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Una vuelta al mundo

Un libro es, por lo general, un viaje. Unos van por hazañas de héroes, otros por romances antiguos y otros más por relatos salvajes. Este es un recorrido por la historia en 25 mitos.

Camila Builes
21 de octubre de 2015 - 03:49 a. m.
Una vuelta al mundo

Dicen que los mitos son la manera como la magia del cosmos se hace narración entre los hombres. No tienen autor. No hay uno que sea falso. Dicen que son narraciones que atraviesan las líneas del afecto. Dicen, también, que son más antiguos que la escritura, que la conciencia. Antes, cuando los hombres vivían en cuevas, en la noche se encendía el fuego y todos se sentaban alrededor: uno a uno, cazador tras cazador, contaban las hazañas de la caza con sonidos guturales. En sus narraciones primitivas se creaban los cimientos de la historia: el origen.

Nadie sabe cuántos hay. Los mitos son como raíces escondidas en el bosque. Debajo de la raíz visible se esconden cientos que la preceden. Diana Uribe, historiadora colombiana, escogió algunos, los seleccionó porque se tropezó con ellos. Eligió las raíces salidas, las que ya hacían parte de árboles viejos. 25 mitos de todo el mundo que dan vida a un libro de aventura. “Este libro surge de la necesidad de crear una narración desde el mito. Todas las historias que tú ves, todas las narraciones, empiezan siempre con una leyenda. En el principio de la construcción del mundo hay una cosmovisión alrededor del mito, porque así es como los pueblos se identificaban y explicaban cómo llegaron ahí, de dónde vinieron”.

La vuelta al mundo en 25 mitos es un libro mágico. Está diseñado para generar en los lectores la sensación de viaje, de camino. Al principio hay un dibujo del mundo con los destinos marcados: un mapa. Cada ubicación en cada continente se refiere a una historia. “La primera parte fue escoger los mitos. En eso nos demoramos mucho porque son miles y había que escoger unos no más. Lo otro fue con qué criterio. Escogimos mitos que nos pusieran en un viaje”, cuenta la historiadora que hizo de su casa en el barrio La Soledad, en Bogotá, un santuario de la historia. Estanterías llenas de gatos en madera, porcelana y plástico. “Son nuestro tótem”, dice cuando ve la curiosidad en mis ojos. Tiene en las manos el libro recién publicado por Penguin Random House. “Este libro es muy diferente a todos los que he hecho. Me encantan los relatos. Yo soy un relato y el mito es mi relato amado”.

“Nosotros empezamos por Colombia. Encontramos a Bochica y el Mohán que son emblemáticos. Escogimos el Mohán porque está en toda Colombia; tú lo ves desde el Huila hasta Palenque. En Palenque hay una quebrada en la que después de las seis de la tarde la gente no se baña, ni siquiera pasa cerca. ‘Mojana, espíritu del agua, espíritu burlón’ —canta— (Mojana es el Mohán). Ellos creen en un mundo debajo del agua, una creación mitológica que le da sentido a su manera de ver el mundo”. El libro está dividido por continentes, cada uno con diferentes narraciones que incursionan en los personajes principales de la mitología de cada región. Por ejemplo, en América del Norte escogieron al cuervo, un animal referenciado en la literatura por escritores como Snorri Sturluson o Edgar Allan Poe, astuto, inteligente, bandido y aparentemente necio. Al final es un creador.

El mito, la herramienta

Los mitos han servido a diferentes escritores para recrear la historia. Eduardo Galeano, a través de Memoria del fuego, una trilogía de libros basada en leyendas, cuentos y narraciones orales, logra crear una cronología de acontecimientos culturales e históricos que proporcionan una visión de conjunto sobre la identidad latinoamericana. “Al contar un mito, al escribirlo o dibujarlo, uno se hace parte de la cadena de las historias que ha tenido la humanidad. Por eso son mágicos, son una narración afectiva”, dice Uribe.

“Yo toda la vida he sido narradora de historias. Desde chiquita era la que contaba las historias en el colegio, en los buses, en los paseos, y encontré una manera de combinar las cosas que yo amaba en algo que resultara importante para los demás”.

Las historias se convirtieron en la mejor forma de conectarse con el otro. A todos nos sostiene un pasado, una familia, unos cuentos. La construcción individual del pensamiento se hace a través del relacionamiento con el otro, y ese otro, muchas veces, no es de nuestro tiempo, de nuestra edad, no es siquiera real.

“La historia ubica a la gente en dónde está, de dónde viene y porqué es cómo es. Todos somos seres históricos. Somos de esta manera porque nacimos en una sociedad, en un país, en un tiempo y en un mundo determinado, y eso nos hizo lo que somos. Nosotros mismos en otra época seríamos unas personas completamente diferentes. Eso en términos de la historia. En términos de los mitos, generan identidad, enlazan a los pueblos, generan vínculos. El mito vincula a las personas”.

La brújula para no perderse son dos CD. El libro de Diana Uribe incluye apoyo sonoro para ubicarse en cada lugar de la historia. El sonido de los árboles en el viento, del agua contra las piedras, de las ranas en la noche son la compañía de los personajes de los bosques y las nieves. “Yo me sentaba a leerlo y repetirlo hasta que el mito encontraba su propia voz”. La historiadora es la guía del viaje.

Cada narración está acompañada además por un dibujo. El argentino Gastón Hauviller fue el encargado de volver el mito imagen, una que diera pistas para encontrar en las palabras el tesoro. “Junto a Gastón encontramos que los árboles eran personajes comunes en casi todos los mitos y entendimos la importancia espiritual que tienen para los humanos”.

“Esta es una manera para que las familias se vuelvan a encontrar para compartir historias y los niños entren en las cadenas narrativas. Es necesario que ellos hagan parte de la historia, que la conozcan, la entiendan y que duden todo el tiempo. No necesitamos zombis, queremos niños curiosos”.

Es hora de volver a las rondas alrededor del fuego, que puede ser el comedor de la casa, la biblioteca o la cama. Es hora de volver a contarnos las historias de cacería, que pueden ser cómo es el colegio o qué tal es el nuevo bigote del jefe. Es hora de poner las sillas contra la puerta y contarnos a nosotros mismos las historias que nos hicieron ser quienes somos.

Por Camila Builes

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