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El día de la próxima catástrofe financiera

Si el cierre del gobierno de Estados Unidos se extiende hasta esa fecha, el país no tendría con qué pagar sus obligaciones de deuda.

David Mayorga
05 de octubre de 2013 - 09:00 p. m.
 Si Estados Unidos deja de pagar sus deudas, sus bonos perderían valor en el mercado y los bancos asumirían las consecuencias en sus balances.  / EFE
Si Estados Unidos deja de pagar sus deudas, sus bonos perderían valor en el mercado y los bancos asumirían las consecuencias en sus balances. / EFE

Hasta esta semana, el viernes 13 producía malos augurios en Estados Unidos. La superstición popular ha creado en torno a la fecha toda un industria, que incluye películas de terror y sucesos claves en obras literarias. Pero a partir del martes pasado, el día que genera más miedo entre los analistas, economistas e inversionistas del país del norte es el jueves 17 de octubre.

Si republicanos y demócratas no llegan a un acuerdo en el Congreso para elevar el techo de la deuda antes de ese día, la economía del país del norte (y del mundo) entraría en una nueva crisis. Lo que más asusta de ese pronóstico es que sea realizado por el Departamento del Tesoro: “los mercados de crédito se pueden paralizar, el dólar se puede desplomar, los tipos de interés pueden subir a las nubes. Podremos encontrarnos ante una crisis financiera y una recesión similar o peor que los sucesos de 2008”.

La falta de consenso obligaría al gobierno estadounidense a dejar de pagar sus compromisos de deuda, que al viernes pasado sumaba US$16,75 billones. Hasta el momento, esas obligaciones se venían supliendo con la emisión de bonos de deuda en los mercados bajo autorización del Congreso, pero la pelea bipartidista en torno a la financiación de la reforma de salud, conocida también como ‘Obamacare’, llevó a los republicanos a suspender las negociaciones para expedir un nuevo permiso.

Su ausencia obligó al gobierno a apretarse el cinturón desde el martes pasado, mandar a 800.000 funcionarios a vacaciones forzadas y prestar únicamente los servicios más básicos. La estrategia, hasta hoy, le ha costado al fisco alrededor de US$18.000 millones en productividad, según la consultora IHC Inc. y, básicamente, ha obligado a la Casa Blanca a vivir con sus ahorros.

Si los republicanos siguen sin dar su brazo a torcer, el Tesoro amanecerá el 17 de octubre con un presupuesto de US$30.000 millones para cubrir los gastos de la administración, que, según expertos, se acabaría en algunas semanas.

 Mientras tanto, en los mercados se produciría un efecto dominó. La cesación de pagos elevaría la desconfianza de los inversionistas hacia los bonos del Tesoro y otros papeles de deuda, afectando el balance de los bancos. De hecho, Wall Street citó el miércoles a una reunión de urgencia entre representantes del Citigroup, JPMorgan, Goldman Sachs, Morgan Stanley y las demás instituciones financieras relevantes de la economía para trazar un plan de contingencia de cara a esa distorsión.

La preocupación no es menor en otros países. “Todo este proceso trae un riesgo de presión negativa sobre la economía mundial”, advirtió Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco del Japón, el viernes pasado al expresar sus preocupaciones porque una eventual cesación de pagos fomente la venta de dólares y, de paso, encarezca el yen de tal forma que afecte la recuperación de su economía.

Si la desconfianza llegara a ese punto, Colombia también se vería afectada. “Los inversionistas internacionales siempre están buscando menores precios. Si el cierre del gobierno de EE.UU. se prolonga, podrían decidir el congelamiento de sus planes a la espera de mejores condiciones”, dice César Ferrari, PhD. en Economía y catedrático de la Universidad Javeriana, en Bogotá.

El primer indicio de ese futuro puede estar en el dólar, que ha visto caer su cotización en el último mes a medida que la crisis se hacía más evidente (ver recuadro superior). Y, por supuesto, en los cajeros automáticos, pues los bancos de EE.UU. decidieron proveer sus máquinas con más efectivo ante un ataque de pánico que lleve a los ahorradores a retirar sus ahorros en masa.

En diálogo con Fortune, Jens Norvig, estratega de Nomura, hizo ver la gravedad de ese futuro cercano: “En efecto, sería mucho peor que lo vivido en 2008”.

dmayorga@elespectador.com

 

Por David Mayorga

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