El Magazín Cultural
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Una vida a base de trazos

Falleció en la noche del domingo el caricaturista José María López, Pepón, quien dejó su sello en El Espectador y en los principales medios colombianos.

Redacción Cultura
24 de mayo de 2016 - 04:52 a. m.
Pepón,  imágenes de los años 60, cuando trabajaba en El Espectador.  / Archivo - El Espectador
Pepón, imágenes de los años 60, cuando trabajaba en El Espectador. / Archivo - El Espectador

Contaba Guillermo Alberto González que antes de ser Pepón, y antes, incluso, de haber aprendido a escribir, José María López Prieto pintaba en cuanto papel encontraba. Pintando iba dejando testimonio de lo que ocurría en su casa y en su barrio, en Popayán. Eran los años 40. Él, como todos los niños de la época, se vestía, o lo vestían, de pantalón corto, camisa blanca y zapatos de charol. “Me marcó que en mi infancia un pariente de mi madre nos contaba historias y al mismo tiempo las iba ilustrando en pliegos de papel”, le diría a González muchos años más tarde. “En ese tiempo yo aún no sabía escribir, pero pintaba lo que sucedía en mi casa. Dejaba dibujos como testimonio de los hechos que presenciaba y de lo que me contaban familiares y amigos. Así se inició la que sería mi vocación definitiva”.

Pasados algunos años, viajó a Bogotá para estudiar arquitectura. Sus padres y algunos familiares, y sobre todo su abuela, a quien llamaban “la gallina de los huevos de oro”, le dijeron que debía estudiar algo relacionado con el dibujo, y lo convencieron de que se matriculara en la carrera de arquitectura de La Gran Colombia.

Pepón empezó a estudiar a finales de los años 50. Sin embargo, su pasión por los dibujos y por plasmar en dibujos lo que iba ocurriendo en el país era más fuerte que sentarse en un aula a oír cátedras y cátedras sobre cómo se debía construir un edificio. Un día cualquiera, con varias de sus caricaturas bajo el brazo, fue a pedir trabajo en el periódico El Siglo, del Partido Conservador. Allí, bajo la tutela de los Gómez, Pepón comenzó su carrera. Pocos meses más tarde, en los 60, empezó a dejar plasmada su visión de la política y la cultura en El Espectador. Don Guillermo Cano lo llamó y le propuso en poco tiempo su primera misión: ilustrar un conflicto laboral en Avianca.

En los 60, Pepón se convirtió en un emblema de El Espectador, del Magazín y de Los Monos, que llevaban sus trazos. Selló parte de la historia de aquellos años con sus caricaturas, y a su manera. Al presidente Guillermo León Valencia lo inmortalizó en tres dibujos, cuando se equivocó y en una visita del general Charles de Gaulle y dijo: “¡Viva España!”. Dibujó al padre Rafael García Herreros, quien empezaba a convertirse en la moral de la nación, y delineó el momento cumbre del fútbol colombiano, cuando en 1962 la selección de Colombia empató con la Unión Soviética a cuatro goles en el campeonato del mundo de Chile.

A principios de los 70 se dejó el bigote, un bigote alargado y poblado, al estilo de la época. Con su bigote le imprimió cierta personalidad de intelectual vanguardista a su obra, y llegó a la televisión. Todas las tardes aparecía en blanco y negro e iba ilustrando el acontecer de los tiempos en un papelógrafo. Al final, firmaba “Pepón”. Aquellos fueron sus años en El Tiempo, a donde llegó para ilustrar las páginas de opinión. Luego, durante el gobierno de Belisario Betancur, fue nombrado cónsul de Colombia en São Paulo. Desde allá defendió al país de las noticias que se publicaban. Retornó para seguir dibujando, como siempre. Contando la historia a su manera.

Por Redacción Cultura

 

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