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Las compañías que engordan a la gente

Proteger la salud no resulta rentable para algunas multinacionales que, básicamente, ganan millones en contra de su bienestar. ¿Cuáles son sus argumentos?

Michael Skapinker
27 de julio de 2013 - 09:00 p. m.
Algunas compañías de alimentos pueden hablar con orgullo sobre su lucha en contra de la obesidad. Otras, incluidas algunas que se mofan de su comportamiento ético, tienen todas las razones para ocultar su vergüenza. / AFP
Algunas compañías de alimentos pueden hablar con orgullo sobre su lucha en contra de la obesidad. Otras, incluidas algunas que se mofan de su comportamiento ético, tienen todas las razones para ocultar su vergüenza. / AFP

Hubo una exuberancia de fin de semestre cuando los nuevos graduados de MBA en el London Business School presentaron sus trabajos finales. Dirigí un panel de discusiones mientras que los estudiantes esperaban escuchar cuál de sus grupos ganó el premio a la mejor propuesta “empresarial para solucionar la obesidad”.

La idea ganadora involucró a personas que aportaban dinero a una colecta en línea, que sería compartida por aquellos que cumplían un objetivo de pérdida de peso.

Dado el tema y la oportunidad para socializar con la clase de graduados de la escuela empresarial más prestigiosa de Europa, esperaba que mi panel y los jueces de la competencia estuvieran repletos de ejecutivos de la industria de alimentos. ¿Quién mejor para adjudicar las mejores soluciones empresariales para la obesidad?

No había una sola persona de la industria de alimentos. Mi panel estaba compuesto por dos profesores de la escuela y un ejecutivo de Bupa, un asegurador privado de salud. Los jueces provenían de centros de pensamiento para la salud, consultoras y hospitales.

Me dijeron que las compañías de alimentos habían sido invitadas, pero dijeron que no podían cumplir la cita. Esto no debería sorprenderme. La industria está muy dividida. Algunas compañías de alimentos pueden hablar con orgullo sobre su lucha en contra de la obesidad. Otras, incluidas algunas que se mofan de su comportamiento ético, tienen todas las razones para ocultar su vergüenza.

El gobierno del Reino Unido anunció el mes pasado cuáles fueron las compañías que habían aceptado participar en un programa voluntario para poner una “luz de tránsito” en su empaque de comida. Las advertencias ofrecen una guía rápida de rojo, amarillo o verde relacionada con los niveles de grasa, grasa saturada, calorías, sal y azúcar.

Los grandes grupos de supermercados dijeron que emplearían las luces de tránsito, pero esto tan sólo aplica para sus propias marcas, no para las de manufactureras externas.

De los grandes fabricantes de alimentos, Premier Foods y los brazos británicos de Mars, Nestlé y PepsiCo, prometieron introducir sus luces de tránsito. Sin embargo, las grandes compañías como Coca-Cola y Unilever se opusieron, así que el 40% de las ventas de alimentos del Reino Unido no estarán cubiertas.

¿Quién dijo que las luces de tránsito son la mejor forma de proteger la salud del consumidor? La Asociación de Infartos, la de Investigación contra el Cáncer, la Fundación Cardiaca Británica y Diabetes Reino Unido. ¿Quién dijo que no lo son? FoodDrinkEurope, el grupo de lobby para la industria de alimentos con sede en Bruselas y varios de sus miembros. Usted elige a quién quiere creerle.

Luego de escuchar a ambos lados y de escarbar las repisas de mi cocina y de mi nevera, yo escogí. Las luces de tránsito son, de lejos, la mejor forma de ayudar a que la gente se mantenga a sí misma y a sus familias en un peso adecuado.

El sistema de guía de cantidades diarias (GCD), favorecido por el grupo de industrias de alimentos, tiene su lugar, pero es difícil de emplear, incluso para los consumidores mejor educados; y es de poca utilidad para los pobres y los peor informados, que son quienes más la necesitan.

Los GCD implican que usted debe llevar la cuenta del porcentaje de la cantidad permitida de azúcar, por ejemplo, que puede consumir durante el día. Como señaló un informe del Foro Nacional Cardiaco, la investigación del Reino Unido halló que el 47% de los adultos tenía dificultades manejando porcentajes simples.

Este debate no hace parte del que rodea a un estado paternalista. Los individuos, en especial los padres, deben asumir la responsabilidad de lo que compran y consumen. Todo lo que pueden hacer los empaques de comida es ayudarlos a ejercitar esta responsabilidad.

Mella Frewen, la directora general de FoodDrinkEurope, me dijo la semana pasada que las luces de tránsito eran muy simplistas, emitían juicios y no ayudaban a que la gente lograra una dieta balanceada. Comer sólo alimentos con luz verde no sería bueno para la salud.

Coca-Cola dijo: “Los estudios demuestran que los consumidores en general reconocen y comprenden los GCD en Europa”. Unilever dijo que las luces de tránsito “no permiten que los consumidores hallen de forma clara los productos más saludables en cada grupo alimenticio y tomen decisiones informadas”.

Por ejemplo, la mantequilla y los productos similares recibirían una calificación de rojo por la grasa saturada, a pesar de que muchos productos para esparcir, similares a la mantequilla, contienen cuatro veces menos grasa saturada que la mantequilla.

El argumento de Frewen es tonto. Nadie les está diciendo a los consumidores que eviten los productos en rojo, sólo que compren menos de ellos.

En cuanto a los estudios de Coca-Cola, muchas investigaciones, como la de Which, el cuerpo de consumo del Reino Unido, halló que la gente entendía mejor las luces de tránsito.

El argumento de Unilever tiene la mayor fuerza, aunque sugiere que mientras los productos para esparcir, similares a la mantequilla, pueden ser mejores que la misma mantequilla, la luz roja advierte que debe consumir poco de ellos.

Coca-Cola y Unilever a menudo están a la zaga de la responsabilidad corporativa. Sospecho que su problema con las luces de tránsito es que tendrían que desnudar cuáles de sus productos con las mejores ventas engordan.

Por Michael Skapinker

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