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Colciencias, el objetivo del Ministerio TIC

El ministro Diego Molano busca convertir el departamento administrativo en el eje de su política de innovación para el cuatrienio 2014-2018. El anuncio se oficializaría el jueves, pero se viene ultimando desde finales del año pasado.

David Mayorga
27 de julio de 2014 - 02:00 a. m.
El  reto de Diego Molano, ministro TIC, será empoderar los $412.000 millones de presupuesto de Colciencias para fomentar la innovación. / Archivo
El reto de Diego Molano, ministro TIC, será empoderar los $412.000 millones de presupuesto de Colciencias para fomentar la innovación. / Archivo
Foto: LUIS ANGEL

Aquel día el enojo fue notable. El segundo semestre de 2010 apenas se iniciaba y con él una nueva gestión al frente del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), encabezada por Diego Molano Vega, un ingeniero electrónico boyacense, con estudios de administración en Europa y una amplia experiencia en firmas de telecomunicaciones como la estadounidense BellSouth o la española Telefónica. Su principal objetivo al frente de la cartera consistía en transformar la industria.

Por eso su furia explotó cuando, tras preguntarles a los asesores técnicos en cuántos meses estarían listos los estudios para adjudicar nuevas frecuencias del espectro radioeléctrico y traer al país la infraestructura LTE (conocida también como 4G, que permite mayor velocidad de navegación por internet y menor tiempo de descarga de contenidos, al igual que conectividad móvil), la respuesta lo desconcertó: “No se puede hacer sino hasta 2018”. Al cabo de un mes tenía asesores nuevos.

En los años siguientes esa transformación se dio en todos los niveles. Por ejemplo, en conectividad, el país pasó de desplegar 2,2 millones de conexiones a internet de banda ancha por aquellos días a los 8,8 millones con que concluyó el primer semestre. Una meta en la que tuvieron mucho que ver la subasta de 4G, que permitió ampliar de tres a 10 operadores de telefonía e internet móvil, dejando ganancias superiores a los US$770.000 millones, y el Proyecto Nacional de Fibra Óptica, una auténtica ‘autopista’ que permitió pasar de 200 municipios conectados a 1.078 gracias a una inversión de $1,2 billones.

Otra cara es la apropiación de la tecnología, pues en los últimos cuatro años el ministerio fomentó políticas y dio incentivos para disminuir el precio de los equipos, brindar subsidios para conectar a los estratos más bajos, entregarles dispositivos a las escuelas del país (alrededor de 2 millones de unidades) y, entre otras iniciativas, conectar a más del 60% de las pymes del país. Ese plan, proyectado para los cuatro primeros años del gobierno Santos, se llamó Vive Digital y fue reconocido en escenarios como el Foro Económico Mundial y la Feria Mundial de Movilidad, de Barcelona, como uno de los más importantes de fomento de tecnología en el mundo.

Su impacto se vio reflejado en el fortalecimiento de la economía. Según cálculos de Fedesarrollo, las ganancias de la industria TIC en Colombia pasaron de $14 billones en 2002 a $36 billones diez años después, los cuales equivalen al 5,4% del PIB de 2012. Un crecimiento que, más allá de mayores ventas, se reflejó en generación de empleo, pues durante ese período pasó de ocupar 40.000 trabajadores directos a más de 110.000.

Cifras sin lugar a dudas impresionantes, pero detrás de ellas se esconde una gestión férrea. Como en el ejemplo de sus primeros asesores, la institucionalidad ha tenido que evolucionar a un ritmo tan vertiginoso como el del propio sector en los últimos cuatro años, caracterizados por la creación de entidades de alto perfil técnico, como la Agencia Nacional del Espectro (ANE), gran culpable de reorganizar las frecuencias para la llegada del 4G, o la transformación forzosa de departamentos dentro del Ministerio que no entregaban grandes resultados.

Una historia que está a punto de repetirse. El próximo jueves, en el Gimnasio Moderno, Molano le presentará al país la hoja de ruta del sector para el segundo período presidencial (2014-2018), conocido en el medio como Vive Digital 2. Aunque la cartera ha adelantado sus dos principales ejes, el impulso a la creación de aplicaciones digitales y la máxima eficiencia gracias a la tecnología, su verdadero objetivo reside en la innovación. Y en un objetivo especial: anexar Colciencias a las entidades bajo influencia del Ministerio TIC.

