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Agroindustria tiene 33,5% de la tierra

Más de 90% de las unidades productivas tienen menos de 50 hectáreas, pero ocupan más de la mitad del área cultivada.

María Alejandra Medina C.
28 de octubre de 2015 - 03:39 a. m.

Para hacer sus cuentas, la agricultura colombiana hasta hace poco calculaba que en el país hay 5,5 millones de hectáreas cultivadas. El tercer Censo Nacional Agropecuario, sin embargo, reprobó esa cifra y ha dicho que realmente tenemos 7,1 millones de hectáreas de cultivos. El número, de todas formas, sigue estando muy lejos de las 33,8 millones de hectáreas destinadas a pastos.

De acuerdo con la primera medición estadística del campo en 45 años, en Colombia el 64,6 % del área sembrada está destinada a la agroindustria y al cultivo de tubérculos y plátanos. El Valle del Cauca, Antioquia, Meta, Santander y Cauca son los departamentos en los que tienen más presencia los agroindustriales, pues juntos suman el 43,8 % del área de ese tipo de cultivo. Los tubérculos y plátanos, por su parte, figuran más en Nariño, Cauca, Cesar, Amazonas y Magdalena.

El café, que emplea aproximadamente a 560.000 familias, es el cultivo que más espacio ocupa, con 28 % del total del área de agroindustria y presencia en cerca de 23 departamentos. La palma africana, por su parte, que emplea a 140.000 personas directa e indirectamente, es el segundo cultivo, con 15,6 % del total de área agroindustrial. Figura en 18 departamentos, pero principalmente en el Meta, Casanare, Cesar y Santander, que reúnen el 72 % del cultivo.

El resto de siembra de la agroindustria está compuesto por productos como la caña de azúcar, con 7,5% del área; la caña panelera, que ocupa el 10,7% del espacio de cultivo agroindustrial; el cacao, que se ha hecho al 6,1% del área; el caucho, el tabaco y el algodón, que, respectivamente, tienen el 1,6%, 0,3% y el 0,6% del área. Otros productos agroindustriales, como el ajonjolí, la canola, soya o sorgo, ocupan casi el 30% restante.

Mientras que de café hay 964.000 hectáreas cultivadas y de palma, 524.000, todos los cereales en Colombia suman un millón de hectáreas. Esa es la misma cantidad que el Ministerio de Agricultura se comprometió a sembrar de ahora a tres años, a través del plan Colombia Siembra, que ha recibido el apoyo de la industria, a través de la Andi, pero que también ha sido criticado por académicos y gremios debido a que, argumentan, no hay certidumbre sobre la disponibilidad de los recursos (Vea: http://www.elespectador.com/noticias/economia/le-falta-colombia-siembra-articulo-591632).

De acuerdo con el DANE, 92,3 % de las unidades productivas en el país tienen menos de 50 hectáreas, pero ocupan casi el 50 % del total del área. “Un bisabuelo, por ejemplo, empezó con 100 hectáreas y eso se puede convertir después de tres generaciones en microfundios improductivos”, explica Rafael Mejía, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).

En ese panorama de pequeñas unidades no hay que olvidar que, de acuerdo con datos ya entregados, sólo 16 % de los productores rurales tienen maquinaria y construcciones. “Llega un punto en que la gente no se queda en el campo porque ve que no tendría futuro, y las economías de escala nunca se logran aplicar, entonces por eso la mecanización es tan baja”, agrega Mejía.

La SAC ha manifestado su apoyo al proyecto de ley de las Zonas de interés de desarrollo rural económico y social (Zidres), que prometen fomentar la productividad a través de modelos asociativos. El proyecto, que debe pasar ahora por el Senado, sin embargo, ha sido criticado por organizaciones como Oxfam, Codhes, el Cinep y la Comisión Colombiana de Juristas, pues, según éstas, las Zidres abren la posibilidad de adquirir tierras con antecedente de baldíos y obliga a los productores a desprenderse de la titularidad de la tierra si quieren acceder a los beneficios de asociarse en proyectos productivos. (Vea: http://www.elespectador.com/noticias/politica/el-nuevo-round-zidres-articulo-566692).

De vuelta al censo, según el DANE, el 74,8% del área agrícola cultivada pertenece a cultivos permanentes, mientras que 16% del espacio lo ocupan los transitorios y 9,2%, los asociados, que son las plantaciones conjuntas. Estos últimos cultivos no corresponden con la tendencia según la cual casi la mitad del área está ocupada por unidades menores a 50 hectáreas. Por el contrario, el 0,4% de las unidades sembradas tiene más de 1.000 hectáreas, pero ocupa 50,2% del espacio destinado a cultivos asociados.

En la medición que correspondió a los grupos étnicos, informó el DANE que de 3,9 millones de hectáreas con uso agropecuario en sus territorios, 2,6 millones son para pastos y tan sólo un millón, para cultivos. El 53,7% del área agrícola pertenece a grupos indígenas, en la que la mayor participación la tienen los cultivos de tubérculos y plátanos, con casi 40% del área. Les siguen las frutas y los productos agroindustriales, con 20% y 19%, respectivamente.

El 46,3% del total del suelo agrícola está en territorios de comunidades negras, que cultivan principalmente tubérculos y plátanos, con 30% de participación, seguidos por los frutales, con 28%. Finalmente, en los territorios ancestrales raizales, que se han hecho al 0,03% del área agrícola en tierras de grupos étnicos, lo que más se siembra también son los plátanos y los tubérculos, pero con 50% de participación.

El DANE, por último, informó que el inventario pecuario del país a corte del segundo semestre de 2014 sumaba cerca de 745 millones de cabezas, en lo que la mayor participación la tiene el sector avícola, con 720 millones de aves. Les siguen las cabezas de bovino, con 21,4 millones; las de porcino, con un millón, y los equinos, con 1,2 millones. Ovinos, caprinos y búfalos suman, respectivamente, 775.600, 753.600 y 174.8000 cabezas.

Antioquia, Córdoba, Casanare y Meta son los departamentos donde más cabezas de bovino hay, mientras que Santander, Cundinamarca, Valle y Antioquia son, en ese orden, donde más cabezas de aves se contaron. Respecto a eso último, es de recordar que el desarrollo que se plantea para la Altillanura, tanto en el Plan de Desarrollo, en el proyecto de ley de Zidres y en el plan Colombia Siembra, contempla las plantaciones de cereales, que, en gran proporción, se destinarían para el alimento balanceado de las aves. En ese sentido, no es difícil imaginar que será determinante la infraestructura de transporte que se desarrolle –o no- para llevar la producción desde la Altillanura hasta las zonas donde hoy, efectivamente, está la mayor producción avícola, donde se consumen los alimentos.

 

Por María Alejandra Medina C.

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