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"En 2035 no quedarán pobres": Bill Gates

El fundador de Microsoft aseguró que los países pobres no están condenados a seguir siendo pobres, que la ayuda externa no es despilfarro de dinero y que salvar vidas no contribuye a la sobrepoblación.

Mico Tatalovic
26 de enero de 2014 - 09:10 p. m.
Bill Gates defendió en una carta la importancia de la filantropía.  / EFE
Bill Gates defendió en una carta la importancia de la filantropía. / EFE
Foto: EFE - JEAN-CHRISTOPHE BOTT

Los filántropos Bill y Melinda Gates aprovecharon la sexta carta anual de su fundación para encarar los que tipifican como mitos del desarrollo que socavan los esfuerzos para salvar vidas y reducir la pobreza.

Los creadores de la Fundación Bill & Melinda Gates hacen frente a tres de esos mitos: que los países pobres están condenados a seguir siendo pobres, que la ayuda externa es un gran despilfarro de dinero y que salvar vidas contribuye a la sobrepoblación.

En su texto, Bill Gates muestra que las mejoras económicas que han llevado a muchos países a salir de la pobreza hacen previsible que “para 2035 casi no quedarán países pobres en el mundo”.

Los países, señala, “se beneficiarán de innovaciones como vacunas, mejores semillas y la revolución digital. Sus fuerzas laborales, impulsadas por la expansión de la educación, atraerán nuevas inversiones”.

También lamenta la noción equivocada de que la ayuda externa no funciona. Por ejemplo, está en desacuerdo con la opinión de que la ayuda obstaculiza el desarrollo económico y mantiene a los países dependientes de la generosidad foránea.

“Este argumento contiene varios errores. El primero, mezcla diferentes tipos de ayuda. No diferencia la ayuda que se envía directamente a los gobiernos del financiamiento que se usa para investigar nuevas herramientas como vacunas y semillas”, escribe Gates.

“El dinero que Estados Unidos gastó en los años sesenta para desarrollar cultivos más productivos hizo que los países de Asia y América Latina fueran menos dependientes de nosotros, no más. El dinero que gastamos hoy en día en una revolución verde para África está ayudando a esos países a sembrar más alimentos, haciéndolos también menos dependientes. La ayuda es una fuente crucial de financiamiento de esos ‘bienes públicos globales’ que son la clave para la salud y el crecimiento económico. Por eso nuestra fundación destina más de un tercio de nuestras subvenciones al desarrollo de nuevas herramientas”, subraya.

Asimismo resalta que la corrupción a pequeña escala en los sistemas de ayuda no significa que se deba paralizar dicho apoyo.

“La tecnología ayudará cada vez más en la lucha contra la corrupción. Internet está haciendo que sea más fácil para los ciudadanos saber lo que sus gobiernos deben estar entregando —como la cantidad de dinero que sus establecimientos de salud deben recibir— para que puedan lograr que los funcionarios rindan cuentas. A medida que el conocimiento público aumente, la corrupción descenderá y llegará más dinero a donde se supone que debe llegar”, afirma.

“Sobre todo, espero que podamos dejar de discutir si la ayuda funciona y dediquemos más tiempo a hablar de cómo podría trabajar mejor”, escribe. “Esto es especialmente importante para pasar de una investigación básica sobre los bienes públicos globales a esfuerzos sistemáticos de entrega de esas innovaciones. ¿Los países receptores se encargan de decidir dónde hay que construir los establecimientos de salud y de formar a los trabajadores? ¿Los donantes ayudan a que los equipos locales adquieran las competencias necesarias para quitarles el trabajo a los expertos occidentales? ¿Los mejores comparten aquello que han aprendido para que otros países puedan seguir sus pasos? Este es un ámbito en el que la fundación ha aprendido mucho”.

Por su parte, Melinda Gates dice que salvar vidas mediante la ayuda y el desarrollo da lugar a poblaciones más pequeñas y no, como lo señala el mito, a la sobrepoblación.

El acceso a la educación y a los anticonceptivos para las mujeres, así como a alimentos, vacunas y cuidados sanitarios para los niños, salva más vidas, pero también propicia que nazcan menos hijos por mujer, escribe.

Y enfatiza que “crear sociedades donde la gente disfrute de salud básica, relativa prosperidad, igualdad fundamental y acceso a anticonceptivos es la única forma de asegurar un mundo sostenible”.

 

 

 

 

Por Mico Tatalovic

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