El Magazín Cultural

“La vía francesa”: concierto inaugural del Cartagena Festival de Música 2017

Jean-Philippe Rameau (1683-1764) fue uno de los grandes revolucionarios de la música, y tanto a Claude Debussy (1862-1918) como a Maurice Ravel (1875-1937) los llamaron impresionistas. Ellos tres fueron los inspiradores del concierto inaugural del Cartagena Festival Internacional de Música.

Manuel Drezner
06 de enero de 2017 - 02:00 a. m.
/ Jean-Pierre Gilson
/ Jean-Pierre Gilson
Foto: jean-pierre Gilson

Que el Cartagena Festival Internacional de Música se inaugure con obras de tres de los grandes de Francia, Rameau, Debussy y Ravel, enfatiza el hecho de que el centro de este evento estará dedicado a los aportes fundamentales de Francia a la música, ya que se puede decir que los compositores mencionados, además de haber dejado una obra de altísima calidad, influenciaron el desarrollo del futuro del arte.

En el caso de Rameau, este fue uno de los grandes revolucionarios de la música y su influencia ha llegado a nuestros días. Básicamente lo que hizo Rameau, en especial con su Tratado de armonía, fue dejar atrás al gran rey de la música hasta ese entonces, el contrapunto, o sea la combinación de melodías, que era la base de toda la música polifónica. Rameau mostró que, igual que se mezclan melodías, se pueden combinar notas musicales individuales y eso marcó el nuevo desarrollo de lo que había de ser el arte musical después de este compositor, en especial en la música instrumental. (Lea también: Progración del Cartagena XI Festival Internacional de Música)

Curiosamente, a pesar de lo popular que era la ópera en tiempos de Rameau, este no compuso ninguna sino después de cumplir 50 años, pero ¡qué obras tan grandes las que nos dejó! Una de ellas, entre las más populares, es precisamente Las indias galantes, llamada ópera-ballet, de la cual se podrá escuchar una suite, y hay que decir que su presencia en el evento es muy apropiada. En efecto, una de sus partes se refiere a “los incas de Perú” o sea que Rameau aludió a las Américas en esta obra, claro que con una imaginación que poco tiene que ver con la realidad, pero es elocuente que sea una de las primeras creaciones que se desarrollan en nuestro continente.

Recuerdo haber visto la espectacular versión que montara la Ópera de París hace unos años, que fue parte del repertorio por muchos años y que sirvió para mostrar que Rameau era un músico de altísimo valor. Incidentalmente, fueron Rameau y el tipo de ópera que preconizaba los que en parte originaron la famosa “querella de los bufones”, en la cual los partidarios de la ópera francesa de Rameau y Lully literalmente se agarraron a puños con quienes buscaban las delicias de la ópera italiana.

Uno se debe saltar varios siglos para encontrar a los otros compositores que figuran en el programa inaugural, otros dos grandes de la música francesa: Debussy y Ravel. A ellos los llamaron músicos impresionistas, en paralelo con los pintores de ese mismo estilo, pero ambos rechazaron la asociación, en especial porque no creían en esa relación entre la música, arte sonoro, y las artes visuales. Debussy se llamaba a sí mismo “musicien français”, para resaltar las raíces de donde salía su inspiración. Es curioso que, en contraste, Boulez lo considerara “el único francés universal”, ya que, según él, después de la Flauta del fauno la música respiraba de manera distinta. Debussy buscaba aplicar las ideas de Wagner a la música francesa (es gran error creer que Debussy are antiwagneriano) y lo logró.

Ravel, después de Debussy, fue considerado el más grande músico de Francia y tuvo un lenguaje personal que no temía incorporar del pasado y del presente los elementos que consideraba necesarios, y por eso se encuentran en su obra desde alusiones al Barroco, como en La tumba de Couperin, hasta la inclusión de jazz en algunas de sus creaciones. Por eso conservadores retrógrados como Vincent D’Indy los atacaron ferozmente, aunque es elocuente que este está casi olvidado mientras que la música de Debussy y de Ravel sigue siendo tocada en todo el planeta. Los dos formaron parte de un grupo informal apodado Los Apaches, nombre atribuido a Viñes, el gran pianista amigo de Ravel, para mostrar cómo se trataba de artistas proscritos. Tanto lo eran que cuando se estrenó Peleas y Melisandra, el director del conservatorio prohibió a los alumnos verla. Pero hay diferencias entre Ravel y Debussy, básicamente en que mientras que éste era espontáneo, la obra de Ravel muestra un pulimento que no se encuentra en la otra. Ravel reaccionó a esta persecución del establecimiento negándose a recibir la Legión de Honor y cualquier premio que diera el Estado francés. A su muerte, su hermano quiso crear un Nobel de música con la herencia de Mauricio, pero nada resultó de esto.

La oportunidad de oír obras de estos tres músicos en un solo concierto es, por tanto, algo bienvenido, ya que así se rinde homenaje a quienes sin duda fueron pilares de la cultura francesa, a la que está dedicada este encuentro cultural.

Por Manuel Drezner

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