Fuentes cercanas al proceso aseguran que Molano viene trabajando en ese objetivo desde finales de 2013, el cual tendría que implementarse, necesariamente, por medio de una reforma administrativa que cuente con la bendición del presidente Santos. Posteriormente, los cambios estructurales en la entidad se gestarían con el mismo pulso firme que ayudó a transformar su cartera.

Un cambio que a todas luces es vital para el futuro de la entidad, que en 2010 se estrenó como departamento administrativo y se le encomendó liderar la llamada ‘locomotora de la innovación’. Sin embargo, con el paso de los días ese objetivo se perdió en el camino. “Colciencias debería romper su esquema tradicional, porque se convirtió en una entidad muy alejada del propósito de incentivar a la ciencia”, afirma Carlos Fonseca, consultor privado y uno de los cuatro directores que ha tenido en el último cuatrienio (duró poco más de seis meses en el cargo).

Ese es un primer indicador de su debilidad. Otro, su ejecución presupuestal. Según el Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología, la entidad recibió $412.000 millones en 2012, que equivalen al 14,15% de los $2,89 billones que el país invirtió en ciencia y tecnología. Hasta ahí, nada anormal en un país acostumbrado a invertir el 0,18% de su PIB en la materia. Sin embargo, su gran debilidad se debe a la asignación de recursos: el 65% se destina al rubro de ‘Apoyo a formación y capacitación’, o sea, a becas de doctorado. Una actividad loable, pero con resultados a muy largo plazo y concentrados solo en un aspecto específico. En contravía, en apoyo a ‘Investigación y Desarrollo’ y ‘Actividades de innovación’, donde se impulsa a grupos de investigación y se giran recursos para desarrollo de tecnologías, destinó el 25%.

“Esa estructura va en contra de otras entidades, como el Departamento Nacional de Planeación, que gracias a un riguroso proceso de reestructuración han adquirido enfoques territoriales y sectoriales. Por eso se han ganado un espacio preferencial en la agenda de los departamentos, los ministerios y de Presidencia”, agrega.
La salida, la semana pasada, de Paula Marcela Arias, su última directora en propiedad, en medio de una queja pública por recortes presupuestales, evidencia cuál era la verdadera preocupación de la entidad. De hecho, expertos han criticado que la asignación de ayudas se ha concentrado en estratos altos y en las principales ciudades capitales, una realidad que se corrigió levemente con la asignación del 10% de regalías a innovación, lo cual aumentó la asignación de ayudas a los departamentos.

Por su parte, el Ministerio TIC ha dejado claro que su gran apuesta en el próximo cuatrienio se concentrará en incentivar la innovación, entendida, por lo menos hasta hoy, en la industria de contenidos digitales. De allí sus múltiples convocatorias para capacitar a 118.000 microempresarios y empoderar a 64.000 emprendedores tecnológicos. Fondos que también tienen como objetivo propiciar aplicativos para paliar la pobreza, juegos que no sean violentos o herramientas digitales para aumentar la productividad en el campo.

Ese será el pilar del plan que Molano le presentará al país el jueves. Después vendrán otros retos. Un documento de la Asociación Colombiana de Ingenieros proyecta que los desafíos del sector deben concentrarse en la expansión de la televisión digital terrestre (TDT) en el país, un plan nacional de seguridad cibernética, metas más agresivas de velocidad por internet, revisar los usos de la tecnología y, entre otros, incluir iniciativas favorables al medio ambiente.

Desde otra perspectiva, como la de Fonseca, es necesario contar con otras herramientas de promoción de la ciencia y la tecnología: “Hay que propiciar las inversiones del sector privado, el uso de tecnologías alternativas y la inversión social. Y, en especial, el diálogo entre el presidente y las entidades encargadas de fomentar la ciencia. Hacer como en Estados Unidos, donde Obama se refiere a sus asesores en la materia como ‘Los chicos de la oficina contigua’”.

Por David Mayorga

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