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¿A dónde va el G20?

La séptima reunión del G20, en los Cabos, México, se inicia un día después que Grecia eligiera un nuevo presidente que anunció su permanencia en la integración europea y que el presidente Mariano Rajoy tuviera que solicitar nuevos préstamos para salvar a los bancos.

Beatriz Miranda
19 de junio de 2012 - 11:18 p. m.

El presidente de México, Felipe Calderón, en el discurso de apertura enfatiza el desarrollo sostenible, seguridad alimentaria y crecimiento verde.

El G20 es el espacio más relevante de cooperación en las áreas más importantes de la agenda económica y financiera internacional. Se originó de una profunda preocupación por la inestabilidad en el sistema financiero internacional. El 1999, esta crisis evidenció el fracaso de las instituciones del “Breton Woods” y puso en jaque la crisis de legitimidad del Fondo Monetario Internacional.

El grupo ha demostrado un sentido de responsabilidad compartida a la hora de buscar soluciones a la crisis que se inició el 2008, en el transcurso de sus cumbres a diversificado su agenda desde Prevención y Solución de Crisis, tema dominante desde 1999 hasta 2004, desafíos de la globalización a temas como combate al terrorismo, cambio climático, etc.

¿Pero la pregunta es a dónde quiere llegar el G20? ¿Es solamente ampliar la lista de los amos del poder? Es el G20 el foro apto para discutir pobreza, salud, empleo, educación o lo que necesitamos con urgencia es en las palabras del ex presidente Fernando Henrique Cardoso que el G20 diga con contundencia “necesitamos una nueva economía y se detenga en los compromisos concertados en las cumbres anteriores: estrategia de crecimiento global, la estabilización financiera de Europa, reducción de desigualdad, erradicar al proteccionismo”.

Es indudable que el G20 pueda tener un papel más protagónico en el siglo XXI, pero para eso necesitamos fortalecer su institucionalidad, con una burocracia mínima pero que le quite su carácter meramente informal, que haya más concertación en la alianza Sur-Sur en temas comunes para que realmente tengan voz y juntos el Norte y el Sur tomen actitudes concretas con relación a temas críticos que aún subsisten como por ejemplo la reforma de cuotas del FMI, aprobada el 2010 que dará más representatividad a las naciones emergentes.

El gran desafío en el final de la Cumbre de los Cabos es diminuir la distancia entre los intereses de los BRICS y G7 Sudamérica y México, lo que se complejiza por la agenda electoral de China y Estados Unidos, por el cambio político en Francia y por la austeridad de la Alemania de Merc.

Por Beatriz Miranda

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