uno.
“Creo que este trabajo también tiene algo de escultórico. Para mí es escultura en movimiento porque, al perder tu identidad, ese cuerpo se hace escultura y en movimiento, porque no puedes pensar en nada, sólo en esa neutralidad de un cuerpo cubierto, de un cuerpo escondido”.
Desde niña se interesó por los espacios, descubrió que lo que le gustaba era estar en un escenario y encontró que su vocación era bailar. Después de haber estudiado danza contemporánea y coreografía en el Institut del Teatre, de Barcelona, y en PARTS, en Bruselas (Bélgica), empezó a combinar su pasión con otras expresiones artísticas.
“Recuerdo que mi primera performance fue en Bruselas. No bailé ni monté una coreografía, sino que, como parte de un ejercicio libre fuera de clase, monté algo relacionado con la sonoridad. Puse música exageradamente alta para los espectadores. Ellos no me veían pero estaba muy cerca de los monitores para verlos. Esa idea fue para mí como la primera performance; no era un baile o movimiento, era una pequeña acción”.
Esas ideas constantes que rondan por su mente y la inspiran a crear son las que hacen que en su trabajo se cuide cada detalle, como el de su vestuario, que está compuesto por mallas llamativas que sobresalen en el espacio. La malla de cuadros blancos y negros, que no puede faltar en su actuación, hace que las formas del cuerpo no sean tan claras y en el espacio se cree una sensación de limitación que sale del fondo.
“Me interesa cómo uno se puede mimetizar con los colores. Tengo una variedad de colores crema, crudos y azules claros. Lo que hago en Composición animada es tener como dos o tres cambios de licra”.
Este es uno de los detalles que esconde esa figura que está cubierta, ese ser humano que se mueve a pesar de no estar respirando y viendo bien. Que se deja llevar por lo que siente y deja que el espacio guíe cada paso o sonido que hace.
Hasta los espacios más pequeños de un edificio adquieren vida gracias a los movimientos de esta bailarina, performer y coreógrafa española, que se ha presentado en edificaciones como el Museo Nacional de Arte de Cataluña, en Barcelona. Para ella, recorrer con sutileza cada rincón es poder llevar al espectador a observar detalles que de otro modo no vería y esto sólo lo logra recorriendo una y otra vez el lugar, reconociéndolo.
El martes de esta semana, horas después de haber aterrizado por segunda vez en Bogotá –la primera fue por un festival de danza al que fue invitada–, de inmediato se dirigió a Espacio Odeón. Mientras observaba todo el lugar me dijo que necesitaba mínimo tres días de jornada completa para adaptar Composición animada a ese edificio. A la vez que hace el recorrido, piensa en la movilidad del público, establece un orden en su mente, busca las maneras de hacer real sus ideas combinando las posibilidades que le brinda el edificio con la perspectiva que podría tener el espectador. Aunque reconoce que a veces le encantaría estar en espacios más pequeños, para Gómez lo importante es que los asistentes puedan ver sus movimientos.
“Espacio Odeón es un lugar que está a medio construir. Es la primera vez que me pasa esto y me preocupa porque la base de la licra que uso es muy fina. Muchas veces utilizó el deslizamiento en vidrio o deslizó en mármol, pero aquí el tema es que no podré trabajar esto. Tengo que hacerlo de otra manera”.
Gómez se adapta y se apropia de los espacios, analiza los materiales con los que está construido y establece los movimientos con los que entablará dicha conversación. Cada montaje le representa un reto personal; en esta ocasión, le preocupa que el suelo de cemento de Espacio Odeón le afecte, que su rugosidad y dureza la limite.
Para ella, el mensaje de su performance es claro: “Composición animada es un divertimiento visual, ligero, pero que, al mismo tiempo, te hace sentir extrañeza y misterio por esa no identidad”.
Misterio que se entreteje en el escenario donde, aunque hay marcadas unas pautas de movimiento, hay espacio para la improvisación, para vivir el momento lo más real que sea posible. “Una performance imperfecta es algo vivido en el momento que tiene mucho valor porque transmite una energía especial en el espectador”.
Para disfrutar de una actuación en la que prevalece el silencio, simplemente, hay que abrir los ojos; observar cómo una persona, de repente, se pone un disfraz y hace algo inesperado. Dejarse llevar por la frescura, por algo que no necesariamente tiene que ser algo bello. Este espacio, simplemente, le lleva a relajar el cuerpo y conectar los sentimientos con los del artista y su edificio.