Confesiones de un comisionista de bolsa

LAS MEMORIAS DE UN HOMBRE

El Espectador
11 de noviembre de 2012 - 04:00 p. m.

“Trabajé en este negocio durante cuatro años. Ya me retiré. Para ponerlo en contexto le diría que el mercado de valores ha madurado bastante. Hace 10 años las operaciones en un día en la bolsa eran de $1.000 millones. Hoy, en un día malo, pueden ser de $100.000 millones, y en días muy movidos hasta de $300.000 millones. El mercado se ha dinamizado bastante, pero al negocio le falta más vigilancia y que el Estado actúe más rápido para que no se arriesguen capitales de una forma excesiva.

Estas operaciones las supervisan la Superintendencia Financiera, el Autorregulador del Mercado de Valores (AMV) y la Bolsa de Valores. Son ellos los que establecen los límites, las políticas, las sanciones. El AMV surgió como idea de los comisionistas de bolsa que querían un ente adicional para regular sus operaciones. En muchos casos su vigilancia y sanciones sí funcionan, pero siempre se dan mucho después de que el daño ya está hecho.

Todas las operaciones en bolsa tienen que estar autorizadas por el cliente. Cualquier venta, compra o traslado de acciones que realicen los corredores debe tener el aval del inversionista, a través de una carta o una llamada telefónica que debe ser grabada por la comisionista de bolsa. Todo debe estar soportado por una instrucción del cliente. Si estas operaciones, una vez consultadas, generan pérdida, pues pierde el cliente. El comisionista no tiene por qué responder. Si compró la acción y ésta bajó, pues es el riego de este negocio.

¿Que cuál es el límite de clientes por cada corredor? No hay un límite, pero creo que por su papel de asesoría, y cuando se manejan portafolios de tanta plata, un corredor no debería tener más de 25 clientes activos. Cuando estuve en la bolsa me enteré de muchas cosas feas. Como de corredores que compraban o vendían acciones sin la autorización del cliente o que utilizaban títulos de sus inversionistas para conseguir plata prestada. Ese dinero lo movían por otro lado sin restricción alguna. Luego los clientes se enteraban de lo que ocurría, pero ya su portafolio se había reducido a la mitad. Eran prácticas vergonzosas.

Al corredor se le abre una ventana para hacer este tipo de operaciones cuando tiene mucha confianza con el cliente y éste no está pendiente de su portafolio, ni pregunta por sus acciones ni se preocupa por monitorear los extractos. Hay muchos que juran que la bolsa funciona como un banco y suponen que su plata está ahí, segura, que no está en riesgo. Ese es un error muy craso. Como el cliente parece despreocupado, corredores inescrupulosos (que son los menos, valga decirlo) pueden planear cómo hacer para que el cliente no se entere de que se juegan su dinero sin su autorización.

Por ejemplo, cada movimiento en la bolsa genera una papeleta o reporte y le debe llegar al inversionista a su casa. He conocido casos en los que el comisionista hace que esas boletas le lleguen a él, así como los extractos. Con esta carta blanca puede solicitar traslados de acciones sin permiso. Ahí también puede fallar el área de seguridad de la comisionista de bolsa, que siempre debe verificar que existan autorizaciones. A veces puede tratarse de una omisión. En otros casos, de complicidad con el corredor para hacer estos fraudes.

La recomendación es que los clientes se comuniquen constantemente con sus corredores, que estén muy pendientes de los movimientos que hagan, que consulten muy bien todos los documentos con personas externas que los puedan asesorar para eliminar el riesgo. Igual, siempre va a haber riesgos en este negocio. Aunque estos varían dependiendo de lo volátil que puede ser la acción o del perfil del inversionista. Se pueden tener activos demasiado riesgosos, que son los que más rentabilidad pueden dar, o unos más seguros, como los títulos de deuda pública del Gobierno.

Ahora con el caso Interbolsa se oye hablar mucho de los “repos”, pero mucha gente no sabe qué son. En esencia son unas operaciones de venta con pacto de recompra, en las que una persona con acciones pide recursos prestados a un plazo pactado y con un interés pactado. Cuando se vence ese plazo se deben reintegrar los recursos más el interés. Ahí se cierra la operación. Los repos se usan desde hace muchos años para conseguir liquidez utilizando como garantías los títulos que se poseen en el portafolio.

Cuando un corredor actúa indebidamente, sin autorización, y en una de esas operaciones pierde plata, ha habido casos en los que, en vez de informar al cliente, recurre a los repos para prestar dinero y tratar de tapar esas pérdidas. Seguramente con esa plata espera hacer una inversión que permita recuperar la inversión que hizo mal, sin autorización, pero es probable que pueda volver a perder. Entonces tiene que pedir más plata y renovar el repo y eso termina en una bola de nieve imposible de ocultar a la firma comisionista o al cliente.

Yo conocí muchos casos de personas que han perdido su dinero por corredores que actuaron de mala fe, pero eran inversionistas que no estaban verificando sus portafolios. En estas cosas también influye mucho el control de la firma comisionista. El área de operaciones de cumplimiento debe estar encima, monitoreando que todo esté con su respectiva instrucción.

