“Hay líderes sin éxito, pero no éxito sin líderes”. Esta frase que repite siempre el superintendente de Industria y Comercio (SIC), Pablo Felipe Robledo, resume su filosofía de vida para lograr procesos sostenibles de transformación social. Nace de la convicción que tiene desde sus días de estudiante sobre la determinación como la clave para lograr objetivos. Y la aplica a cabalidad desde que asumió la dirección de la entidad en 2012, con una tarea clara y específica: velar por los derechos de los consumidores, el buen funcionamiento de los mercados y ser parte activa del cambio a través del trabajo en equipo, la confianza en la gente y la transparencia como ingrediente básico de la responsabilidad social.
Él afirma que esa convicción la aprendió en familia. Su padre, el excongresista Gustavo Robledo Chavarriaga, le enseñó a tomar decisiones, a tener voluntad de hacer las cosas y a servirle a la sociedad. Su madre le inculcó que para salir adelante hay que tener disciplina y pasión por lo que se hace. Esos principios marcaron su camino al éxito. Primero fue jugador de tenis. “Cuando faltaban recursos para hacer campeonatos, tomaba la vocería y salían adelante”, recuerda el superintendente. Eduardo Bettin, el presidente de Sator, lo ratifica: “Siempre estaba organizando actividades y en el colegio era disciplinado e inquieto. Su amor por el tenis y las causas sociales fue evidente”.
Cuando concluyó su bachillerato, Pablo Felipe Robledo ingresó a la Universidad Externado de Colombia a estudiar derecho. Su imaginario personal era solucionar problemas y dificultades de la gente. Por eso, a lo largo de su carrera profesional trabajó con varias firmas de abogados para adquirir experiencia. Además, desde los 25 años empezó a dictar clase en la Universidad de los Andes y también en las aulas donde se formó. En sus palabras, “ser profesor fue mi mejor experiencia. Y me sigue desvelando, porque lo considero una excelente oportunidad para contribuir a la formación de líderes capaces de enfrentar los múltiples retos que hoy tiene Colombia”.
Luego de 20 años de trabajo en el sector privado, en 2010 aceptó ser viceministro de justicia y dos años más tarde superintendente de Industria y Comercio. Su primera tarea institucional fue ayudar a que los colombianos entendieran su misión y aprendieran a exigir sus derechos. Sus ideas cobraron forma a través de las casas del consumidor, para que la gente solucionara inquietudes, o las unidades móviles para recorrer municipios brindando capacitación sobre temas de competencia o protección intelectual. La comunicación y el trabajo en equipo fueron sus pilares. Con ellas, la entidad ha ganado protagonismo en la lucha contra prácticas anticompetitivas como la cartelización empresarial.
Sus medidas han causado controversia, pero está convencido de que son tareas determinantes para asegurar eficiencia económica. En su criterio, “han sido casos coyunturales como el azúcar o los pañales, pero lo importante es actuar y decidir en el momento oportuno”. Lo ha logrado con un equipo de trabajo comprometido con la idea de construir una sociedad más justa y transparente. Su principal reto es convencer a los empresarios de que ellos son los principales beneficiarios de la gestión de la SIC. Una buena parte ya lo reconoce. “Aquí lo importante es socializar lo que estamos haciendo y seguir trabajando con un equipo de líderes dedicados a la construcción de un mejor país”.
Tener sueños retadores
Como líder hay que saber para dónde se va y qué caminos se van a recorrer, Después hay que explicar con claridad cómo se van a ejecutar las acciones para alcanzar las metas. Esto se logra inspirando a través del ejemplo, del compromiso para generar cambios con una clave esencial: educación e innovación.
Rodearse de buenas personas
Primero hay que contar con seres humanos honestos, transparentes y respetuosos. Después, creer en la diversidad de los talentos, porque uno puede tener ciertas habilidades pero siempre requiere quien lo complemente. Un líder no puede lograr cambios trascendentales solo. Se necesita equipo, visión colectiva, alianza entre lo público y lo privado.
Buen comunicador
Quienes asumen responsabilidades saben que deben tomar decisiones que pueden ser mal recibidas si no se explican su dimensión y sus alcances. Por eso, cuando se adoptan determinaciones hay que utilizar el lenguaje preciso, el que la gente entienda. Así se difunden las ideas y se hace más fácil desarrollar procesos de transformación.