El Magazín Cultural

Un paso hacia la libertad

Las transmisiones de Cine Colombia desde la Ópera Metropolitana de Nueva York presentan este sábado Idomeneo, de Mozart. Apartes del programa de mano que se entrega en las salas de cine.

Luis Carlos Aljure
25 de marzo de 2017 - 01:08 a. m.
Cuando Mozart compuso "Idomeneo" la corriente de la ópera seria italiana ya estaba en decadencia.  / Marty Sohl
Cuando Mozart compuso "Idomeneo" la corriente de la ópera seria italiana ya estaba en decadencia. / Marty Sohl

Idomeneo era la oportunidad que Mozart había estado esperando. A punto de cumplir 25 años se desempeñaba como organista de la corte de Salzburgo, su ciudad natal, un reducto provinciano en el que las alas de su genio no podían desplegarse enteramente, y en el que trabajaba a disgusto para su patrón, el áspero príncipe Colloredo. Mozart llevaba cinco años sin componer una ópera en italiano, el estilo favorito en toda Europa, exceptuando Francia, y tenía muy claro que ese era el mejor vehículo para imponerse como compositor, tener elevadas ganancias, y abrir las puertas de un cargo mejor remunerado.

Cuando a finales de 1780, Karl Theodor, príncipe de Baviera, le comisionó una ópera seria en italiano, que se debía estrenar en los carnavales de Munich, el joven músico se encontró de pronto con el que hasta ese momento era el encargo más importante de su carrera. Así que Mozart viajó a Munich en noviembre, previa autorización de su jefe y con el primer acto casi listo, para trabajar allí en la conclusión de la primera obra maestra de su catálogo operático. La historia elegida para llevar a la escena fue la de Idomeneo, rey de Creta, héroe mitológico que tuvo una participación triunfal en la Guerra de Troya.

Las condiciones propicias que encontró para desarrollar su trabajo no significaron ausencia de dificultades. Mozart solía componer con rapidez, pero el tercer acto de Idomeneo se le resistió más de la cuenta. "Este acto por sí sólo me está costando más fatiga que una ópera entera", le escribió a su padre, Leopold. La preparación del libreto también le planteó serios retos, y como testimonio queda la copiosa correspondencia de ida y vuelta entre Munich y Salzburgo, donde el poeta y clérigo Giovanni Battista Varesco, a regañadientes, recibía las indicaciones y sugerencias del compositor por intermediación de Leopold Mozart. El músico supo mostrar su instinto dramático; tenía claro lo que quería y necesitaba para componer una obra en la que estaba empeñando el alma. Y los cantantes tampoco le ahorraron problemas, como el castrado Vincenzo dal Prato, que cantó el papel de Idamante y dio amplias muestras de ineptitud. Lo mismo que Anton Raaff (Idomeneo), amigo de Mozart y cantante destacado de su tiempo pero ya en el declive de su carrera, que exigió demasiados retoques y adecuaciones en sus arias.

El resultado de todos sus esfuerzos fue, según Philip G. Downs, "la partitura de ópera más rica, más imaginativa y más innovadora de cuantas Mozart escribiera... En cada página se hace evidente que el dramaturgo Mozart había alcanzado por fin una plena madurez, y el milagroso equilibrio entre los eternos enemigos, Acción y Música".

Cuando Mozart compuso Idomeneo la corriente de la ópera seria italiana ya estaba en decadencia. El compositor, sin romper del todo con las convenciones de un género nacido en el barroco, introdujo muchas novedades, algunas de ellas aprendidas de la reforma a la ópera seria llevada a cabo por Christoph Willibald Gluck en obras como Orfeo y Eurídice, Alcestes e Ifigenia en Áulide, que tomaron elementos de la tradición francesa como el protagonismo del coro y las escenas de danza. Uno de los logros destacables en la partitura de Idomeneo es la riqueza de la escritura orquestal, incluso en su función de acompañante de los recitativos. Además, los nueve coros que contiene la obra son pasajes importantes desde el punto de vista musical y dramático, porque se involucran en el desarrollo de los acontecimientos. Entre las arias más conocidas, todas compuestas por Mozart a la medida de sus cantantes, se destacan las de la esclava Ilia (Se il padre perdei y Zeffiretti lusinghieri), una de Idomeneo (Fuor del mar) y el aria furiosa de Electra (D'Oreste e d'Aiace). Entre los conjuntos merecen una mención especial el trío del segundo acto (Pria di partir, oh Dio!), y el gran cuarteto del tercer acto (Andrò ramingo e solo) en el que cada personaje expresa un sentimiento diferente, y que siempre lograba conmover a Mozart.

El reconocimiento que obtuvo Mozart con Idomeneo le dará la fortaleza necesaria para romper sus vínculos laborales con Salzburgo y aventurarse en una vida de artista independiente en Viena, que si fue breve -solamente diez años-, también le permitió cosechar sus más extraordinarios frutos musicales.

Sábado 25 de marzo. 12:00 m. Salas de Cine Colombia en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Bucaramanga y Cartagena. Dirección musical: James Levine. Producción: Jean-Pierre Ponnelle. Idomeneo: Matthew Polenzani. Idamante: Alice Coote. Ilia: Nadine Sierra. Electra: Elza van den Heever.

Por Luis Carlos Aljure

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