El Magazín Cultural

La vida en dos ruedas

Una entrevista con el escritor español Pedro Bravo, quien participó en el Foro Mundial de la Bicicleta, en Medellín.

Ángel Castaño
28 de febrero de 2015 - 03:58 a. m.
La vida en dos ruedas
Foto: unknown

El novelista y periodista musical Pedro Bravo (Madrid, 1972) aceptó el reto de responder algunas de las preguntas más frecuentes que se formula la gente cuando ve a alguien recorrer la urbe en una bicicleta. Así surgió Biciosos, un ameno y juicioso libro sobre el presente y futuro de la movilidad ciudadana. De visita en Colombia, con motivo de una charla en la Universidad Javeriana y del Foro Mundial de la Bicicleta en Medellín, Bravo, mientras toma aire para montarse de nuevo al caballito de acero, habló sobre el mundo en dos ruedas.
 
En Biciosos, su libro sobre la creciente importancia de la bicicleta en la vida urbana moderna, usted combina los recuerdos personales con datos de investigaciones universitarias y anécdotas históricas. Comencemos esta entrevista con una pregunta relacionada con su vida: ¿Cómo se enamoró de la bicicleta? ¿Qué recuerda de ese período de cortejo suyo a la bici?
 
Yo llegué tarde a la bici, aprendí a montar con 12 años y por eso pagué con dosis extra de vergüenza mi cabezonería por haberme negado a aprender en su momento. Pero, en seguida, aprendí que la bici es una estupenda compañera, una herramienta para moverse feliz y cómodamente por casi cualquier ciudad. Así lo hago. En mi ciudad, Madrid, y en casi todas a las que voy, de Los Ángeles a Bogotá, pasando por Toronto, Sevilla, Barcelona... Con 20 años empecé a ir a la Universidad en bici cuando en Madrid era una rareza. Tan raro era que ni parecía raro. A mí me resultaba natural y me gustaba la libertad, el viento en la cara y la posibilidad de escapar rápidamente de las tediosas clases. Luego, descubrí que en el coche podía escuchar rock and roll y cambié. Hasta que hace unos diez años decidí arreglar mi vieja bici y volver a usarla para moverme. Y redescubrí a esa estupenda compañera que sabe apoyarte, llevarte y quererte sin exigencias ni reproches. Lo mío con la bicicleta no es una historia pasional, es una historia de amor y comprensión. Somos felices juntos.
 
A pesar que en un principio, usted lo señala en su libro, los colectivos de ciclistas apoyaban a los candidatos que les garantizaran buenas vías, ¿es posible identificar los colectivos de hoy con alguna ideología? ¿Tienen los ciclistas el corazón a la izquierda o a la derecha?
 
Habrá de todo, unos que tiendan a la izquierda y otros a la derecha. Pero para ir en bici hay que mantener el equilibrio y mirar al frente. Básicamente, el mismo ejercicio de pedalear es una buena metáfora de los objetivos que se persiguen con el fomento de la bicicleta. Eso de mirar hacia adelante y buscar lo mejor para todos. Sí, incluso para los que no pueden despegarse del carro. Introducir y fomentar el uso de la bici en las ciudades es trabajar por crear mejores lugares, espacios de verdad comunes y públicos, más contacto entre las personas. Trabajar por el bien común. ¿Eso es de izquierdas o de derechas? Que cada uno decida según considere.
 
La bicicleta mejora la movilidad en las ciudades, disminuye el estrés de los ciudadanos, conserva limpio el aire y sin embargo, al menos en los países de América Latina, hay una especie de cochecentrismo. ¿Qué tipo de políticas públicas, en su opinión, resultan eficaces a la hora de hacer que más gente se monte al velocípedo?
 
Bueno, el cochecentrismo está en todas partes y es responsabilidad de los ciudadanos pero, sobre todo, consecuencia de las ingentes sumas de dinero gastadas en campañas de publicidad para metérnoslo en el ADN. Por eso, las políticas públicas valientes deben hacer varias cosas: por un lado, informar, comunicar y educar de los beneficios del uso de la bicicleta. Por otro, planificar y hacer estrategias para diseñar ciudades para las personas y no para los coches. Eso conlleva crear una red de transporte público eficiente y barato, aumentar las zonas peatonales y potenciar el uso de la bicicleta mediante infraestructura y legislación. Y poner freno a la invasión del coche. Y aquí viene la última parte y la más difícil. El abuso del coche es malo para la sociedad. Los coches matan más gente que el tabaco y otras enfermedades, y no hablo (sólo) de los accidentes, sino de los problemas de salud derivados de la contaminación. ¿Por qué si las cajetillas de tabaco llevan señales de que "fumar mata" en los coches no dice "conducir mata"? Porque las presiones de los lobbies del automóvil son mucho más fuertes que lo que pudieron ser las de las tabaqueras. El político que se atreva a dar ese paso pasará a la Historia. Con hache mayúscula.
 
¿Qué secretos de su vida les revela la urbe a los ciclistas? ¿Qué imágenes quedan en el recuerdo de un extranjero luego de recorrer Bogotá, por ejemplo, en dos ruedas?
 
Recorrer una ciudad en bici es una buena manera de conocerla de forma rápida y profunda y también muy pegada a la realidad. Intento, siempre que llego a una nueva ciudad relativamente grande, alquilar una bici en los primeros días para abarcarla y acercarme a ella. En Bogotá, en mi primer viaje el pasado julio, hice varios recorridos en bici: mi primer día fue en la Ciclovía, el segundo con un amigo bogotano, Juanma, luego me hice el Ciclopaseo de los martes... Creo que recorrí la ciudad bien recorrida y en estos días, que la estoy visitando de promoción, la siento cercana y amiga. En esta ciudad en la que la bici ya forma parte del paisaje te puedes acercar a ella dando pedales y hacerlo y sentirlo de una manera especial. No sé, es difícil de explicar, pero siento cercanía. Y creo que no la sentiría tanto si no hubiese hecho todos esos kilómetros en bici por ella.
 
Cuenta usted en Biciosos que las estrellas de rock sí dan pedalazos mientras los escritores suelen ser torpes subidos en la bici, al menos lo era Bernard Shaw. A parte del Ladrón de Bicicletas,  ¿en qué filmes, novelas o discos la bicicleta cumple un papel importante? ¿El arte es amigo de ir en pedales?
 
Siempre que hago una entrevista en la radio acaban poniendo la canción bicicletera de Queen. Y he de confesar que me aburre un poco. Me gusta mucho más, por ejemplo, la "Oda a la bicicleta" de Martín Buscaglia. O el "Tour de France" de Kraftwerk que tan bien versiona el Señor Coconut. Hay una estupenda película española que se llama "Muerte de un ciclista", un clásico de Juan Antonio Bardem en el que la bicicleta y la muerte de su conductor sirven para una trama llena de tensiones personales. Hay un pequeño libro de Miguel Delibes que se llama "Mi querida bicicleta" en el que habla con cariño y simpatía de sus trayectos en bici. Hay muchos títulos que tiene que ver con bicicletas pero yo creo que su valor, principalmente, está en apoyo al creador. La bici sirve para desconectar, para concentrarte en el viaje, y eso es alimento para el alma creadora. Proporciona momentos de inspiración.
 

Por Ángel Castaño

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