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Con una economía en decrecimiento que afecta el consumo, agravada por una inflación alta y un fenómeno devaluacionista que ya se siente en el bolsillo —y por ende en las ganancias de los comerciantes—, hoy arranca el congreso de Fenalco en el que Gobierno y empresarios debatirán la situación socioeconómica y política del país.
En diálogo con El Espectador, el presidente del gremio, Guillermo Botero, se refiere al crecimiento económico que los espera y detalla el papel que tendrían los comerciantes en el posconflicto en el marco de un eventual acuerdo. Se despacha también contra las reformas tributaria, pensional y laboral.
¿La devaluación del peso ha ayudado o perjudicado al comercio?
La devaluación nos ha perjudicado de una manera intensa. Ha sido más que exagerada y ha excedido cualquier límite o proyección. Se estima que ha sido de más del 65% en los últimos 12 meses y ha tenido un impacto violento, no sólo sobre la economía, sino sobre el bolsillo de los colombianos.
¿Hay algunos sectores del comercio que se hayan visto favorecidos por la devaluación?
Hay unos sectores que no han resultado tan afectados, entre ellos algunos alimentos básicos, como frutas y verduras, pero hay otros que tienen componentes de importados que sí se ven perjudicados. Los más afectados son los que tienen altísimo agregado de conocimiento: vehículos, motos, electrodomésticos, gasodomésticos, computadores, televisores o artículos de electrónica.
Un dólar barato incentivaba el consumo, pero, en la actual coyuntura, ¿cuál es el impacto de la revaluación en el comercio?
Es un impacto sumamente duro. Ni debió estar tan barato el dólar ni tendría que estar tan caro en el presente. Dejando de lado combustibles y vehículos, no creo que crezcamos más allá de un 3% y comenzamos a ver en carros y motocicletas un descenso del 8%, que es un impacto duro y puede llegar a afectar con la misma dureza los electrodomésticos y la tecnología.
La economía del país está decreciendo. ¿Qué tanto va a sufrir Colombia por esta baja?
El país va a sufrir mucho. Cuando los países no crecen, eso se traduce en que en el fondo los hogares, que representan el 70% del crecimiento de la economía, no lo están haciendo. Algunos bienes durables y semidurables se dejan de comprar y se postergan para otras oportunidades, y eso tiene niveles de afectación considerables.
El Gobierno Nacional está cocinando una reforma tributaria “estructural”. ¿Qué debería tener esa iniciativa?
Hay que pensar en unos impuestos mucho más racionales, que no sólo tengan en cuenta los tributos nacionales, sino el impacto que tienen los impuestos regionales, y que estén soportados sobre lo que las personas o sociedades devengan y no sobre lo que tienen. Esto para no desestimular el ahorro y generar unos cargos que son inapropiados.
También se está ideando una reforma pensional y otra laboral, que plantean una ampliación de la licencia de maternidad y una reforma al pago de horas extras…
No estamos de acuerdo con ninguna de las dos. El desempleo ha tenido un frenón y no es el momento de hacer modificaciones de orden laboral. El Gobierno mismo es consciente, y una prueba de ello es que el recargo nocturno se hundió en la legislatura pasada. Seguramente lo de las horas extras lo vuelven a presentar y lo de las licencias de maternidad les daría un impacto más duro a las EPS, que son las llamadas a pagar.
Ante la eventual firma de un acuerdo de paz, ¿cuál sería el aporte concreto de los comerciantes?
Hay que recordar que los reinsertados han cumplido su capacidad funcional y su propuesta laboral, por lo que pensamos que hay que volverlas a reentrenar en programas de formación para su vida y, ya una vez formadas, seguramente encontrarán oportunidades laborales, pero por el momento hay que sostenerlas, darles una manutención y volverlas a formar.
¿Qué hacer para atender a los comerciantes afectados por la crisis fronteriza?
Una propuesta concreta es suspender el IVA por un tiempo y para ciertos y determinados productos. Los sectores que se verían beneficiados serían alimentos que estén gravados (no todos lo están), materiales de construcción, vestuario y algunos electrodomésticos básicos. Sumado a un aumento de los subsidios para las familias que están en albergues, el Gobierno debe emprender la inversión pública a que haya lugar para generar empleo.