Argentina a 15 años de su peor crisis económica y política

Entre el 19 y 20 de diciembre de 2001, el país vivió la mayor fractura social de su historia: redujo su extendida clase media de un plumazo y empujó a la marginación a vastos sectores sociales.

AFP
20 de diciembre de 2016 - 01:57 p. m.
Tomada de Pixabay
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Nada será igual para Argentina después de la crisis de 2001, una deblacle política y económica que ensangrentó las calles con represión, vio desfilar cinco presidentes en una semana y marginó al país del sistema financiero internacional.

Las huellas sociales, políticas y económicas atraviesan a este país que vivió aquel 19 y 20 de diciembre la mayor fractura social de su historia.

"Fue una crisis que se acercó mucho a la disgregación social. A principios de 2002 los argentinos nos preguntábamos si Argentina seguiría existiendo", explicó a la AFP Alejandro Grimson, antropólogo social, académico e investigador del concejo nacional científico y técnico (Conicet).

En esa crisis aciaga, Argentina redujo su extendida clase media de un plumazo y empujó a la marginación a vastos sectores sociales.

En las grandes urbes emergieron los 'cartoneros', familias empobrecidas que buscaron en la recolección de cartón una forma de supervivencia ante el drama de perderlo todo.

Quince años después y pese a beneficios sociales tras 12 años de gobiernos populistas, los cartoneros son parte del paisaje urbano de Argentina donde casi un tercio de la población de 42 millones de habitantes es pobre y 6,3% sigue hundido en la indigencia.

"Que se vayan todos"

La crisis desató la furia social con un baño de sangre en las calles que dejó 30 muertos por la represión policial, mientras el presidente conservador Fernando De la Rúa (1999-2001), escapaba de la Casa de Gobierno en helicóptero.

Le siguieron cinco presidentes en una semana de decadencia política que culminó con la bancarrota y la declaración del default por 100.000 millones de dólares.

En las calles la policía reprimía saqueos en un marco de extrema pobreza con ajuste económico, inflación y reducción de salarios.

El congelamiento de depósitos bancarios, un "corralito" a los ahorros, desató la ira de la clase media al grito de "que se vayan todos" y golpe de cacerolas, toque de guerra social que la clase política aprendió a escuchar desde entonces.

La profunda desconfianza de la sociedad argentina hacia el sistema financiero y hacia su propia moneda es otra de las huellas que dejó la crisis.

"Ese proceso de desconfianza venía de antes y nunca se reparó. Sigue habiendo fuga de capitales", recordó Grimson en un país donde ahorrar en dólares no es cuestión de ricos, y donde todos los gobiernos han lanzado blanqueos de capitales sin mucho éxito.

Pero el emergente de la crisis fue una sociedad movilizada y contra todo pronóstico más politizada que antes.

"Tras esa furia de 'que se vayan todos' hubo un proceso de recomposición del sistema político y construcción de mayorías: Néstor Kirchner ganó la presidencia con el 22% de los votos en 2003 y se fue en 2007 con altísima popularidad", recordó Grimson sobre el expresidente fallecido en 2010.

Su esposa y sucesora Cristina Kirchner terminó un segundo mandato en 2015 con un 50% de imagen positiva.

La crisis dio lugar a nuevos actores políticos, entre ellos el actual presidente de centroderecha Mauricio Macri con su partido PRO nacido tras la debacle.

"No sólo el kirchnerismo es hijo del 2001, el PRO es otro tipo de hijo de la crisis", dijo Grimson.

Nunca más, también a la crisis

"Argentina vivió varios traumas antes de la crisis: la dictadura militar (1976-1984), la Guerra de Malvinas (1982), la hiperinflación en 1989" , enumeró Grimson.

Todos han dejado heridas, pero también sabiduría.

La dictadura "con su tendal de desaparecidos se transformó en una lucha positiva por la defensa de los derechos humanos. Para los estándares latinoamericanos Argentina es un país con mucha sensibilidad social en derechos humanos", señaló.

También la crisis dejó a una sociedad movilizada que sale a la calle por causas que la conmueven, como los cientos de miles que marcharon este año contra la violencia machista.

"Es muy claro que la mayoría no quiere vivir nunca más una fractura social tan gigantesca y dramática", afirmó Grimson.

Con más de 40% de inflación, miles de desocupados, la economía en recesión y el déficit fiscal por las nubes, Argentina vive un 'dejá vu'.

"Pero la crisis de 2001 no fue inevitable. No existe el 2001 sin De la Rúa, como no existe la Revolución Francesa sin Luis XVI", dijo el investigador.

En Argentina, diciembre es un mes 'sensible', pero según Grimson la clase política aprendió de sus errores.

"En 2001 la crisis se produce porque no hay ninguna flexibilidad política ante la receta económica ortodoxa. Hoy el PRO tiene como prioridad evitar la crisis, incluso si tiene -como lo estamos viendo- que torcer algunas recetas económicas ortodoxas", sostuvo.

Por AFP

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