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“Economistas laborales coincidirán en que salario mínimo en Colombia es alto”: BID

Temas como la educación superior y la productividad del país fueron temas clave en encuentro sobre habilidades para el trabajo que se llevó a cabo en Bogotá.

Redacción Negocios
18 de noviembre de 2015 - 12:57 a. m.

En Colombia, 45% de las empresas en sectores avanzados de manufacturas tienen problemas para encontrar la fuerza laboral que necesitan. A nivel de América Latina, la cifra es 36%, más del doble que en países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Con eso, la región muestra el mayor desajuste entre la oferta y demanda de habilidades, según un informe de la OCDE, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

Este martes se llevó a cabo en Bogotá un encuentro organizado por la Universidad del Rosario, en el que delegados de la OCDE, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Cepal y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) analizaron precisamente “las medidas que deben ser promovidas en el país para asegurar una mayor productividad mediante la mejora de las habilidades de su fuerza laboral”, informó la institución educativa.

Ángel Melguizo, jefe del Centro de Desarrollo para América Latina y el Caribe de la OCDE, dijo a este diario que en el país hay una paradoja: dos de cada tres trabajadores están en la informalidad y al mismo tiempo 45% de las empresas no encuentran el talento que buscan. “Hay un problema de conexión entre lo que las instituciones de formación están dando al mercado y lo que está demandando el sector productivo. Lo que identificamos es una falta de información y diagnóstico. Hay esfuerzos para que haya cada vez más información, pero hay que hacerlo más”.

Según, David Rosas, economista líder de la Unidad de Mercados Laborales y Seguridad Social del BID, uno de los problemas en ese contexto es que no hay un sistema unificado para garantizar la calidad de la educación en el país. “No hay instrumentos adecuados para asegurar que la calidad es la indicada y además no hay un indicador para ver si la gente consiguió un trabajo adecuado después de que se graduó”, dijo. Agregó que Colombia debe hacer un “buen análisis” para saber cuáles son las carreras que requerirá el sector productivo y ofrecer esa información, por ejemplo, a los bachilleres.

Pero entonces, ¿qué estudiar?

“Colombia lleva 60 años en lo que se denomina la “trampa del ingreso medio”: en un rango de ingreso que no es ni alto ni bajo y es porque la productividad no está creciendo lo suficiente. Cuando se evalúan los sectores en los que el privado demanda más trabajadores vemos los de mayor valor añadido, maquinaria avanzada, automoción, sectores de metales, pero con más valor”, explica Rosas. Asegura que Colombia no se destaca lo suficiente en inversión dirigida a egresados de ciencia y tecnología. “Hoy de las universidades en China salen egresados de tecnología, matemática o ciencias, uno de cada dos estudiantes. En la región es solo uno de cada cuatro”.

Pero recientemente se desató polémica no sólo en Japón, cuando el ministro de Educación dijo que hay que cerrar las facultades de ciencias sociales para apostar por carreras que “respondan mejor a las necesidades de la sociedad” (cuando él mismo está utilizando el término “sociedad”). La controversia también fue a nivel nacional, cuando, según informó este diario, “de los 189 programas de doctorado que concursaron para recibir becas de Colciencias que permitan financiar a sus estudiantes, sólo 40 pasaron la evaluación preliminar. Ninguno corresponde a ciencias humanas”.

Entonces, ¿las recomendaciones de los organismos internacionales van en línea con esa visión? Rosas responde: “Las humanidades son importantes, se tiene que formar personas con valores y la persona se tiene que desarrollar en lo que le guste. Siempre vamos a necesitar historiadores, sociólogos, antropólogos, pero bien formados y que sepan cómo está el mercado antes de estudiar”. Es enfático en que no recomiendan descartar las humanidades, pues “son importantes para el desarrollo y para consolidar la sociedad colombiana”.

El lío de la productividad y el salario

Rosas aseguró que en Colombia hay que resaltar que ha habido un “un gran esfuerzo para mejorar la formación para el trabajo, y eso se refleja en la política, por ejemplo con el Conpes de 2010 para capital humano”. Puso como ejemplo al SENA, que recibe cerca de US$1.000 millones anuales y que es posiblemente “el instituto de formación más importante de la región”. Sin embargo, según él, “Colombia se está quedando rezagada en productividad laboral. Y eso tiene impacto en la competitividad del país, su desarrollo productivo y también en la mejora de la calidad de vida de las personas”.

Melguizo, por su parte, explica que cuando se dice que el salario mínimo en Colombia es alto es al compararlo con el avance de la productividad del país, que según el Consejo Privado de Competitividad ha sido nulo durante los últimos años. “Más productividad equivale a más salario real y más productividad en lo que influye es en más crecimiento potencial y más capacidad para tener ingresos públicos, y así invertir en el ámbito laboral, seguir apostando a la educación, básica y superior e ir cerrando las brechas de infraestructura que vemos todavía”.

“Te lo dirán todos los economistas laborales que el salario mínimo en Colombia es alto”, dijo el delegado del BID. Resaltó la importancia de la reforma tributaria que eliminó los aportes al SENA y al ICBF, pero, según él, “hay que seguir haciendo esfuerzos para seguir reduciendo el costo del trabajo”.

Es de recordar que en la primera semana de diciembre se dará inicio a la discusión del salario mínimo en el país. Mientras la Central Unitaria de Trabajadores ha propuesto un 12% de aumento y la Confederación General de Trabajadores habla de un 9 o 10%, la Asociación Nacional de Instituciones Financieras se inclina por 6% de incremento, máximo. En entrevista con este diario el 6 de noviembre pasado, el ministro de Trabajo, Luis Eduardo Garzón, afirmó que: “el equipo económico del Gobierno no puede seguir buscando proteger las variables macroeconómicas del país a costa de la reducción del pago a los trabajadores”.

El delegado de la OCDE concluyó que es importante que la discusión entre sindicatos, Gobierno y empresas no se centre en el salario mínimo. “Cuando solo negocias con una variable es donde hay un interés espectacular de todos de mantenerlo en un rango. Si fuera como en buena parte de los países de la OCDE, se negociaría, junto con el salario, la duración de la jornada, las condiciones laborales y la formación que las propias empresas pueden ofrecer”.

 

 

Por Redacción Negocios

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