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El ayer de los emergentes

Los tiempos en los que China, India, Turquía y Colombia se erigían como destinos apetecibles para los capitales externos se han acabado. Los analistas predicen una crisis global en el curso de los próximos meses.

David Mayorga - dmayorga@elespectador.com
01 de febrero de 2014 - 09:00 p. m.
El jueves, tras los anuncios de la FED, los activos mundiales se depreciaron en US$1,7 billones. / EFE
El jueves, tras los anuncios de la FED, los activos mundiales se depreciaron en US$1,7 billones. / EFE

Todos se miraron entre sí y guardaron silencio. Ante sus ojos, el gráfico que desde meses atrás viene acrecentando la alarma: entre el 31 de enero de 2013 y el pasado 23 de enero el valor de la lira turca, la moneda nacional, frente al dólar se ha reducido 23,28%. Un dato muy técnico que profundizaba el dolor de cabeza al ubicarlo en el contexto del país, con un primer ministro envuelto en una aguda crisis política que, por primera vez en 11 años, lo obligó a reformar su gabinete, con una huida masiva de inversionistas que venden al mejor postor sus activos bursátiles.

La reunión prosiguió. Algunos ajustaron sus corbatas y otros revisaron nuevamente los aterradores números. Todos sabían que, de no actuar, las cosas empeorarían. Era preciso, y urgente, tomar una decisión firme. Incluso, inesperada.

Fue anunciada en la madrugada del martes pasado: el Banco Central de Turquía tomó por sorpresa al mundo al incrementar sus tasas. La de referencia pasó de 4,5 a 10% cuando el mercado esperaba que se mantuviera inalterada, mientras que la de préstamos subió de 7,75 a 12%, superando el 10% proyectado por los analistas. El anuncio se acompañó con la venta de US$3.000 millones para impulsar la tasa de cambio, una decisión que no se veía desde 2012.

A la mañana siguiente la lira se apreció 9,20% en las primeras horas del intercambio local, mientras expertos discutían cómo las medidas les cambiarían la cara a los maltrechos mercados emergentes. Porque esa misma decisión se había adoptado en Sudáfrica e India, naciones que buscan a toda costa detener la fuga de capitales e impedir que el dólar siga minando sus monedas locales.

Y la recuperación habría continuado si no fuera porque esa misma tarde, en una reunión similar, la Reserva Federal (Fed) lanzaba un misil a los mercados internacionales: en su última sesión como presidente de la entidad, Ben Bernanke anunció un recorte de US$10.000 millones en la política de estímulo económico.

El dolor de cabeza se agudizó. El alza de la lira turca se fue reduciendo hasta el 1% y los inversionistas vieron cómo, por efecto de depreciación, los activos desde Turquía, pasando por Sudáfrica hasta Argentina, se reducían en US$1,7 billones. “Nunca estás completamente preparado. Te dices a ti mismo: ‘Sé que la espuma está perdiendo su forma, que se pondrá feo cuando el martillo caiga’. Sabes todo eso, pero no qué va a venderse, por qué y por quién”, le dijo Brian Barish, presidente del fondo privado Cambiar Investors LLC, a Bloomberg.

La economía de los informes

El nuevo milenio comenzó con la revelación de que el poder cambiaba de manos. Del G7, las siete economías más grandes del planeta que en los años 90 sentaron las bases de la globalización, la atención pasaba a cuatro países que, en el futuro, definirían los intercambios globales. Esa es la tesis central del informe “Construyendo una mejor economía global”, publicado en 2001 por Jim O’Neill, por la época analista de Goldman Sachs. Allí se presentó al mundo el acrónimo BRIC: Brasil, Rusia, India y China.

Ellos reunían el 40% de la población global, agrupaban un PIB de US$20 billones y realizaban una serie de reformas políticas, económicas y educativas que los posicionaría como proveedores mundiales de bienes terminados (desde zapatos hasta dispositivos tecnológicos), servicios (primeramente informáticos) y materias primas (petróleo, gas natural, fertilizantes y biocombustibles). El comercio desarrollaría su potencial a través de rápidos crecimientos interanuales, y para 2050 estos “países emergentes” se consolidarían.

La predicción se hizo aún más evidente a partir con la crisis mundial de 2008 y el profundo sacudón en el sistema financiero del mundo, dominado por el G7. Entonces, como ahora, los inversionistas huyeron de los mercados tradicionales para refugiarse en estos paraísos y escogieron los commodities (materias primas) como sus monedas de cambio. De esa forma, el precio del petróleo WTI (de referencia para América Latina) aumentó 150% entre febrero de 2009 y diciembre de 2013, una tendencia similar a la del café (160%, con un ciclo más corto, a abril de 2011) o el oro (93,79% a octubre de ese año).

