El Magazín Cultural

“Yo fui el que decidió mantener un perfil bajo”: Mel Gibson

Entre la lista de los nominados como Mejor Director figura alguien que parecía haber perdido una guerra en Hollywood. Hoy en Los Ángeles la entrega de los Óscar.

Fabián W. Waintal
26 de febrero de 2017 - 04:52 p. m.
“Yo fui el que decidió mantener un perfil bajo”: Mel Gibson

En una temporada donde la Academia del Óscar dejó afuera a grandes como Clint Eastwood con la película Sully o incluso Martin Scorsese, con Silence, entre la lista de los nominados como Mejor Director figura alguien que parecía haber perdido una guerra en Hollywood: Mel Gibson. Atrás quedaron los escándalos del comentario antisemita a un policía o la llamada telefónica racista a una exnovia junto con ciertas acusaciones de violencia doméstica. Y en una nueva batalla por el éxito, en una misma semana donde incluso se convirtió en padre por novena vez, fue nominado al Óscar por la película Hacksaw Ridge, casi 20 años después de haber ganado también como Mejor Director con otra película de guerra como Braveheart.

¿Es verdad que en un principio se había negado a dirigir la película “Hacksaw Ridge”?

La rechacé dos veces. Y lo mismo había pasado con “Braveheart”. Pero por alguna razón las ruedas empezaron a dar vueltas, hasta que lo visualicé como un hecho. En el caso de Braveheart ni siquiera me la habían ofrecido para dirigir, sólo para protagonizarla.

¿Un actor dirige mejor cine? ¿Cómo aprendió a dirigir?

Quedándome en el estudio, mirando lo que pasaba, preguntando mucho. Los directores estamos para ejecutar una idea, para dudar de esa idea y ver si sale todo bien. Estamos para compartir las frutas de la victoria o el fracaso. Y todo es como un experimento científico de 30 años donde es imposible no haber aprendido algo, además de trabajar con gente buena, también. Es estupendo, pero tampoco creo que el actor pueda dejar la actuación por completo. Lo que descubrí es que un buen director sabe escuchar y si un actor viene con una buena idea, hay que robársela.

¿Los roces de la vida real o las polémicas que vivió en Hollywood ayudan a mejorar como actor y director?

Lo que no te mata te hace más fuerte y más duro, creo. Las experiencias de la vida, placenteras o no, torturantes o maravillosas, te condimentan y de alguna forma aprendemos de ellas. Eso espero al menos. Eso es lo que trato de hacer ahora, como si guardara en un disco todo lo que pueda dejar para mis hijos, esperando que ellos puedan hacer un mejor trabajo que el mío en el futuro de esta locura de tierra rodante.

Los escándalos que rodearon a Mel Gibson merecen otro estilo de película. Siendo una de las estrellas más queridas de Hollywood, terminó siendo una de las más odiadas. El rencor había empezado cuando después de diez años de haber ganado el Óscar como Mejor Director por Braveheart, los estudios de cine le dieron la espalda para filmar La pasión de Cristo por la exposición negativa de los judíos dentro de la historia, aunque él terminó dirigiendo y produciéndola, solo, poniendo de su bolsillo el costo de US$30 millones (que terminó recaudando más de US$600 millones y recibió tres nominaciones al Óscar). Pero el escándalo se volvió público cuando dos años después, al ser arrestado en Malibí, por conducir “bajo la influencia del alcohol”, insultó al policía con claros insultos antisemitas, en un caso policial que terminó en libertad condicional por tres años con la condición de atender cinco sesiones semanales de alcohólicos anónimos durante 27 meses, además de la inscripción en un curso de educación para drogadictos y alcohólicos durante otros tres meses. La imagen no mejoró cuando en 2010 la exnovia Oksana Grigorieva lo denunció por violencia doméstica haciendo públicas ciertas grabaciones telefónicas privadas con términos racistas, por delante de los llantos del bebé que habían tenido juntos. Habrá que ver si igual que el público, los miembros de la Academia finalmente lo perdonan, ahora que Mel Gibson asegura estar totalmente arrepentido, con un cambio que muestra con nueva familia, desde que se puso de novio en 2014 con Rosalind Ross. Es más: con ella tuvo al bebé Lars Gerard Gibson, que casualmente nació apenas tres días antes del anuncio oficial de la nominación al Óscar. El cambio de estos últimos diez años se nota tanto en la vida real como en el cine. Y él es el primero en reconocerlo. “Te voy a decir la verdad”, asegura. “Creo que al hacer una película tu personalidad en cierta forma figura en la producción. Y en estos diez años trabajé mucho con mi persona. Fui el que decidió mantener un perfil bajo, no quería hacer la clásica rehabilitación de famosos durante dos semanas para declararme curado y volver a arruinarlo todo. La mejor forma de demostrar que estaba arrepentido era arreglarme primero. Es lo que estuve haciendo. Hoy tengo nueve hijos que amo muchísimo. Ellos me mantienen humilde. Uno de mis hijos se casó en 2016; otro, el quinto, aparece en la película como uno de los soldados y en enero tuve otro bebé. Nueve en total.

¿Qué tan buen director se considera como padre?

Supongo que como padre soy bastante protector. Todavía me acuerdo cuando nacieron mis hijos mellizos, que hoy tienen 34 años, y tuve que ir a la farmacia a comprarles algo y me llevé en los brazos a otro que tenía 21 meses, porque mi esposa estaba ocupada con los mellizos. Estábamos en Australia y nos ayudaba una enfermera de Nueva Zelanda que se iba a la casa, a las cuatro de la tarde. Y en la farmacia, cuando me di vuelta por un segundo, mi bebé había salido a la calle, en medio del tráfico, porque había visto pasar a la enfermera. En ese momento no me importó nada, no tenía tiempo, rompí todo en el camino, hasta que atrapé al bebé, para que no le pasara un auto por encima. Sí, creo que mataría por un hijo. Aquella vez tuve que disculparme con mucha gente después.

¿Y qué tan bueno es dirigiendo su vida hoy?

Es una pregunta difícil de contestar... Una de las más difíciles direcciones que tuve en mi vida fue dejar de fumar. Fue una tortura. Es un hábito diabólico difícil de quebrar, porque las neuronas están involucradas. Mi madre creo que había fumado cuando estaba embarazada de mí. No sé, pero eso creo. Tenía nueve años cuando tuve el primer cigarrillo y 45 años después, cada simple decisión artística la hice con un cigarrillo. Y no tenerlo en la mano resulta muy difícil.

¿Aprendió alguna lección después de haberse alejado tanto tiempo de Hollywood?

Estos años aprendí muchísimo, hasta a hablar bien por teléfono, con buenos modales. Y aprendí a no hablar cuando voy a tomar alcohol. Así como hay que tener alguien que te lleve en auto, también necesitas a alguien que también hable en tu lugar. Nadie le dice algo así a ningún borracho En realidad nunca me alejé, pero aprendí mucho de esta industria. Aprendí a escribir. Aprendí a llevar al cine lo que escribí, produciendo y dirigiéndolo, incluso ocupándome también del marketing y la distribución. Hasta compré un montón de salas de cine en Australia, con una cadena de cines que se llama Dendy.

Dice que no se alejó de Hollywood, pero además de los cines la película “Hucksaw Ridge” la filmó en Australia, a 12.000 km de Hollywood.

Es cierto. La película es totalmente australiana, con australianos, con la única excepción de Andrew Garfield y Vince Vaughn. Toda la producción es australiana, pero con una historia americana que es lo más inusual. Hacía 30 años que tampoco filmaba una en Australia. Pero me sentí cómodo en volver y no gastamos más de US$40 millones, que es un precio muy bajo para estos días.

Con seis nominaciones al Óscar como Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Actor Principal, Mejor Edición, Mejor Sonido y Mejor Mezclado de Sonido, la película “Hacksaw Ridge”, con Andrew Garfield como protagonista cuenta la historia de un soldado de la Segunda Guerra Mundial que se negó a matar gente durante la Batalla de Okinawa, convirtiéndose en la primera persona en la historia norteamericana que recibió la Medalla de Honor sin haber disparado una sola vez. Y para el protagonista que se ya había hecho famoso con el rol de “Spiderman”, Mel Gibson, descubrió que puede mostrar en cine otro estilo de superhéroe.

¿Qué mensaje positivo puede llevarse el espectador después de ver una película de guerra, en un mundo del cine donde Batman o Capitán América son los verdaderos héroes?

La verdad es que los verdaderos superhéroes no usan pantalones ajustados. En este caso, la historia es verdadera y el protagonista inspira y nos muestra otra forma de amar. Si lo vemos por ese lado, es una historia de amor. Y hoy en día el mensaje es vital. El mundo siempre fue malo, pero hoy está peor y va a seguir peor. Seguimos comportándonos como hace 20 o 30 años y estamos volviendo a hacerlo.

