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Comprar carro, un dulce pecado

Los avances económicos y las posibilidades de financiación han puesto a soñar a los colombianos con su vehículo. Eso hará que el parque automotor se duplique en los próximos diez años, dice Raddar.

Óscar Güesguán Serpa
22 de noviembre de 2014 - 02:00 a. m.
En octubre, según un informe de Fenalco, la Andi y el Comité Automotor Colombiano, se vendieron  31.978 carros nuevos.  / 123rf
En octubre, según un informe de Fenalco, la Andi y el Comité Automotor Colombiano, se vendieron 31.978 carros nuevos. / 123rf

La industria de los vehículos por estos días celebra su edición XVI del Salón Internacional del Automóvil y lo hace con bombos y platillos, pues en octubre, luego de que entre enero y septiembre no se superaron las 29 mil unidades vendidas mensualmente, el sector logró comercializar casi 32 mil vehículos nuevos. El optimismo de los empresarios, a pesar de que en los dos últimos años las cosas no marcharon como esperaban, está rebosante.

“El colombiano quiere comprar carro, pero la industria tiene que decirle que no se meta a un carro de lujo o premium de entrada, sino que hay que formarlo para que ascienda en el proceso, que pasa por la gama baja, media y alta”, dice el presidente de la firma de estudios de mercado Raddar, Camilo Herrera.

El discurso de que economías como la colombiana van en ascenso y que los ojos de inversionistas extranjeros están puestos en el país debe tener algo de cierto, si se tiene en cuenta que “si una persona en 1999 se ganaba US$100, hoy está ganando US$200. Es decir, el mundo duplicó el ingreso per cápita en 15 años. América Latina, incluido Venezuela, creció hasta US$235”, según cifras de Raddar.

Y es que no es únicamente la economía la que está cambiando, también lo están haciendo los consumidores. El presidente de Chevrolet, Jorge Mejía, cuenta que “en Colombia, hace 15 años comprar carro era un pecado”.

Factores psicológicos, limitaciones financieras y creencias religiosos también fueron razones por las que la industria de los carros ha demorado su fortalecimiento.

“Los países protestantes entendieron hace mucho tiempo que eso (que era pecado tener cosas lujosas) era una pendejada y dijeron si uno la hace bien en vida se le devuelve en vida y tampoco ven mala la abundancia”, afirma Herrera.

Y además, las diversas formas de financiación, que permiten que el 70% de los colombianos compren su carro de esta manera, le dieron un dinamismo diferente al mercado y “el país está entendiendo que sí se puede comprar carro”, agrega Mejía.

Tener vehículo es uno de los sueños frustrados de los colombianos, incluso por encima de una casa, un televisor o una moto, que en este caso, más allá de representar una competencia para los empresarios, se ha convertido en el primer escalón para luego comprar un medio de transporte de cuatro ruedas.

Ni siquiera el tráfico, las largas horas de “trancones” y las críticas contra el sistema de transporte público han sido suficientes para que se descarte la compra, porque representa “comodidad y poder”.

Claro está que, para Herrera, “pensar que Bogotá va a tener la misma velocidad que tenía hace diez años, con el doble del parque automotor, es imposible porque no hemos crecido kilómetros vía”. Y la preocupación aumentaría si se tiene en cuenta que “entre cinco y diez años se duplicará el parque automotor y aumentarán los kilómetros promedio que se mueve un vehículo. Bogotá debe hacer vías”. Aún así, los usuarios quieren comprar carro, un dulce pecado.

 

oguesguan@elespectador.com

@oscarguesguan

Por Óscar Güesguán Serpa

 

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