En su mayoría, los casos que conocí de estas irregularidades tienen la misma modalidad: un cliente que tiene un portafolio en una comisionista, que no anda muy pendiente de sus acciones, que va cada año a preguntar cómo está el portafolio o que llama de vez en cuando. Entonces los corredores empiezan a vender o a comprar sin su autorización, pensando que pueden ganarse una plata. O hacen repos con las acciones del cliente para conseguir liquidez y la plata la giran a un tercero y renuevan el repo (préstamo) y jamás se sabe hacia dónde se fue la plata. O venden títulos y giran la plata a un particular. O compran acciones muy riesgosas que pueden desplomarse.

Muchas de esas historias se conocen cuando interviene el Autorregulador del Mercado de Valores, pero ya después de que el cliente perdió su plata es que se empiezan a tomar medidas. Yo nunca he visto que esa plata se recupere. A veces el corredor logra recuperarla, pero usualmente no lo consigue porque sigue perdiendo y no tiene cómo sostener esa situación. Tengo que decir que no todos los corredores están pensando en estafar a su cliente; la mayoría es gente honrada, dedicada, juiciosa y responsable. Pero, como en todo, también hay corredores ambiciosos que buscan la forma de ganar dinero de esta manera, jugando con la plata de sus clientes.

Hay que tener los máximos cuidados en esto. Muchos creen que su plata está segura sólo porque tienen una persona asesorándolos, pero, qué lástima, toca ser de alguna manera más desconfiado. Qué tal vaya uno a caer en manos de un corredor deshonesto.

Hay gente que ha perdido 100, 200 o 1.000 millones y hasta más. Que lo han perdido todo, o casi todo, y eso es una desgracia. En 2006 mucha gente perdió todo lo invertido por corredores que hacían apalancamientos excesivos que no estaban tan regulados. Una persona podía tener $100 millones en repos y luego tener $400 millones y así. ¿Y si venía el desplome? Hoy los apalancamientos (préstamos a través de repos) no pueden superar el 70% de los activos o del valor de las acciones. Si tienes, por ejemplo, $500 millones en acciones, te prestan como máximo $350 millones.

¿Que si es muy fácil subir o bajar una acción? Es muy difícil. Se necesita a alguien con mucho poder económico para hacerlo. Hacer eso, por ejemplo con acciones de Ecopetrol, una empresa que tiene circulando unos $20 billones, es imposible. Hay acciones que tienen un circulante menor y que podrían ser más fáciles de manipular. Pero este mercado colombiano no es lo suficientemente grande ni profundo para evitar estas prácticas. Hay quienes manipulan el precio de una acción con varios fines: subirlo para ganar plata y después vender en el mercado, o para sostener un apalancamiento, o bajarlo para crear algo de pánico en el mercado y recoger acciones a buen precio.

En Interbolsa pasó justamente lo que le estoy explicando. Fue el intermediario para conseguir recursos con unas operaciones repo sobre acciones de Fabricato como garantía. Fue excesivo el apalancamiento que consiguieron para un cliente de ellos. Entiendo que por un monto cercano a los $300.000 millones en repos. Así la acción de Fabricato pasó de estar en $20 a $90. Se hicieron muchas operaciones de repos sobre esa acción hasta que el mercado ya no les quería prestar y no hubo dinero para cumplir con sus obligaciones.

Las personas que montaron la operación sobre la empresa Fabricato estaban apostándole a una posible venta de la empresa. Había unos posibles compradores de Brasil y unos textileros mexicanos, pero esta venta jamás se dio y el mercado empezó a desconfiar. Además, Fabricato ha generado muchas pérdidas y el precio que tenía en bolsa sobre el cual estaban pidiendo plata era insostenible. Esa acción se dispara después de un proceso largo. ¿Cómo? Primero, los inversionistas compraron las acciones a $20. Sobre esa base pedían repos y con esa plata compraban más acciones. Y al volver a comprar el precio iba subiendo, y así. Entre más subía, más podían pedir, hasta que adquirieron más del 80% de la empresa y la acción llegó a $90.

La plata la gestionaban con una contraparte que puede ser otro cliente o un banco o una fiduciaria. Se volvió un círculo vicioso. Esto sucedió porque la idea era vender la empresa a un precio mayor. Es una especulación, pero ahora esa acción puede valer $20 o $30. Se calcula una pérdida de $300.000 millones y no se sabe quién va a responder por esa plata. El superintendente dijo que están buscando salidas para enfrentar la crisis. Este es uno de los mayores descalabros de la bolsa. Se trata ni más ni menos que de la comisionista más grande, con un patrimonio de más de $130.000 millones. Una empresa que hace apenas ocho meses cotizaba cada una de sus acciones a $2.420.

El Estado debería entrar a revisar estas cosas sobre las comisionistas y los corredores de bolsa. Yo creo que en muchas ocasiones las sanciones no sólo deberían ser administrativas, sino penales. Para casos como el de Interbolsa son urgentes nuevas y más eficaces regulaciones sobre los apalancamientos. Estos riesgos excesivos debieron controlarse a tiempo. Desde hacía más de tres meses había gente que intuía que esto podría terminar mal. La acción de la Superfinanciera llegó tarde”.

Por El Espectador

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