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El banco central de Argentina intervino para detener la caída del peso por segunda vez desde que las nuevas autoridades asumieron en diciembre en tanto una devaluación y la flotación de la moneda han convertido a ésta en la de peor desempeño en los grandes mercados emergentes este año.
El peso se depreció el martes 1,9 por ciento hasta 15,58 por dólar, antes de cerrar 0,3 por ciento más fuerte en 15,25, según la plataforma de operaciones electrónicas MAE en Buenos Aires. La moneda perdió 16 por ciento de su valor en 2016, el nivel más alto entre 24 países de los mercados emergentes y tres veces el movimiento de la segunda con peor desempeño, el peso mexicano. El banco vendió US$119 millones para sostener el peso en el mercado cambiario, según un comunicado enviado por correo electrónico.
“Los tipos de cambio por encima de ciertos niveles presionan la inflación y el BCRA tiene un buen incentivo para actuar en ese caso”, dijo Alejo Costa, estratego de Puente.
Cuando el presidente Mauricio Macri eliminó los controles después de asumir el 10 de diciembre, el gobierno consiguió limitar la depreciación mediante un acuerdo con los exportadores agrícolas de vender unos US$4.000 millones de soja, maíz y trigo que los productores agrícolas habían guardado esperando un tipo de cambio mejor. Sin embargo, en estas últimas semanas, las exportaciones agrícolas se congelaron y las reservas del banco central cayeron alrededor de US$1.000 millones hasta US$29.000 millones.
“El banco central debe intervenir más para controlar el traspaso de la devaluación a los precios al consumidor en medio de las negociaciones por los salarios”, dijo por teléfono desde Miami Hernán Yellati, responsable de investigación y estrategia en BancTrust & Co. “También debería elevar las tasas en la subasta para impedir que el exceso de pesos vaya tras los dólares”.
La semana pasada el banco vendió en la subasta semanal obligaciones negociables por 57.700 millones de pesos (US$3.800 millones) con un rendimiento de 30,5 por ciento para los vencimientos más cortos hasta 27,5 por ciento para las obligaciones a más largo plazo.
El jueves pasado, el gobierno intervino en el mercado cambiario vendiendo US$41,3 millones por primera vez desde que se eliminaron los controles en diciembre. Desde entonces, los exportadores agrícolas han reducido sus ventas y los importadores con autorizaciones automáticas han ejercido mayor presión.
Las negociaciones coincidentes que lleva adelante el gobierno argentino con los acreedores no reestructurados en los Estados Unidos y los sindicatos nacionales en el país resultarán decisivas. Si la segunda economía más grande de Sudamérica recupera el acceso al mercado de deuda internacional -conforme Ezequiel Aguirre, estratego de Bank of America, dijo que espera- la inflación con el tiempo bajará. Las negociaciones salariales entre el gobierno federal y los gremios docentes podrían indicar grandes aumentos de sueldos. Esto mantendría alta la inflación y llevaría a una depreciación de la moneda, dijo Costa de Puente.
En tanto las estadísticas están en su mayoría suspendidas hasta que Macri lleve a cabo una reforma del Indec, agencia anteriormente cuestionada, el gobierno dijo que la provincia de San Luis y la Ciudad de Buenos Aires podrían ser referentes para los aumentos en los precios al consumidor. San Luis dijo el martes que los precios subieron un 35,1 por ciento anual y 4,2 por ciento en enero desde diciembre.
“Es un precedente negativo”, dijo Costa.
Los contratos a plazo no entregables a tres meses demuestran que los operadores prevén que el peso se negociará a 15,75 por dólar en tanto los contratos de futuros internos muestran al peso en 15,8 a 90 días. Yellati, de BancTrust, considera que el peso cerrará 2016 entre 18 y 18,5 por dólar.