El Magazín Cultural
Publicidad

Una crítica a Vargas Llosa

Víctor Vich, uno de los gestores culturales más reconocidos de Perú, habla de los contenidos que debería incluir la formación en esta área y de cómo su puesta en acción podría cambiar la realidad social.

Steven Navarrete Cardona
02 de noviembre de 2014 - 04:03 p. m.
Una crítica a Vargas Llosa

Víctor Vich se desempeña actualmente como profesor de la Universidad Católica del Perú. Ha sido profesor visitante de algunas de las más prestigiosas universidades del mundo y hace parte del consejo directivo del Servicio de Parques de Lima (SERPAR). Vich ha participado activamente en la gestión cultural de su país específicamente durante la administración de la alcaldesa de Lima Susana Villarán.

En su más reciente publicación, ‘Desculturalizar la cultura, la gestión cultural como forma de acción política’ plantea un fuerte debate al Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa.

P: ¿De dónde surge la idea de hacer el libro?

El libro parte de una constatación en terreno, de cómo la política cultural y la gestión cultural ha comenzado a diferenciarse de manera sorprendente y preocupante. Por un lado encontramos a quienes piensan las políticas culturales y por otro, a quienes las ejecutan. Se ha comenzado a generar una brecha, una zanja, entre ambos campos. El propósito del libro es intentar crear un puente entre ambos sectores, es decir intentar simbolizar este problema. Además de brindar algunas herramientas que puedan servir para que los gestores tengan más presentes las discusiones teóricas y al mismo tiempo, las personas que piensan la política cultural tengan herramientas que les permitan abordar los temas prácticos de la gestión cultural.

P: ¿Y en América Latina siempre ha existido esta divergencia?

En los últimos años ha existido está marcada diferenciación, que se ha radicalizado con el pasar del tiempo. Sobre todo con el privilegio sobre las técnicas de gestión y administración en el campo cultural. La gestión cultural no puede reducirse a la organización de eventos per se, sino que deben apuntar a atender las necesidades culturales y sociales de una comunidad.

P: ¿Qué contenidos debe tener la formación de los gestores culturales para que no sean simples acompañamientos de espectáculos?

R: Los gestores culturales están muy ceñidos a los presupuestos, en el diseño de indicadores, pero tienen muchos limitantes a la hora de desarrollar proyectos sobre la realidad contemporánea. Sobre los debates sobre el machismo, el feminismo, y las comunidades LGBTI entre otras dinámicas. Por supuesto una buena formación para los gestores culturales debe integrar tanto los debates teóricos de las ciencias sociales y humanas, junto a toda la teoría administrativa que permita llevar a la práctica dichos contenidos.

P: ¿Por qué la gestión cultural puede llegar a ser una acción política?

R: La gestión cultural puede ser una forma fundamental de acción política en la medida en que haga una cartografía de donde va intervenir, indague exhaustivamente que tipo de objetivos que se quieren conseguir con dichas intervenciones. Lo que planteo en el libro es una apuesta para que la gestión cultural apunte a los imaginarios que se encuentran asentados en las comunidades, en los imaginarios que han influido en la formación de las ideologías de las personas, sobre las nociones que circulan en la sociedad sobre los otros, para eliminar el machismo, el racismo las diversas formas de desigualdad utilizando objetos artísticos. El gestor cultural puede intervenir en profundas problemáticas presentes en la realidad social, de forma conjunta con las diversas herramientas del arte.

P: ¿Desde esa perspectiva la gestión cultural puede generar un cambio social?

R: Sí, en algún sentido las formas en las que nos representamos el mundo y creemos en el mundo determinan las maneras en las que actuamos en él. Sí cambiamos las representaciones y los estereotipos, cambiaremos la manera de relacionarnos con los demás y con el mundo mismo. El arte cuestiona las representaciones existentes y genera unas nuevas.

P: ¿Qué problemas y que dificultades ha encontrado en la actividad de la gestión cultural?

R: Todavía los políticos en el Perú y en América Latina no entienden la importancia y el protagonismo que debe de tener la política cultural para el desarrollo de nuestros países. Los políticos se quejan de la corrupción, pero dicha realidad no se va a solucionar metiendo a la cárcel a todos los corruptos. La corrupción se va a cambiar formando ciudadanos distintos, entonces para eso sirven las políticas culturales. Los presupuestos para las políticas culturales son muy reducidos, y aún no tienen la importancia que deberían ir adquiriendo.

P: Usted ha tocado un tema central, la gestión cultural en países que destinan poco presupuesto a la cultura. ¿Cuéntenos como ha sido su experiencia?

R: Digamos que el sector cultural ha sido un sector tan abandonado que la gente está acostumbrada a meter el hombro, a buscar recursos donde no los hay, a meterle el hombro, si alguna potencialidad tiene el sector de la cultura es que es un sector de pasión y de compromiso, los políticos no valoran la gestión cultural.
Intelectuales de la talla de Antonio Gramsci y Pierre Bourdieu han señalado como algunos grupos al erigirse como hegemónicos dentro de la sociedad imponen su visión de la cultura, y sus prácticas culturales al común de la sociedad. ¿Cómo evitar que dentro de la gestión cultural se privilegie una visión de cultura sobre otra?
La apuesta tiene que ser por la interculturalidad. Acercar al público a diversos contenidos temáticos que sean diferentes de los que siempre está acostumbrado. Revalorando todos en un mismo nivel.

P: Su libro plantea un fuerte debate a Vargas Llosa, ¿cuénteme de qué se trata?

R: El debate está planteado frente a las afirmaciones que hace en su libro ‘La civilización del espectáculo’, de sus quejas sobre cómo la cultura contemporánea se ha empobrecido, y de cómo los intelectuales ya no tienen ideas, de cómo las personas consumen cosas aburridas en la televisión y de cómo se ha impuesto una cultura frívola y superficial, una descripción sumamente lucida, pero no afronta el problema del desarrollo del capitalismo con sus apuestas deshumanizadoras y de las lógicas del libre mercado. Es decir que no hace una crítica, (y aunque suene ortodoxo) al modo de producción que genera esté tipo de cultura. Por supuesto tiene razón en señalar todos estos aspectos, pero están asociados al modelo económico que tenemos, el capitalismo salvaje, son temas centrales que la cultura contemporánea tiene que enfrentar y debatir. Y que Vargas Llosa se resiste a pensar.

Por Steven Navarrete Cardona

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar