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Dos secuestros y tres mártires más

Corría el mes de enero de 1988, el gobierno de Virgilio Barco, a través de su ministro de Justicia Enrique Low Murtra, ya tenía en sus manos cinco órdenes de captura con fines de extradición contra Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha y los tres hermanos Ochoa Vásquez.

Redacción Ipad
31 de agosto de 2012 - 11:33 a. m.
Dos secuestros y tres mártires más

Además, el 13 de enero, el Cartel de Cali había detonado un carro bomba frente al edificio Mónaco, el búnker privado del capo de capos y su familia. En medio de las dos guerras, Escobar apeló al secuestro para maniobrar sin ceder en su violencia.

Después de consultarlo con sus principales asesores y secuaces, pronto escogió su primer objetivo: el entonces candidato a la alcaldía de Bogotá, Andrés Pastrana Arango, hijo del expresidente conservador Misael Pastrana Borrero. Escasamente faltaban dos meses para la primera elección popular de alcaldes en Colombia, y Pastrana se anunciaba como el seguro ganador ante la división del Partido Liberal en Bogotá, con las candidaturas de Carlos Ossa Escobar y Juan Martín Caicedo Ferrer.

El lunes 18 de enero, al caer la tarde, un comando armado de Los Extraditables encabezado por Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias ‘Popeye’ irrumpió en la sede de la campaña de Andrés Pastrana y concretó los planes de Escobar. En el momento de ser secuestrado, se engañó a Andrés Pastrana diciéndole que se trataba de una acción del M-19 y que lo que buscaban era que fuera portador de un mensaje al Gobierno y que una vez se lo entregaran, era cuestión de una hora que quedara en libertad.

El candidato tuvo que aceptar las exigencias, y amenazado con una Mini Uzi apuntándole a la cabeza, fue obligado a abordar un Mazda 626 color verde. Dos cuadras después, fue cambiado a un Renault 21, pero sus captores lo acomodaron en el baúl del vehículo. Cuando empezó el revuelo de la noticia, los cómplices de Escobar empezaron a llamar a distintas estaciones de radio para anunciar que en una hora Pastrana iba a ser liberado en el parque La Florida. Cuando todos los periodistas se movilizaban hacia el lugar, volvieron a llamar a decir que por seguridad lo iban a dejar en el parque El Salitre.

Al final, mientras autoridades y periodistas aguardaban que Andrés Pastrana quedara en libertad, los secuestradores se lo llevaron por la autopista Norte hasta una lujosa vivienda. Al día siguiente, ‘Popeye’ le notificó que estaba secuestrado por Los Extraditables. Como quiera que las autoridades pusieron en marcha un operativo de seguridad para localizar a Pastrana en Bogotá, Escobar Gaviria ordenó que lo sacaran en un helicóptero hasta Antioquia. Así se hizo y fue recluido en una finca en el sector de El Retiro.

Sólo hasta el 22 de enero, es decir cuatro días después, Los Extraditables reivindicaron la autoría del secuestro exigiendo como mediadores para la liberación de Andrés Pastrana al Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, al escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal o al periodista Enrique Santos Calderón. Previamente, los secuestradores se comunicaron por teléfono con el expresidente Misael Pastrana y le advirtieron que la vida de su hijo dependía de cómo convencía al Gobierno de frenar la extradición.

Ejecutado el plan del secuestro de Andrés Pastrana, se puso en marcha el segundo paso del nuevo plan de chantaje de Pablo Escobar a la sociedad y el Estado: el plagio del entonces procurador general de la Nación, Carlos Mauro Hoyos. Después de algunas semanas de adelantar labores de inteligencia, la mafia de Escobar Gaviria constató que Hoyos viajaba todos los fines de semana a Medellín y pernoctaba en una pequeña casa de su propiedad, cerca a El Retiro. El lunes 25 de enero pusieron en marcha su secuestro.

La mañana de ese lunes 25, como era su costumbre, el procurador salió de su casa rumbo al aeropuerto internacional José María Córdova en Rionegro. Casi de inmediato, de manera disimulada, hombres de Escobar en una camioneta Toyota y un Renault 18, comenzaron a seguirlo. Cuando el vehículo oficial del jefe del Ministerio Público estaba a escasos metros de la glorieta donde se dividen los caminos hacia Las Palmas y la autopista Medellín-Bogotá, fue atacado por el comando armado.

La camioneta Toyota chocó intencionalmente el carro del procurador y su conductor perdió el control del vehículo hasta caer en una cuneta. Entonces los atacantes descendieron de sus automotores y abrieron fuego contra la escolta del funcionario. Gonzalo Villegas y Jorge Enrique Loaiza perdieron la vida en los hechos. De inmediato, sacaron a la fuerza al Procurador del carro oficial y se lo llevaron herido. La noticia trascendió de inmediato y la Policía puso en marcha un riguroso operativo en toda la zona.

Antes del medio día de ese mismo lunes 25 de enero, alertados por movimientos extraños en la finca “El Fresal”, situada en el área rural de El Retiro, un dragoneante y cinco policías llegaron al lugar y terminaron encontrándose con una sorpresa. Cuando irrumpieron en la casa, se armó una balacera y varios hombres salieron huyendo del lugar. Fue en ese momento cuando los uniformados empezaron a escuchar los gritos de un hombre que decía ser Andrés Pastrana, y de otro que advertía que si no cesaba el fuego lo mataba.

Después de varios minutos de tensión, el secuestrador que mantenía encañonado al candidato a la alcaldía de Bogotá, le dijo a los policías que estaba dispuesto a liberar a Pastrana si alguno de ellos se canjeaba por el secuestrado para así facilitar su fuga. El agente de policía Roberto de Jesús Zapata Carmona aceptó la propuesta del secuestrador y se dejó poner unas esposas mientras Pastrana recobraba su libertad. El secuestrador huyó con su rehén, a quien dejó libre minutos después.

La noticia de la liberación de Andrés Pastrana causó revuelo nacional, pero al poco tiempo se pasó del júbilo a la tristeza cuando Los Extraditables anunciaron que el procurador Carlos Mauro Hoyos había sido ejecutado. La realidad de lo sucedido fue que Escobar Gaviria, cuando se enteró de lo que había acontecido con Pastrana, concluyó que no podía perder dos veces el mismo día y ordenó el asesinato del jefe del Ministerio Público. Su cuerpo sin vida fue encontrado en la vereda La Fe, a un lado de la carretera a Las Palmas.

Al día siguiente, como ya se había vuelto común en esa época, en medio de los mensajes de condolencia, los empleados de la Rama Judicial y del Ministerio Público salieron a marchar por la carrera séptima de Bogotá, en protesta por esta nueva agresión de la mafia del narcotráfico. A su vez, en Medellín, el sepelio de Carlos Mauro Hoyos se convirtió también en una jornada de protesta ciudadana, con la presencia de los altos jerarcas del Estado, mientras la banda municipal de El Retiro interpretaba música colombiana.

La acción criminal de Los Extraditables agregó a la lista de mártires a otro dirigente de arraigo en Antioquia. Nacido en el municipio de Támesis y abogado de la Universidad de Medellín, Carlos Mauro Hoyos fue un destacado funcionario público. Ejerció como juez, secretario de Educación de Antioquia, Contralor de su departamento y Representante a la Cámara. En 1986, el presidente Virgilio Barco lo designó Procurador General de la Nación, cargo en el que venía cumpliendo una destacada labor en defensa de los Derechos Humanos.

En cuanto a sus escoltas, Jorge Enrique Loaiza tuvo un destino aciago. A penas llevaba 10 días al servicio de Carlos Mauro Hoyos, y estaba reemplazando al titular en vacaciones. Sólo tenía 29 años. En cuanto a Gonzalo Villegas Aristizabal, tenía 28 años, cinco meses de casado y también poco tiempo trabajando con el procurador Carlos Mauro Hoyos. En medio de la crisis y los homenajes póstumos, el presidente Virgilio Barco designó como nuevo Procurador al abogado antioqueño Alfredo Gutiérrez Márquez.

La reacción del Gobierno fue convocar a las tres ramas del Poder Público para unirse en una lucha frontal contra el Cartel de Medellín y, con facultades de Estado de Sitio, expidió el primer Estatuto Antiterrorista en Colombia. Fue el decreto 180 de 1988 o Estatuto para la Defensa de la Democracia, un severo régimen penal para perseguir al crimen organizado, que además de generar programas de recompensas y protección de testigos, fortaleció a la justicia que se había convertido en el blanco predilecto de Los Extraditables.

En cuanto a Andrés Pastrana, como estaba previsto, el domingo 13 de marzo de 1988, fue elegido alcalde de Bogotá. Gobernó hasta 1990, tuvo que afrontar los momentos más difíciles en la ofensiva narcoterrorista que desplegó Pablo Escobar, y casi una década después, en 1998, se convirtió en Presidente de la República. Sólo que, cuando asumió la alcaldía de la capital, la guerra del narcotráfico y su aliado el paramilitarismo, convirtieron algunas regiones de Colombia en un baño de sangre para asegurar su dominio territorial en zonas donde quiso posicionarse la Unión Patriótica.
 

Por Redacción Ipad

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