Las películas “Braveheart” o “Apocalypto” que dirigió antes se caracterizaban por la violencia de sus protagonistas, pero con esta nueva pasa lo opuesto...

Eso es lo que más me asombró, que él no llevara ningún arma y no haya tirado nunca una bala, porque le parecía mal matar a alguien bajo cualquier circunstancia, aunque tenía la garra para ir al peor lugar que te puedas imaginar, armado con nada más que su fe, que es el mejor coraje que puedas tener bajo fuego. Y él lo hizo una y otra vez, en otros lugares del Pacífico, también, como Guam y las Filipinas. Le decían que no saliera, pero si alguien estaba en problemas, él salía a buscarlo. Y nunca lo tocaron. Sin un arma... para mí, es el mejor superhéroe.

Aunque el protagonista no quiera matar a nadie, la violencia sigue estando muy presente en la película.

Quiero que a la gente le repugne la violencia y por eso también acentué el otro lado, demostrando que se puede extraer algo bueno. Pero también quise ser realista en una situación de guerra. Okinawa fue una de las batallas donde más vidas se perdieron en el sur del Pacífico. Los japoneses incluso la describieron como una lluvia de balas de acero donde también hubo explosiones y hasta napalm. Quise mostrar la realidad. Pero también resalté lo que significa para un hombre la convicción de su fe en la situación más diabólica, por encima de la guerra y por encima de la religión.

¿Cuánta investigación llevó la película, como para merecerse una nominación al Óscar?

Hablé con gente de la Segunda Guerra Mundial, porque me interesa mucho investigar. Hablé también con asesinos en la cárcel, con los que pelearon en Corea y muchos en Vietnam. Me parece intensamente interesante tratar de acceder a la cabeza de una persona que hace algo increíble. Incluso uno de los que aparece en la película, al que se le vuelan las piernas por el aire, es un veterano de guerra de verdad que estuvo en Afganistán y a él le explotaron las piernas.

¿Cómo fue que eligió a un actor como Andrew Garfield, que es más famoso como Spider-Man y ni siquiera es norteamericano como para personificar un soldado de Estados Unidos?

La primera vez que había visto a Andrew había sido con The Social Network. Había sido algo mínimo, pero muy bien hecho, me pareció que podía hablar con sus ojos. Es muy buen actor. El cine es evidentemente su medio. No es musculoso, es una persona normal y me pareció perfecto para el rol principal de Desmond. Además, se ve más joven de lo que es y tiene el beneficio de tener más años en su cintura de lo que parece.

¿Es cierto que en los momentos en que no le gustaba una escena, usted mismo saltaba al suelo y mostraba como quería que lo actuaran?

Pasé bastante tiempo de rodillas, ensuciándome, ya estoy viejo para esas cosas. Me acuerdo una vez que salí corriendo de un lado al otro, me resbalé y me caí. Pero adivina quién estaba ahí para salvarme... Andrew Garfield. “¿Estás bien?”", me preguntó. Me dio gracia, porque parecía que me hubiera encontrado con su personaje, no con él.

¿Y por qué no buscó algún rol como actor en la película, como lo había hecho con el Óscar de “Braveheart”?

Estoy en la película, mi sombra está ahí. Mi brazo también. Cuando Hugo Weaving aceptó venir a filmar el rol del padre de Andrew, me dijo que sí, pero después cambió de idea y los horarios cambiaron tanto que no pudo hacer la escena en la sala de tribunales y yo la hice. Esta mi mano, mi sombra y después lo agregamos a él con los efectos de la pantalla verde, pero él realmente no estuvo en el rodaje, aunque se ve en la película.

¿Y por qué no siguió usted en el rol del padre de Andrew Garfield?

No. Hugo Weaving me parecía genial. Desde el principio me pareció la perfecta decisión. No puedo hacer lo que hace él.

¿Terminó su carrera de actor por completo?

Por un tiempo había dejado de actuar porque sentí que mis campanas no estaban sonando. Por eso me enfoqué tanto en la dirección, a escribir y producir. Pero ya me vas a ver con Sean Penn, en The Professor and the Madman, que trata de un profesor que se dedicó a recopilar palabras para la primera edición del diccionario de inglés Oxford y a mediados del siglo XIX recibió más de 10.000 palabras de un doctor en un asilo de locos. Pero antes que lo preguntes, mi personaje es el del editor del diccionario Oxford, no interpreto al doctor del asilo de locos.

Por Fabián W. Waintal

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