Y así apareció otro grupo de países afortunados. Fue en 2009, una invención de Robert Ward, del The Economist Intelligence Unit, y Robert Geoghegan, del HSBC, que destacaban a seis estados que consiguieron altas tasas de crecimiento trabajando como proveedores de los BRIC. Se les llamó Civets por Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica. Según el Banco Mundial, para la época sumaban un PIB de US$1,96 billones y una población de más de 566 millones de personas.

El caso colombiano fue motivo de estudio del Oxford Business Group, consultora británica que en 2013 resaltó en un extenso informe los exitosos resultados del país, con una capitalización bursátil de US$270.000 millones en 2012, una tasa de desempleo por debajo de los dos dígitos y una economía que venía creciendo a un ritmo anual del 4%. “Los inversionistas reconocen que la casa está en orden: las cuentas del Gobierno, la inflación y las demás variables macroeconómicas están en buena condición”, comenta Axel Christensen, director ejecutivo de Blackrock, el más grande fondo de capital privado del mundo, para Suramérica (excepto Brasil).

Claro que ese ciclo excepcional comenzó a cerrarse a inicios del año pasado. Y bastó con una afirmación: Bernanke, el hombre que había mantenido a flote la economía de EE.UU. con una importante inyección de capital (US$85.000 millones cada mes), daba a entender que la ayuda cesaría. Quienes se refugiaron en los emergentes lo entendieron como la señal para repatriar sus multimillonarias ganancias. La venta masiva de activos hizo que en junio, en tan sólo 15 días, los fondos de pensiones colombianos perdieran $8 billones y las tasas de interés de los bonos soberanos (TES) se disparan.

La situación se complicó en los meses siguientes: las transacciones en la bolsa colombiana cayeron $16 billones y la capitalización bursátil bajó 14,14% entre 2012 y 2013. Por entonces circuló un nuevo informe: Economías en desarrollo y crisis de volatilidad, de Wells Fargo. En sus siete páginas se evidencia un nuevo cambio en la intención de los inversionistas y se deja claro qué países son los más propensos a enfrentar una crisis. La lista la lidera Colombia.

Pérdida de brillo

“Un refugio tiene una connotación temporal, es algo que se usa en momentos difíciles. Al verse mejores perspectivas para el mundo desarrollado, es claro que para algunos inversionistas que ‘escamparon’ en otras latitudes es hora de regresar”, comenta Munir Jalil, jefe de Investigaciones Económicas del Citibank en Colombia.

El ciclo aún no se cierra porque el reacomodamiento de los mercados no es uniforme. Un ejemplo es EE.UU., pues, a pesar de que el Departamento de Comercio certificara que el consumo interno y la inversión de las compañías tuvieron mucho que ver en el crecimiento de 3,2% en el último trimestre de 2013, las solicitudes de auxilio de desempleo se elevaron a 348.000.

Otro factor es la absorción de la producción mundial. Según la revista británica The Economist, los crecientes costos laborales y las dificultades para encontrar mano de obra calificada en China han hecho que multinacionales como Revlon, Best Buy o Yahoo! abandonen el país. Se especula que México, que recientemente adoptó una reforma energética para potenciar su sector petrolero, absorbería a buena parte de los deprimidos inversionistas.

Y otro destino sería Colombia. Para Wells Fargo, las débiles reservas internacionales, los bajos flujos de crédito al sector privado y una expansión menos intensa del PIB, la sitúan en la primera fila de los 28 mercados emergentes más propensos a sufrir una crisis económica generada en el exterior.

Pero los analistas difieren. “Es cierto que el país tiene un déficit en cuenta corriente, pues el sobrante de su comercio exterior no le alcanza para realizar los pagos convenidos por las inversiones realizadas. También es cierto que hasta ahora ese déficit ha sido financiado gracias al ingreso de nueva inversión extranjera directa. Esto lo diferencia de otros países en donde el faltante se financió con capitales golondrina, que hoy están saliendo del mundo emergente y abren un boquete en la financiación de las cuentas externas”, sostiene Jalil.

Por eso, al hablar de las economías más afectadas por la volatilidad actual, se habla del grupo de los Cinco Frágiles: Brasil, Indonesia, India, Sudáfrica y Turquía. “Los más afectados serán aquellos países que dependen del flujo extranjero para financiar sus cuentas nacionales y que hoy cuentan con déficits en las cuentas corrientes. Por el contrario, los Estados con mejores indicadores, como Taiwán y Corea del Sur en Asia, o México, Chile y Colombia en América Latina, sobrellevarán el impacto de mejor manera”, indica Christensen. Ese será el futuro en los próximos meses.

Por David Mayorga - dmayorga@elespectador.com

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